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Otra de Palitroque: “Luego del 5-0 al Ballet Azul<br />
en el Estadio Nacional (agosto de 1963), una multitud<br />
nos esperaba en la estación de trenes de Talca.<br />
Levantaban a los jugadores y los llevaban hasta la plaza.<br />
Para evitar eso, salté un muro de metro y medio,<br />
pero al otro lado había dos metros de profundidad.<br />
Me saqué la mugrienta, me hice una herida en la ceja<br />
izquierda, en la cabeza y quedé todo magullado. Tengo<br />
más huesos quebrados que un dinosaurio de museo...”<br />
—Ya sé —intervino Behrends que no se había<br />
rendido—. Cambiaste la foto de tu hermano, él es<br />
de 1931.<br />
Uno de los chascarros inolvidables de Rodenak<br />
tenía que ver con Honorino Landa, de Unión Española:<br />
“Una vez en el estadio Santa Laura, el Nino<br />
me quitó la gorra, la escondió bajo la camiseta y<br />
tuve que correr para quitársela mientras el público<br />
se mataba de la risa. El árbitro era Mario Gasc.<br />
En otra ocasión, hizo lo mismo en el estadio Fiscal<br />
de Talca, lo perseguí hasta la mitad de la cancha y<br />
cuando lo alcancé, delante del juez Domingo Santos<br />
me preguntó: ‘¿Cuál jockey? ’. Se lo sacó de entre<br />
el pantalón y me dijo: ‘Te lo regalo’. En 1987 viajé<br />
a Santiago a los funerales del Nino Landa y Alberto<br />
Fouillioux me gritó: ‘¿Viniste a buscar la gorra? ’<br />
Tiene humor negro el Tito, ¿eh?”.<br />
El lunes 24 de septiembre de 2012 me llamó por<br />
teléfono Arturo Rodenak, desde Talca. Me agradeció