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desconocían el origen de los mismos. Para los militares los hijos
de desaparecidos eran un verdadero botín de guerra´.
La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo comenzó a realizar
una tarea extraordinaria para recuperar a decenas de niños.
Allí funcionaba un banco de datos y muchos jóvenes, la mayoría
de ellos adoptados durante la dictadura, se acercaron a pedir
información. Así fue como poco a poco después de un paciente
trabajo, las Abuelas fueron armando rompecabezas y logrando
que muchos jóvenes recuperaran su auténtica identidad.
Así fue como Martín empezó a buscar sus orígenes.
Mientras tanto, en julio de 1999, en la ciudad de Lugo, a
muchos kilómetros de Buenos Aires, una central sindical
denominada Confederación Intersindical Gallega (CIG) realizaba
unas Jornadas sobre Derechos Humanos. El tema central
era denunciar la desaparición de centenares de gallegos y descendientes
durante la dictadura Argentina.
La CIG estaba por realizar una intensa tarea de sensibilización
ante la sociedad gallega con gran impacto periodístico.
Junto a otras organizaciones participaban del juicio en la
Audiencia Nacional de Madrid como entidad personada.
Durante esas jornadas que duraron dos días se acercaron a participar
destacados activistas de los derechos humanos y víctimas
de la represión. Fermín Castro tomó conocimiento de la
realización de las jornadas y acudió días antes a las oficinas de
la central sindical en Lugo para comentar que su hermano
junto con su esposa e hijo estaban desaparecidos desconociendo
en qué circunstancias habían sucedido los hechos.
Martín cuenta de qué modo Fermín pudo encontrarlo.”Mi tío
asistió a las jornadas y al finalizar el primer día de actividades,
se acercó a Lois Pérez Leira, miembro de la CIG y uno de los
organizadores del encuentro, para contarle concretamente qué
información tenía, qué había sucedido, cuántos años tenía su
sobrino, etc. Le dijo que yo podía tener cuatro o cinco años, realmente
no tenía precisión de la edad. Lo que suponía era que
había sido asesinado junto a mis padres. En la conversación
Pérez Leira sugirió la posibilidad de que yo podía estar vivo y
que en la mayoría de los casos los militares se quedaban con los
niños. Después propuso que si se animaba a buscarlo podían
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