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sumario - Bibliotecas Públicas

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CREACIÓN LITERARIADESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 9 – JUNIO 2012AROMASLuisa Barchino ÁlvarezSon las 6 de la tarde y estoy esperando a mi nietoque hoy, por fin, ha decidido acompañarme.Ese día fue especialmente agridulce. Comosiempre y mientras Encarna continuaba dormida,me dispuse a preparar las lentejas. Al tiempo queel fuego lento las cocía, visité el rincón de misentretenimientos. Salí al jardín y protegiéndomedel fuerte viento, rápido llegué al invernadero.Este pequeño hecho suponía una transformaciónen mí; aquellos olores a tomate, hierbabuena,tomillo y pepino me alimentaban solo coninhalarlos. Contemplar la quietud de las plantas yla disparidad de colores, animaba y aquietaba a lavez mi ánimo. Pasaba allí mucho tiempo, eso sí,siempre que mi mujer me lo permitía. En estaocasión, la visita al huerto fue corta, me inquietóque se pudiera ella levantar y se desconcertase.Oí un ruido, me aceleré y corriendo entré ennuestra casa. Descubrí que mi esposa ya seencontraba en la cocina. Disimulé lapreocupación.- ¡Buenos días!, Encarna.- ¿Dónde te has metido que no te encontraba? –me inquirió.- Ya sabes, vengo del huerto, las flores estánpreciosas y han empezado a salir las rosasrojas. Después de desayunar, daremos unpaseo.- ¿De dónde vienes? Me has dejado sola –insistió.- Del huerto, ya te lo he dicho.- ¿De qué huerto? –repitió.- ¡De nuestro huerto!- ¿De dónde vienes, por qué me has dejado sola?–me volvió a preguntar.Me dirigí a ella, la tomé de la mano y sin másexplicaciones, la acerqué a la mesa paradesayunar. No hablamos nada, ella insistía enpreguntarme lo mismo una y otra vez; yo medediqué a sonreír y a observarla. Descubrí que losbordecillos, producidos por los pespuntes de lascosturas de su chaqueta, sobresalían más quenunca y que los botones estaban ocultos, mirandoa su pecho. Antes de vestirse, había olvidadoquitarse el camisón de dormir y este asomaba pordebajo de su falda. La vestí de nuevo sin más.- Vamos, cariño, daremos nuestro paseo por eljardín. Te llevaré a ver las flores, las hecontado y creo que hay treinta y cuatro, tresmás que ayer. ¿Me ayudarás a contarlas denuevo, por si me he equivocado?La mañana transcurrió sin mayores percances.Llegó la hora de la comida y mi esposa ocupó sutrona. Habíamos conseguido que la reconocierapintándola de rojo, era su color predilecto y porello no dudaba en sentarse en ella. Me dispuse apreparar los platos, mientras tanto, Encarna seentretuvo intentando atrapar las cerezas queaparecían dibujadas en el mantel. Yo la miraba dereojo, vi que ella insistía en su quehacer,surgiéndole un repentino enfado por no podercogerlas. Dio un golpe seco en la mesa e hizo quese vertiera el vaso de agua. Sin darle importanciaa este hecho, la animé a que probara las lentejas yolvidamos rápido el incidente. Recuperada lacalma, comenzamos a comer. Ella no tragaba,engullía, y yo la dejé, no era el momento deconversar.Inflado de impotencia, llevé la cuchara a mi bocay noté algo extraño, un sabor diferente. Hice unnuevo intento y otro y otro y descubrí que ese díalas lentejas tenían sabor a canela. Solo pudepreguntar a Encarna si estaban ricas y ella mecontestó asintiendo con la cabeza. En algúndescuido mío, aprovechó para probar la comida,como solía hacer, y decidió aderezarla de nuevo,eligiendo entre los múltiples botes decondimento, el botecito rojo de la canela.Llegó la hora de la siesta y Encarnación descansódurante dos horas, que para mí resultaron ser unrespiro. Dormí un rato y después recordé que teníaque revisar el correo, que aquel día se me habíaolvidado sacarlo del buzón. Salí de nuevo aljardín, el aire era espeso y pegajoso con olor aalmizcle. Cogí toda la correspondencia y sinmirarla, me volví rápido al frescor de nuestrosalón. La dejé encima de la mesa y me recosté denuevo. Hora y media más tarde, aun somnoliento,la primera carta llamó mi atención. No reconocí ellogotipo que la adornaba, pero estaba seguro deque lo había visto antes pintado en algún lugar.Mientras lo pensaba, desgarré el sobre, quedandoal descubierto la cuartilla que durante estosúltimos años está dando tranquilidad a mi vidapero inquietud a mi alma.“… nos es grato comunicarle que DoñaEncarnación Garvín Tejada ha sido admitida enla residencia de enfermos de Alzheimer…”[18-02-2011]11

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