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Miro hacia el arco y veo que el arquero se agranda,<br />
parece que mide dos metros, y el arco se achica,<br />
¿puede eso ser posible?<br />
Lo que tengo claro es que si hago el gol me voy a<br />
llenar de gloria, aunque sea por una semana, va a ser<br />
lo más comentado en la población y cuando pasee<br />
por las calles todos dirán “ese es el que hizo el gol<br />
del triunfo” y en el bar los brindis serán en mi nombre.<br />
Pero si fallo me van a culpar de la eliminación<br />
y van a decir que yo tiré a la basura el esfuerzo de<br />
toda una temporada, el momento más importante<br />
en mucho tiempo de la historia del club, que hace<br />
más de siete años que no se gana nada importante.<br />
Suena el pito y el árbitro da la orden. No hay<br />
vuelta atrás. Como dijo el Matador Salas cuando jugaba<br />
por la Juventus y pateó un penal que dio en<br />
el travesaño: “Había que elegir entre huaso rico o<br />
huaso pobre”, y a él le salió huaso pobre.<br />
Al final decido asegurar el tiro y pegarle fuerte<br />
y arriba. Por suerte salió colocado y por bajo. El<br />
arquero se tira hacia el lado contrario la pelota va<br />
lejos de su alcance y se escucha la palabra mágica,<br />
esa palabra que hace reír y llorar, esa palabra que<br />
aprendemos cuando somos niños, como escuché<br />
una vez por ahí, “el grito sagrado”.<br />
—¡Gooooooool!<br />
No fue el gol más lindo de la historia pero ¿a<br />
quién le importa? Ganamos, y eso sí que importa.<br />
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