abr.-jun. 1968 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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• CRITICA<br />
ALEJANDRO<br />
PATERNAIN<br />
SUEÑO Y<br />
RETORNO DE<br />
UN POETA<br />
Después de "Poesía" (1963) y fundamentalmente<br />
después de "Las Milongas"<br />
(1965), Washington Benavides había configurado<br />
un mundo lírico personalísimo,<br />
atento a su contorno vital, dotado de un<br />
instrumento expresivo a través <strong>del</strong> cual<br />
la comunicación se establecía siempre.<br />
Una vena popular y una fuente nU'¡ricia<br />
tradicional, fusionadas con una atmósfera<br />
evocativa de cuño machadiano y un<br />
constante sentido <strong>del</strong> canto permitieron<br />
ver en Benavides a uno de los tres o cuatro<br />
poetas más importantes de los últimos<br />
diez años. Sus libros recientes, "Los sueños<br />
de la razón" y "Poemas de la ciega",<br />
confirman, en un sentido, el juicio anterior;<br />
en otro, lo amplHican. (1)<br />
"Los sueños de la razón" es un libro<br />
cabal. ¿Puede hablarse de madurez? Quizá<br />
pareciera apresurado, o no <strong>del</strong> todo<br />
compartible por quienes entienden que<br />
madurez es sinónimo de perfil definitivo,<br />
de endurecimiento, de etapa insuperable.<br />
En otra madurez pensamos, Bn la que re-<br />
vela, <strong>jun</strong>to al dominio de las formas, la<br />
plena captación <strong>del</strong> mundo y <strong>del</strong> ahondamiento<br />
en el yo paralelamente -crcordadamente-<br />
con la visión profund·a <strong>del</strong><br />
Otro, con el saber qué cosa es la comunicación<br />
y la realidad <strong>del</strong> prójimo. Si no<br />
fuera permitido hablar de madurez, h<strong>abr</strong>ía<br />
que hablar por lo men03 de que se<br />
está en camino de ella: mejor concebirla<br />
como tránsito que como estado. Washington<br />
Benavides se halla, creemos, en tal<br />
camino. Una de las vertientes más ricas<br />
de "Los sueños de la razón" se orienta<br />
hacia la experiencia <strong>del</strong> Otro, inquiere en<br />
la compleja trama de la comunicación.<br />
Algunos de los mejores poemas <strong>del</strong> libro<br />
se verifican en esta línea: "¿Me acepta el<br />
mundo ajeno?", se pregunta el poeta, en<br />
"El concierto", una estupenda composición.<br />
"¿Mezclo/mi ser al agua de otras<br />
fuentes?": el interrogante. núcleo <strong>del</strong> poema,<br />
oscila entre la dramáticq incertidumbre<br />
y la angustia de una identificación:<br />
"¿sentí una vez (o siento) 10 que agita /<br />
estos altos pechos que me rodean? / esta<br />
vivacidad que me recuerda / el correr de<br />
la luz por el lomo de un potro / este sabor<br />
a yerbas frescas mordidas / este cordial<br />
gratuito de la vida / cuando uno es<br />
joven y 10 bebe y 10 bebe?" Abarcando<br />
los términos de este centro interrogador,<br />
el poema presenta una atmósfera, un ambiente<br />
indeterminado que deslíe la circunstancia<br />
sin anularla. El poema pudo<br />
haber surgido de un instante, o de una<br />
morosa acumulación de instantes; pero<br />
ello poco cuenta; sí, en cambio, esa voluntad<br />
de ahondar ("quiero irme más<br />
hondo / en esto que me aqueja / por eso<br />
me interrogo"), esa búsqueda es una "atmósfera<br />
de oro", durante los momentos<br />
en que la juventud reunida augura la posibilidad<br />
de una comunión, cuando la aleg:da,<br />
el brillo y la fiesta de la vida otorgan<br />
una renovada dimensión a lo cotidiano.<br />
En "El testigo" la vivencia <strong>del</strong><br />
Otro adquiere una tonalidad de sueño y<br />
una inquietante perspectiva metafísica:<br />
"alguien cruzó la tierra de mi sueño /<br />
o yo crucé por un soñar ajeno / la luna<br />
está allí testigo y ciega". A veces, el prójimo<br />
es intuido en su oscura identifica-<br />
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