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que los adversarios se hagan expulsar en el intento<br />

de tirárselos. Pavoni, además, los utilizaba para<br />

desviar la atención: también jugaba con peluquín.<br />

Herrera, como los pieles rojas, se habría quedado<br />

con su cabellera de haberlo sabido antes.<br />

Si hay algo que he aprendido en todos estos<br />

años, es que en el fútbol ningún jugador es más<br />

importante que otro. La frase “Los delanteros ganan<br />

partidos, los defensas ganan campeonatos”,<br />

acuñada por un todocampista inglés del Aston Villa<br />

que se llamaba John Gregory, es solo un intento de<br />

compensación espiritual para los que supuestamente<br />

hacen el trabajo sucio. En la cancha, la lógica<br />

futbolera suele ocupar el puesto de aquel hombre<br />

que juega con el balde en la cabeza. No hay trabajos<br />

menores en el fútbol, sino titulares de prensa: en un<br />

partido, cuando juegan 11, el partido dura 990 minutos.<br />

Esto lo digo después de haber jugado toda mi<br />

vida intentando imitar a Herrera en el barrio. Hubo<br />

más de una ocasión en que me dijeron Zapatos con<br />

Sangre, que es el otro apodo de Chuflinga. Tengo<br />

una concepción izquierdista y cristiana del juego:<br />

darles a todos por igual y ser uno el que más reparte.<br />

He usado todos los huesos de las extremidades que<br />

tienen nombre conocido para bajar al oponente que<br />

viene con pelota dominada. Muchos quedaron en el<br />

suelo, pero hay que saber pegar: el único objetivo es<br />

que el otro se dé cuenta de que gratis no se la va a<br />

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