Descargar pdf - Crónicas de la Emigración

de miles de personas son secuestradas y asesinadas. Otras tantas
pasan por las cárceles por el delito de pensar distinto.
“No conocíamos la actividad política de mi hermano
–señala Olga- si es que la tenía. Jamás lo hemos visto portando
un arma o participando de alguna actividad que se pudiera
tildar de subversiva. Sabíamos sí que intervenía con sus
compañeros de facultad en algunas actividades en el Centro de
Estudiantes... A las 0,30 del 9 de noviembre de 1976 se detuvo
el reloj. No solo para Pepe, sino para toda la familia que aún
hoy, a más de 20 años, seguimos preguntando por él. Ni olvido,
ni perdón. Justicia es lo que reclamamos y seguiremos
reclamando. Un reclamo que seguiremos haciendo a través de
nuestros hijos y los hijos de ellos. Estos acontecimientos han
enlutado nuestra Argentina y mientras no se haga justicia,
jamás podremos olvidar... Esa noche, mi hermano y su compañera
estaban acostados. En la casa del frente vivían y supongo
que aún viven los padres de Graciela. De pronto, se escuchan
gritos; Levántense y vayan todos al comedor de adelante...”
Esas órdenes eran dadas con megáfonos desde el patio de
la casa. A decir de los vecinos, un grupo –llamados en ese
entonces “grupo de tareas- de alrededor de 20 hombres fuertemente
armados ingresa desde las terrazas vecinas al patio de la
casa. Una vez reunido en el comedor, golpean a mi hermano y
lo obligan a tenderse boca abajo en el suelo, mientras lo interrogaban.
Queriendo protegerlo de los golpes, el padre de
Graciela interviene y uno de los hombres lo golpea fuertemente
en el pecho con la culata de un fusil. Mi hermano sigue tirado
en el piso y el resto de la familia es obligada a taparse el rostro
con fundas de almohadas. Intentan robar el auto estacionado
en el garaje, pero no les arranca y abandonan la idea.
Al poco tiempo, mientras amenazan de muerte a la familia
prohibiéndoles moverse del comedor según lo dicho por los
vecinos que solo se animaban a mirar escondidos desde sus
casas arrastran a mi hermano hacia la calle, lo tiran en la parte
de atrás de una camioneta y huyen.
En este operativo –así se lo denominaba– participaron,
por lo menos, un camión del ejército, que cortó el tránsito de
la calle donde vivía mi hermano, y varios vehículos más. El
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