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que las ganas de mi pueblo por ganar sean mucho<br />
más fuertes.<br />
A medida que seguían los partidos y las victorias,<br />
a mí me dio la impresión que la historia no acabaría<br />
bien. Era muy extraño que los nazis decidieran perder<br />
limpiamente contra el Start, y aunque Kordik<br />
estaba fascinado con las victorias, me acerque una<br />
vez terminado un partido y le dije:<br />
—¿No crees que ya es suficiente antes que los<br />
maten?<br />
—Así yo también lo creo, pero ellos quieren dar<br />
su vida por darle una alegría al pueblo, ¿tú crees que<br />
eso es más válido que dejar de luchar, tanto en el<br />
campo de batalla como en la cancha?<br />
—¿Y qué debemos hacer para que no sea en vano?<br />
—Que esto lo sepa hasta el propio Hitler —dijo<br />
mirando al cielo.<br />
Días después de ver jugar al Dinamo, ahora llamado<br />
FC Start, Iosif me informó que en el estadio<br />
del Zenit iban a jugar el Start y el Flakelf, equipo<br />
alemán invicto en toda Europa.<br />
—¡Qué te dije, camarada! ¡Hitler escuchó y vendrá<br />
con un equipo de estrellas! —gritó en mi puerta.<br />
Me despabilé y salí con mi señora, que ya se había<br />
enterado de todo, a pegar los afiches del partido. “Los<br />
panaderos contra los pilotos”, “FC Start v/s Flakelf”,<br />
“El juego del siglo”, decían los afiches donde me dieron<br />
entradas gratis para verlo con mi esposa.