abr.-jun. 1968 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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hermano, a la memoria de la infancia, a los<br />
bienes ligados a ese período vital y emotivo, parece<br />
que se distinguen con un signo de excepción<br />
frente a los valores concurrentes en la obra.<br />
El círculo de la casa paterna y los elementos<br />
adheridos a ese núcleo dan la impresión, a primera<br />
vista, de ser el más firme punto de referencia<br />
al que se acoge el poeta cuando sucumben,<br />
por su irreductible mudanza y carácter<br />
conflictivo, las experiencias <strong>del</strong> amor a la mujer,<br />
las relaciones con Dios o las relaciones<br />
con los otros hombres. Cuando el poeta, es decir,<br />
el hombre como personaje de esta poesía,<br />
admite la irreversible crisis de los valores que<br />
se frustran y frustran la experiencia humana;<br />
la memoria y la actualización de la infancia y<br />
<strong>del</strong> hogar insurgen como un refugio que conserva<br />
en su genuina pureza la autenticidad de un<br />
amar, de un estar cerca de Dios, de un fraterno<br />
convivir con el prójimo: relaciones -obsérvese-<br />
inaccesibles para el adulto en la ciudad<br />
lejana. La infancia, el hogar, la visión <strong>del</strong> pueblo<br />
renacen alumbrados por la impronta emocional,<br />
por la atormentada búsqueda de calor<br />
fraterno y esencias permanentes. Desde el pasado,<br />
o hacia el pasado, desafiando la lógica<br />
de los hechos, siente el poeta que reaparece el<br />
único consuelo que lo alivia en su absoluto desamparo,<br />
que lo protege de la definitiva alienación<br />
<strong>del</strong> mundo; siente que, en ese vivir hacia<br />
adentro halla una pausa para su vivir errático;<br />
para su estarse confinado por las contradicciones<br />
que enturbian la inteligencia de la realidad,<br />
y que, destruyéndolo, lo hacen más consciente<br />
de estar vivo, perdido, sufriente, privado <strong>del</strong><br />
hogar y la alegría.<br />
Pero esta conciencia de lo que se carece, téngase<br />
en cuenta, este tener que insertar el fu·<br />
turo en el pasado y deber reconstruir la reali·<br />
dad actual sobre el patrón de los bienes perdidos,<br />
esfumados en el tiempo, señala una vez<br />
más en los Heraldos, rotundamente, el ilogicismo<br />
<strong>del</strong> destino y el sentido nihilista de la proscripción<br />
<strong>del</strong> hombre. Revela en un nivel más<br />
hondo <strong>del</strong> análisis que el poeta, desgajado <strong>del</strong><br />
grupo familiar por la vida y la realidad, se siente<br />
desguarnecido y padece de otro límite que<br />
recorta su humanidad virtual. Entendida así, la<br />
afición por la familia y la niñez no es un consuelo<br />
en el desventurado universo vallejiano¡ al<br />
contrario, es la estancia que nutre su más acre<br />
censura, su grito más agudo.<br />
En Trilce, cuatro años más tarde, Vallejo ex·<br />
pone un tipo de concepción poética, que de<br />
manera general se ha llamado vanguardista, y<br />
de manera específica algunos filian con el superrealismo.<br />
Lo evidente es que el lector se<br />
desconcierta apenas iniciada la lectura: ni el<br />
título <strong>del</strong> libro, ni los números romanos que<br />
encabezan cada poema, le entregan referencias<br />
útiles. El lenguaje se ha obscurecido, las contradicciones<br />
se acentúan, y poco a poco se adivina<br />
que una temporalidad subjetiva y subyacente,<br />
y un concepto simbólico de lo numérico,<br />
entretejen el mundo caótico de esa poesía. Sólo<br />
después se entiende que el autor ha empren·<br />
dido una revuelta total contra las formas y contra<br />
la concepción <strong>del</strong> mundo y <strong>del</strong> destino, y<br />
que el motivo de su canto no es ya la búsqueda<br />
de un absoluto, necesario frente a un destino<br />
hostil, por irracional, sino la exaltación de<br />
la pureza <strong>del</strong> absurdo, contemplado desde un<br />
mirador individualista.<br />
¿De qué manera se manifiesta en la nueva estancia<br />
poética de Vallejo el tema <strong>del</strong> hogar, y<br />
por su intermedio, el tópico de la ausencia?<br />
¿Cuál es su textura inmediata y cuál su emanación<br />
simbólica? Recojamos el testimonio inscrito<br />
en el poema 111 de Trilce:<br />
1 Las personas mayores<br />
2 ¿a qué hora volverán?<br />
3 Da las seis el ciego Santiago,<br />
4 y ya está muy oscuro.<br />
5 Madre dijo que no demoraría,<br />
6 Aguedita, Nativa, Miguel,<br />
7 cuidado con ir por ahí, por donde<br />
8 acaban de pasar gangueando sus memorias<br />
9 dobladoras penas,<br />
10 hacia el silencioso corral, y por donde<br />
11 las gallinas que se están acostando todavía,<br />
12 se han espantado tanto.<br />
13 Mejor estemos aquí no más.<br />
14 Madre dijo que no demoraría.<br />
15 Ya no tengamos pena. Vamos viendo los<br />
16 barcos i el mío es más bonito de todos!<br />
17 con los cuales jugamos todo el santo día,<br />
18 sin pelearnos, como debe ser;<br />
19 han quedado en el pozo de agua, listos,<br />
20 fletados de dulces para mañana.<br />
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