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abr.-jun. 1968 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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expresivo que lo guiará hacia sus logros mejores.<br />

Visto en con<strong>jun</strong>to, Heraldos Negros en un<br />

canto desesperanzado, duro en sus pasajes más<br />

intensos, cuando representa una existencia asediada<br />

por el carácter mortal, por el estar de la<br />

muerte; es una confesión <strong>del</strong> contínuo frustrarse<br />

de una intima apetencia de felicidad y de<br />

absoluto, ya fuera ante el amor, frente a la divinidad<br />

o a los otros hombres. En el libro existe<br />

una sección, que por distintas causas, ha suscitado<br />

el interés de todos sus críticos: me refiero<br />

a las "Canciones de Hogar", en la que se<br />

expande un modo de sentir y reanimar el ambiente<br />

de la casa paterna, la figura de la madre,<br />

la infancia, y la medida <strong>del</strong> mundo y de<br />

la vida que en ellos se condensa. Este tópico<br />

reaparece en los libros siguientes: p,ro en cada<br />

uno se me ocurre que es el mismo y es distinto,<br />

y que en cada caso la relación entre el tópico<br />

y el todo de la obra se transfigura. Averíguar<br />

cómo Se produce y manifiesta tal cambio<br />

es el motivo nuclear de estas páginas.<br />

Penetremos en el ambiente hogareño que con<br />

tan perfilada <strong>del</strong>icadeza reproducen algunos de<br />

los versos de Heraldos. En el poema "Encaje<br />

de fiebre", el autor refiere un estado de ánimo<br />

que actualiza la presencia de los padres, como<br />

si ellos surgieran materialmente en una atmósfera<br />

de misterio, de inefables vivencias que fluyen<br />

desde un no-ser de honda raíz mística. Esa<br />

fuerza transformante que ilumina la figura de<br />

,los progenitores, rescatándolos de la penumbra,<br />

invade los versos y cuaja en emoción:<br />

En un sillón antiguo sentado está mi padre.<br />

Como una Dolorosa, entra y sale mi madre.<br />

y al verlos siento un algo que no quiere<br />

[partir.<br />

De modo que ese reencuentro con los padres<br />

podría insinuar la convicción de una identidad<br />

fundamental que el poeta preserva, y de la 'li.ie<br />

no desearía apartarse ni ser despojado. Si atendemos<br />

al simbolismo <strong>del</strong> verso final, !-¡emos de<br />

coincidir en que en el área expresiva de 'jartir<br />

están implícitos valores de muy activa participación<br />

en el mundo vallejiano; a saber:<br />

"distancia", "ausencia", "despedida", "añoranza",<br />

tópicos que consiguen tratamiento peculiar<br />

en la "Canciones de Hogar", y que, en el consenso<br />

de la crítica, revelan un rasgo de los más<br />

personales en las piezas de Heraldos.<br />

Una de ellas, "Los pasos Lejanos" (74) desvela<br />

el ambiente de la casa paterna, estancia<br />

que -hemos visto- perdura en el recuerdo con<br />

hondísima impronta espiritual; el autor dirá cómo<br />

la imagina cuando él se halla ausente y<br />

cuando su alejamiento enturbia la apacible<br />

quietud <strong>del</strong> hogar provinciano. VeamDs En qué<br />

modo su pal<strong>abr</strong>a aglutina emociones que destilan<br />

de cuatro elementos: a) la figura ¡;atriarca!<br />

<strong>del</strong> padre, puesta de relieve con los atributos<br />

que le extiende un corazón generoso; b) la<br />

madre, que paladea su tristeza en el horizonte<br />

estrecho de la casa y los huertos, y en cuyo<br />

pesar se sublima, trasfundiéndose en la esencia<br />

<strong>del</strong> amor; c) el hijo, el ausente, y por lo<br />

mismo el lado amargo en la armonía pequeña,<br />

pero inapreciable, <strong>del</strong> circulo familiar; y, finalmente<br />

d) la atmósfera de melancólica ternura,<br />

de ingobernable impulso al reencuentro.<br />

Mi padre duerme. Su semblante augusto<br />

figura un apacible corazón;<br />

está ahora tan dulce...<br />

si hay algo en él de amargo, seré yo.<br />

Hay soledad en el hogar; se reza;<br />

y no hay noticias de los hijos hoy.<br />

Mi padre se despierta, ausculta<br />

la huída a Egipto, el restañante adiós.<br />

Está ahora tan cerca;<br />

si hay algo en él de lejos, seré yo.<br />

y mi madre pasea allá en los huertos,<br />

saboreando un sabor ya sin sabor.<br />

Está ahora tan suave,<br />

tan ala, tan salida, tan amor.<br />

Hay soledad en el hogar sin bulla,<br />

sin noticias, sin verde, sin niñez.<br />

y si hay algo quebrado en esta tarde,<br />

y que baja y que cruje,<br />

son dos viejos caminos blancos, curvos.<br />

Por ellos va mi corazón a pie.<br />

Cuán maduros se dan en el primer libro de<br />

Vallejo los temas <strong>del</strong> hogar y de la ausencia,<br />

los mismos que alcanzarán acento dramático<br />

en la última etapa creativa <strong>del</strong> poetiJ. En Heraldos<br />

Negros, en el poema que insertamos y en<br />

HA mi hermano Miguel" (74) y "Enereida" (75),<br />

son ya visibles la problemática y la técnica que<br />

irán decantando una imagen perspectiva de la<br />

ausencia. "Los pasos lejanos", nótese, usa desde<br />

el titulo un rasero humano que transcribe<br />

en la medida de lo físico la vehemencia emocional,<br />

y la dispone en un con<strong>jun</strong>to de niveles,<br />

cuya ruptura origina el impacto afectivo que<br />

reagrupa a los miembros de la familia. Observemos,<br />

por ejemplo, en la primera estrofa; la<br />

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