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abr.-jun. 1968 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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lidad suministrarán las coordenadas válidas de<br />

la obra. Una de ellas es el Verano. En una breve<br />

página que antecede al capítulo primero,<br />

Marsé acierta a describir, con trazos ágiles y<br />

certeros, la definitiva consumación <strong>del</strong> estío y<br />

el comienzo de su mutación en un otoño melancólico.<br />

Teresa y Manolo se dirigen hacia el<br />

coche sport de aquella. "Todavía el verano es<br />

un verde archipiélago", pero ya un viento cargado<br />

de presagios sopla por las calles y toda<br />

la escena cobra la opacidad y la tristeza de un<br />

daguerratipo abandonado. "Toda la relación está<br />

elípticamente condicionada (o condenada) a incuestionables<br />

leyes temporales (el tiempo de<br />

verano es una evasión o un plazo)".(4) Para ilustrar<br />

la naturaleza de su tema, Marsé ha escogido<br />

el momento inmediatamente anterior al desenlace<br />

de la tragedia. Sin falso patetismo, sin<br />

sensiblería ni cursilería, el novelista impone a<br />

la materia la forma de su talento. Una simple<br />

instantanea, perfilada en pocos trazos, prefígura<br />

toda la ominosa magnitud de la condena. El<br />

fin se presiente cuando la historia aun no ha<br />

comenzado. Este es el mejor Marsé.<br />

Una segunda circunscripción, ésta de carácter<br />

geográfico, está determisada por la oposición<br />

Universidad-Monte Carmelo. Con prolijidad<br />

encomiable, y refiriéndose a su protagonista,<br />

Marsé explícitamente señala que "hay apodos<br />

que ilustran no solamente una manera de vivir.<br />

sino también la naturaleza social <strong>del</strong> mundo en<br />

que uno vive". El Pijoaparte queda repentinamente<br />

convertido en clave misteriosa de un<br />

universo particular y mítico. La irrupción de<br />

las fuerzas cuasi-naturales de ese universo se<br />

materializará a través de su persona. otro tanto<br />

ocurre con Teresa, arquetípica encarnación de<br />

la burguesía universitaria, que asumirá la representación<br />

de ésta en el campo de batalla.<br />

Maruja será el factor de colisión. Vinculada a<br />

la familia de Teresa por relaciones de dependencia<br />

(es su muchacha de servicio), está igualmente<br />

vinculada al universo <strong>del</strong> Pijoaparte, por<br />

su extracción social es el nexo. Una vez posibilitado<br />

el acercamiento, sucumbe en holocausto<br />

a esa relación. Culpable de una doble traición<br />

(a Teresa por extracción social, al Pijoaparte<br />

por haber intentado una precaria integración<br />

en una clase que no es la suya), Maruja debe<br />

sucumbir. Su muerte es el símbolo de la oposición<br />

radical entre dos orbes míticos. En el<br />

!Jniverso <strong>del</strong> mito no hay cabida para los seres<br />

humanos, y el de Marsé es (o intenta ser) un<br />

universo mítico, donde los Arquetipos son conducidos<br />

por una fuerza ciega, más poderosa<br />

que la voluntad, y donde el Destino castiga con<br />

la destrucción toda Impostura (toda debilidad<br />

humana). Maruja ha incurrido en la impostura<br />

de amar. El Pijoaparte y Teresa, por el contrario,<br />

sólo serán capaces de experimentar el Odio<br />

o el Desprecio.<br />

Como consecuencia de esta doble circunscripción<br />

(la primera entraña un ámbito, la segunda<br />

un ciego determinismo), todo el conflicto<br />

queda finalmente referido a un contexto presidido<br />

por la acción corrosiva de ciertos Mecanismos<br />

Extrahumanos. Que Teresa confunda al<br />

Pijoaparte con un agitador revolucionario, es<br />

una anécdota, todo lo grave que se quiera, pero<br />

anécdota en suma. Que el Pijoaparte haya entrevisto<br />

en Teresa una posibilidad de acceso al<br />

dorado universo <strong>del</strong> Dinero, es otra anécdota,<br />

todo lo grave que se quiera, pero también anécdota.<br />

Ambas pertenecen en cambio a la categoría<br />

Lucha de Exterminio que sus Clases Sociales<br />

respectivas han desencadenado ayer y<br />

proseguirán mañana. Está claro que tanto el<br />

Pijoaparte como Teresa han buscado en esta<br />

refriega sus designios personales. Pero, como<br />

diría Hegel, la astucia de la Razón Histórica<br />

consiste en utilizar los designios subjetivos de<br />

los Personajes en función de sus propios designios.<br />

Esa con<strong>jun</strong>ción hace posible las Oposiciones,<br />

y éstas perdurarán hasta la Consumación<br />

de los Tiempos. (5) Júpiter-Marsé, deSde su<br />

alto Olimpo, sonríe socarronamente ante la vanidad<br />

de estas pasiones.<br />

Naturalmente, la simplificación contenida en<br />

el esquema precedente, no esclarece el particularismo<br />

<strong>del</strong> modo en que éste se realiza a<br />

través de la novela. A ello puede contribuir, en<br />

cambio, un breve análisis de los tres personajes<br />

centrales: Maruja, Teresa y Manolo, el Pijoaparte.<br />

Mientras Marsé está relatando, por<br />

ejemplo, la historia de las relaciones entre Maruja<br />

y el Pijoaparte, aquella se carga de verdad,<br />

de humanidad entrañable, cobra una compulsiva<br />

entidad afectiva que, sin vacilar, llamaría dostoyewskiana.<br />

Pero al irrumpir Teresa en este<br />

juego (esta irrupción de Teresa se produce a<br />

partir de la página 80 aproximadamente), con<br />

ella irrumpe la conciencia crítica de Marsé, y<br />

.es en ese preciso instante que Maruja deja de<br />

ser tal, como persona, para convertirse en·Ia<br />

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