Descargar pdf - Crónicas de la Emigración

capucha replegada sobre su cabeza, apoyaba los brazos en el
suelo de cemento y conversaba largos minutos sobre cualquier
tema cotidiano. Yo los habría agotado en cinco frases; más ella
no, conversaba con Paula y el resto sobre las distintas maneras
de preparar una comida, un postre o una ensalada. Muchas
guardias permisivas estuvieron dedicadas a ese tema ´trascendente´,
que contribuía a reemplazar con nuestra imaginación el
pequeño trozo de carne con pan que era nuestro vital alimento.
La ´gallega´ era muy corta de vista, miope y usaba unos lentes
con mucho aumento; según ella, los usaba para ocultar sus rasgos
y parecer fea. La realidad era que su rostro sin anteojos era
bonito y armonizaba con su cuerpo menudo. Tanto en la isla
como en la ESMA le fascinaban las conversaciones en esos minutos
preciosos, robados al cautiverio y a la capucha. Disfrutaba
con el relato grupal de películas y, sobre todo, de libros como
´Doña Julia y el escribidor´ y ´El siglo de las luces´. Carpentier
era uno de sus autores predilectos. Se destacaba en la descripción
de imágenes y en todo aquello que tuviese que ver con los
sentidos. También le gustaba la música y con Víctor, otro secuestrado
que salió en libertad y contó ampliamente todas estas historias,
cantaban canciones folclóricas; su voz resonaba en
`Capucha´, mientras el resto componíamos el coro y Víctor marcaba
el ritmo golpeando con las esposas en el suelo de cemento.
La `Capucha´ significaba aislamiento, inmovilidad y silencio, a
veces interrumpido por el ruido metálico de las esposas y las
cadenas de los grilletes que acompañaban los movimientos de
nuestros cuerpos torturados y nuestra mente divagando”.
Pasaron semanas y un guardia la llevó a trabajar al guardarropa.
Debía acomodar la ropa, coserla, tenderla y, de ser necesario,
repartirla. También hizo un listado de lo que había en el
guardarropa tratando de encontrarle un destino a nuestras prendas
y así, día a día aparecieron remeras, camisas y pantalones
que la ´gallega´ iba repartiendo según las necesidades de cada
uno. Recuerdo que prometió devolverme un pantalón de verano
de color celeste. Cuando me lo trajo -imposible de olvidartenía
los botones perfectamente cosidos. Como si fuera costurera
de profesión o una madre acostumbrada a remendar las ropas
de sus hijos. La gallega era muy hábil y poseía experiencia por
su vida y su militancia para lograr prolongar esas pocas horas
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