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antes”. Y agrega: “Al principio fuimos muy ingenuos al pensar
que porque mi padre no tenía armas ni estaba relacionado
con Montoneros ni con el ERP no lo detendrían pero a él
lo buscaban por sus ideas y por lo que escribía”.
Denís estuvo detenido un mes en el Cabildo de Córdoba,
donde funcionaba el centro clandestino de detención llamado
D2. Durante ese tiempo permaneció con los ojos vendados y
durmiendo en el piso. Después lo llevaron a la Cárcel
Penitenciaria donde estuvo varios meses soportando torturas
con picana eléctrica y de otro tipo como cuando a las tres de la
mañana con temperaturas bajo cero los sacaban desnudos al
patio del penal a hacer salto de rana, les tiraban agua helada y a
algunos los estaqueaban hasta morir. En varias oportunidades a
los que no podían seguir porque se encontraban al límite de sus
fuerzas, los mataban delante de él. Su amiga Laura Sáiz destaca
que “pese a su propio sufrimiento lo que jamás olvidó fueron
los gritos de los demás torturados, le dolía más el dolor ajeno
que el propio, esa actitud muestra la clase de persona que era”.
Un día le dijeron que saldría de la cárcel pero debería exiliarse;
después cambiaron de idea y lo trasladaron al penal de Sierra
Chica, provincia de Buenos Aires “para salvarlo de Luciano
Benjamín Menéndez, jefe del III Cuerpo de Ejército que quería
matar a todos los prisioneros”, expresa su hija Liliana.
Antes de partir para Sierra Chica le propinaron una golpiza
tan tremenda que casi lo matan; estuvo en la enfermería
hasta que se recuperó, su resistencia física le permitió sobrevivir.
En el penal de Buenos Aires lo legalizaron y quedó
registrado que todos esos meses estuvo detenido por averiguación
de antecedentes. En total permaneció preso desde marzo
del ´76 hasta marzo del ´77.
Cuando salió de la cárcel le costó mucho conseguir trabajo
porque figuraba en las denominadas ´listas negras´.
“Además muchos compañeros del partido y amigos nos dieron
la espalda, incluso cuando él estaba preso. Fue muy difícil
para mi madre sobrevivir sola y con cuatro hijos adolescentes”,
explica Liliana.
Para mantener a la familia su mujer trabajó en varios
lugares cuyos ingresos apenas le permitían subsistir. Con el
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