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abr.-jun. 1968 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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través deindiv.idyos sociales y . de relacione;?<br />

fransparenies' con la náturaleza, mediante el<br />

culto al trabajo, continúan siendo la sustancia<br />

de las promesas mesiánicas <strong>del</strong> Marxismo. Aca.­<br />

so puede extrañar la seducción que sigue ejerciendo<br />

sobre inmensas multitudes de seres humanos?<br />

Naturalmente que, en la práctica, las diversas<br />

revoluciones marxistas llevadas a cabo, han<br />

defraudado much ísi mas de aquellas esperanzas.<br />

Por lo pronto, la promesa de que, siendo abolida<br />

la alienación económica, serían abolidas<br />

las demás alienaciones, ha tenido un profundo<br />

desmentido en la mayor parte de las experien·<br />

cias socialistas <strong>del</strong> presente. Es verdad, ~como<br />

ya lo hemos señalado en otra parte- (7) que<br />

han sido eliminadas muchísimas de las alie·<br />

naciones propias de la sociedad capital ista,<br />

pero han sido creadas otras, dos de las cuales<br />

(sin hablar de las nuevas alienaciones políticas<br />

y espirituales y que no parecen fruto de la existencia<br />

de la propiedad privada, puesto que ésta<br />

ha sido fundamentalmente abolida), son imposibles<br />

de negar: la alienación <strong>del</strong> hombre en la<br />

técnica, que es ya, el drama de gran p:arte de<br />

la humanidad contemporánea y para el cual será<br />

necesario construir respuestas a partir <strong>del</strong> Marxismo,<br />

y la alienación <strong>del</strong> hombre en las nuevas<br />

formas <strong>del</strong> trabajo industrial, cuya imagen,<br />

en las sociedades socialistas, todavía está muy<br />

lejos de ser un goce o una alegría o, simplemente,<br />

el punto de partida para usar de las<br />

horas de ocio en la edificación <strong>del</strong> hombre total.<br />

El trabajo, por el contrario, sigue siendo una<br />

carga en esas sociedades, donde el bien común<br />

aparece mediatizado por las nuevas clases (la<br />

de los tecnócratas, especialmente), y donde la<br />

posibilidad de la realización <strong>del</strong> hombre, mediante<br />

el uso de sus horas libres, aparece mediatizada<br />

por una ideología que limita, dirige<br />

o condiciona sus aspiraciones individuales, aún<br />

las más íntimas y que colectiviza su personalidad,<br />

antes que liberarla.<br />

Frente a tales perspectivas, la pregunta más seria<br />

que cabe hacerle al Marxismo es si estos<br />

cien años de luchas, de esfuerzos y aun de realizacio:les,<br />

no h<strong>abr</strong>án servido para comprobar,<br />

más que para eliminar, la alienación humana<br />

esencial. En otras pal<strong>abr</strong>as: si bien hay alienaciones<br />

propias de un reglmen social y aun de<br />

cualqu(er régimen, factibles de ser elimif.ladas,<br />

también parece cierto que en cuanto el destino<br />

<strong>del</strong> ser humano es "hacerse haciendo", no puede<br />

escapar a su naturaleza imperfecta ni a sus<br />

debilidades congénitas, o sea a su posibilidad<br />

de hacer el mal; siempre, alguna forma de mal.<br />

Hay en el hombre, una alienación adámica cuya<br />

extraño fuerza consiste en que le da conciencia<br />

de la misma y que por eso, le obliga a<br />

obrar. En ese obrar, hace su historia, sabiendo<br />

que la manera más sabia de proceder en los diversos<br />

campos de la actividad humana es por<br />

aproximaciones y que por lo tanto, no puede<br />

someterse a aquellos regímenes o condiciones<br />

sociales, económicas, políticas o cultural% que<br />

tiendan a perpetuar o a profundizar su adamismo.<br />

Jean-Paul Sartre pensaba que no se puede<br />

decir qué es el hombre, antes de su muerte,<br />

ni la humanidad antes que haya desaparecido.<br />

Con mayor razón puede aplicarse ese juicio de<br />

cautela filosófica a cualquier campo de las<br />

creaciones humanas, especialmente en el plano<br />

de las interpretaciones históricas que propongan<br />

un destino determinado para la humanidad.<br />

La condición adámica <strong>del</strong> hombre, al mismo<br />

tiempo que determina su impulso y desarrollo a<br />

través de la historia, en un afán de superarla<br />

(algo se ha hecho desde la vida en las cavernas<br />

hasta las aplicaciones de la energía .. atómica;<br />

desde el Código de Hammurabí hasta las revoluciones<br />

proletarias), también contiene todos los<br />

supuestos para que cualquier catástrofe pueda<br />

ser posible en medio de la civilización más<br />

brillante o más técnica (desde la cremación de<br />

niños en los campos de concentración nazis,<br />

hasta la guerra atómica). Los progre.os más<br />

aparentes llevan consigo los males más profundos.<br />

Cuando Marx escribía u ••• Ia humanidad<br />

se propone siempre únicamente los objetivos<br />

que puede alcanzar' .. ", no ponía en duda<br />

la posibilidad de un progreso ininterrumpido de<br />

los pUE'blos y de los hombres. En ese sentido,<br />

y aunque en su concepción particular variase<br />

sensiblemente el trazado de la curva <strong>del</strong> progreso<br />

común a otros pensadores contemporáneos<br />

suyos, participaba <strong>del</strong> itinerario intelectual<br />

de un Spencer, o un Comte, o un Saint-Simón<br />

o un Fourier. No contaba con la alternativa de<br />

que la muerte de los hombres que le rodeaban<br />

y aún la suya propia, renovaría en cada generación<br />

sucesiva, las condiciones de la naturale-<br />

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