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de origen español. Tanto los españoles como sus descendientes en
la mayoría de los casos, eran de ideas republicanas. Sus padres o
abuelos les habían contado historias sobre la Segunda Republica,
sobre el heroísmo de los obreros y campesinos en la guerra civil.
En aquellos hogares de la Argentina se cantaban las mismas canciones
que se habían cantado en los frentes de batalla.
Aquellos jóvenes como el propio Ernesto Guevara en Alta
Gracia, se fueron educando y fueron soñando, en que era posible
construir una Republica de Trabajadores, como aquella que se
intento construir en España. Y aquel sueño también era posible
en la Argentina de la década del 70.
Cuando en la argentina era imposible juzgar los crímenes
de lesa humanidad cometidos en aquel país, la justicia española
permitió abrir una ventana de esperanza, para luchar contra
la impunidad. Ahora cuando el estado español cierra sus puertas
a la justicia histórica, negándole a su pueblo conocer la
verdad y condenar a gritos, el genocidio cometido durante la
dictadura franquista, ahora es la justicia Argentina la que
puede abrir la otra ventana, del otro lado del gran mar, que nos
sigue uniendo por la historia.
Tanto en el juicio de España, como en el actual de la
Argentina, tenemos a los mismos protagonistas, las asociaciones
defensoras de los derechos humanos de ambos países, los familiares
de las victimas y el pueblo, junto a sus entidades populares
y democráticas que siempre acompañan las causas justas.
En esta lucha donde no hay limites, ni fronteras, ni tiempos,
es necesario resaltar algunas figuras que han apostado por la justicia
universal y que en aquel juicio de España y en este juicio
de la Argentina fueron y son motores indiscutibles en la lucha
contra la impunidad, me refiero especialmente al abogado
Carlos Slepoy; a Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo
Línea Fundadora; a Adolfo Pérez Esquivel, a Graciela
Rosemblum, de la Liga por los Derechos del Hombre; a Adriana
Calvo de la Asociación ex Detenidos Desaparecidos y a Estela
de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. No puedo
olvidarme de la colectividad española radicada en la Argentina
donde se destaco de forma consecuente, como en el pasado en la
solidaridad antifranquista, como en los juicios de Madrid, como