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abr.-jun. 1968 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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contemporánea, no ha hecho más que proyectar<br />

a escala global la validez corrosiva de aquellas<br />

críticas. Lo señala con acierto Piettre, al<br />

decir que "jamás el marxismo h<strong>abr</strong>ía aparecido<br />

si los abusos <strong>del</strong> régimen <strong>del</strong> dinero no lo hubiesen<br />

provocado. Se puede decir sin ironía:<br />

los primeros autores <strong>del</strong> "socialismo científico",<br />

tienen nombres capitalistas .. .". (6)<br />

La alienación <strong>del</strong> ser humano en el mundo<br />

<strong>del</strong> tener continuará dándole al marxismo sus<br />

más fuertes impulsos, capaces, asimismo de superar<br />

las contradicciones internas de éste, a<br />

medida que esa alienación se va propagando<br />

por las naciones sub-desarrolladas. La disparidad<br />

económica, entre las naciones "ricas" y las<br />

naciones "pobres" agravada paulatina y firmemente<br />

en las últimas décadas, tiende a ocultar<br />

lo que este proceso lleva en sí de necesidad<br />

técnica, bajo la máscara que la ideología marxista<br />

proporciona a las masas humanas, puestas<br />

al margen de las posibilidades de abundancia<br />

que el planeta proporciona, para librar<br />

la lucha en el campo poI ítico, antes que en el<br />

campo tecnológico. La disyuntiva que todos<br />

confrontamos (especialmente ante los riesgos de<br />

un holocausto atómico) es, si será posible acceder<br />

al campo tecnológico sin pasar, previamente,<br />

por los dolorosos partos de una sociedad<br />

políticamente quebrada por el ansia humana<br />

<strong>del</strong> tener y que debe ser necesariamente<br />

reconstruida. Paradojalmente, el marxismo proporciona<br />

respuestas para ambas posibilidades.<br />

Para el aspecto social y económico, tiene una<br />

sola pal<strong>abr</strong>a efectiva en estos tiempos, en el<br />

ámbito de las naciones "pobres": revolución.<br />

Para el aspecto técnico, tiene el mérito de<br />

contarse entre los precursores de una noción<br />

ecuménica de la sociedad humana: el mundo<br />

es un solo cuerpo colectivo en lucha con la<br />

naturaleza, por más que el nivel técnico para<br />

resolver los problemas consiguientes sea variable,<br />

según las regiones <strong>del</strong> globo. Una de<br />

las maneras de empezar a comprender el sentido<br />

de esta respuesta, está dada por los intentos<br />

que se van realizando y que convergen<br />

paulatinamente, en la medida en que aún somos<br />

dueños de nuestra civilización, hacia el<br />

desarr?1I0 de técnicas de planificación, de gestión,<br />

y de administración de los bienes y serJiciosde<br />

las diversas sociedades'humanas que<br />

integran el planeta. La descolonización <strong>del</strong><br />

mundo, en la medida en que ágrava el pano-<br />

rama, por la incidencia que sobre él arroja de<br />

sus diversas consecuencias, especialmente en<br />

los aspectos sociales y económicos, se convierte<br />

también en un acelerador de la toma<br />

de "conciencia planetaria". El mundo de las<br />

naciones-dueñas, va dejando lugar a una nueva<br />

imagen de la humanidad: la de un "concierto",<br />

asamblea o familia de grandes individuos,<br />

-más de 100 naciones independientes<br />

se perfilan ya en la historia contemporánea,­<br />

jurídica y filosóficamente iguales en derechos<br />

y técnicamente unidas por un mismo destino,<br />

quiérase o no reconocer: el de dominar la naturaleza<br />

y de hacerla producir para el bien<br />

común a escala universal. El Capitalismo parece<br />

cada vez más inapto para ese destino formidable.<br />

Las críticas de Marx, pues, se contarán<br />

entre las de todos aquellos que fueron<br />

capaces de avizorar, soñar y contribuir a la<br />

creación de esa nueva humanidad. A través de<br />

la historia, las utopías han tenido siempre la<br />

virtud, pese a sus posibles desmesuras, de<br />

contribuir a crear la conciencia sobre la realidad<br />

y a enfrentar con perspectivas de triunfo,<br />

los obstáculos que impiden el acceso a un<br />

orden mundial, a sociedades más justas. En<br />

este sentido, así como el Marxismo se presenta,<br />

por un lado, con una dimensión de protesta revolucionaria<br />

contra un mundo donde aún hay<br />

muchas formas de sufrimiento provocadas, no<br />

por la fatalidad, sino por la explotación <strong>del</strong><br />

hombre por el hombre, por otro lado, se presenta<br />

con una dimensión de voluntad prometeica,<br />

capaz de alcanzar la organización positiva<br />

de las fuerzas sociales y económicas de la humanidad.<br />

Ya ha hecho un aporte que no puede<br />

ser desconocido: ha opuesto a la visión de una<br />

economía considerada natural y que debía ser<br />

librada a su propio juego, la visión de una economía<br />

racional, reflexionada, planificada. Ha<br />

puesto sobre la cabeza de la Técnica una doble<br />

corona: la de una filosofía social y la de<br />

una p,olítica universal. La primera, construída<br />

por el camino de una praxis, a través de la<br />

cual el hombre se crea a sí mismo, creando el<br />

orden social y sconómico en que quiere vivir;<br />

la segunda, edificando una comunidad internacional,<br />

cuya capacidad productiva tenga un<br />

sólo fin: salir <strong>del</strong> reino de la necesidad, para<br />

<strong>abr</strong>ir las puertas al reino de la libertad. Una<br />

humanidad unida, -sueño de todas tés épocas<br />

y de todas las civiliza'ciones,- reconciliada, a<br />

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