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fútbol, acudió esa tarde soleada del 17 de junio a la<br />

Plaza de los Héroes, donde se instaló un televisor<br />

que transmitió a la masa de rancagüinos el triunfo<br />

de Brasil. La definición del tercer puesto la vi por<br />

televisión en una casa de la población Rubio que<br />

generosamente abrió sus puertas a los vecinos. El<br />

living se llenó de gente, habría unas 30 personas,<br />

y yo por ser niño me senté en el suelo, muy cerca<br />

de la pantalla. Para ver televisión en Rancagua en<br />

esos años había que conectarle al receptor una antena<br />

gigantesca que captara la señal emitida desde<br />

Santiago. De ese partido recuerdo unos monos que<br />

se desplazaban por la cancha en blanco y negro entre<br />

los miles de puntos de nieve titilantes que ensuciaban<br />

la pantalla. Aun así, al momento del gol<br />

de Eladio Rojas en el último minuto, Chile jugando<br />

prácticamente con ocho hombres, todos saltamos<br />

como locos en la habitación.<br />

Para mí el Mundial se fue agigantando con el<br />

tiempo. ¡Ese partido con Rusia en Arica! Lev Yashin,<br />

la Araña Negra, desconcertado ante el zurdazo de<br />

Leonel. Y el tremendo taponazo de Eladio Rojas desde<br />

30 metros, algunos dicen 35 y ya hay quienes hablan<br />

de 40. La noche de esa histórica victoria se me<br />

grabó a fuego una frase del Maestro Lucho, pronunciada<br />

en mi casa. “Ya estamos entre los cuatro primeros”,<br />

comentó eufórico el hermano de la tía Lila,<br />

que se ganaba la vida como carpintero. Todo se veía

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