Haarlem y viendo que la redención impuesta a laciudad no llega para pagarles, reclaman los 28meses de sueldo que se les adeudan. Ni Fadrique,ni el popular Chapino Vitelli, ni el propio Alba,que les conmina y hasta les ruega desdeAmsterdam pueden convencerles de que vuelvana la obediencia. Solo el pago de 30 escudos porcabeza al cabo de más de un mes de motínresuelve provisionalmente la situación.Curiosamente la noticia del motín de losespañoles en Haarlem, en un primer momentollena de aprensión a Orange, quien teme que suejemplo se contagie a sus propias fuerzas, tambiénimpagadas. Pero vistas las cosas con perspectiva,el amotinamiento le favorece. Las tropasespañolas tardarán en ponerse en campaña contrasu siguiente objetivo: la villa de Alkmaar, en elWaterland (literalmente “país de agua”) del nortede Holanda. Cuando lo hagan la ciudad ya sehabrá reforzado, y al verse apretada, romperá losdiques e inundará el campo realista obligando alevantar el asedio.Es la última acción de los Alba en los PaísesBajos. Aunque coincidiendo con la toma deHaarlem, su rival en la corte, Éboli, ha fallecido,Luis de Requesens llega a Bruselas como nuevogobernador en noviembre de 1573. Al messiguiente, el duque de Alba y los suyos inician suviaje de vuelta a España desandando el caminoque habían hecho en 1567 para embarcarse enGénova de regreso a España. Llegará discutido,desprestigiado y derrotado.En Haarlem se ha decantado la suerte de sugobierno de seis años sobre los Países Bajos. Unarápida conquista de esa ciudad hubiera podidoarrastrar la vuelta a la obediencia de muchas otrase impedido que Orange se consolidara. Alcomienzo de la campaña, Alba todavía podíaacariciar la idea de vencer y dejar como herederoa su hijo Fadrique. Al final, a pesar de la costosavictoria, su prestigio estaba arruinado.Significativamente, sus enemigos sienten un granalivio con la destitución de Alba, empezando porDESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 9 – JUNIO 2012el propio Guillermo de Orange, que ve en lamarcha del duque la oportunidad de consolidar suresistencia en las provincias del norte. El militaringlés Roger Williams, que combate junto a losrebeldes contra los españoles juzga un enormeerror de los consejeros de Felipe II esta sustituciónde Alba por Requesens. En su opinión, siFernando Álvarez de Toledo hubiera continuadoen su cargo hubiese terminado por controlar lasprovincias rebeldes, porque “para decir la verdad,la furia y la resolución bien usadas o ejecutadashabían sido los únicos medios para sofocar a esanación” neerlandesa.Luis de RequesensPara la Monarquía Española, las consecuencias amedio y largo plazo, fueron aún más onerosas. Larebelión de 1572, que hasta el asedio de Haarlemparecía que podría ser aplastada como en 1566 y1568, se convierte en una larga guerra de desgastepor la que se van a despeñar, devorándolo todo,las riquezas y los hombres, alargándose durantesiete décadas más.56
HISTORIADESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 9 – JUNIO 2012OBRAS PÚBLICAS Y MODERNIZACIÓN URBANA ENVILLARRUBIA DE LOS OJOS (1760-1765) 1ª parteJuan Díaz-PintadoLa segunda mitad del XVIII fue la etapa porexcelencia en que más puentes se construyeron yrepararon, en coincidencia con el empeoramientodel clima y el aumento de la pluviosidad, por sercomplementos fundamentales de caminos ypoblaciones. Debido a la falta de fondosmunicipales, las desavenencias entre instanciasadministrativas, las a veces caóticascontabilidades de las haciendas locales y laparsimonia burocrática bastantes infraestructurasse habían arruinado o cuando menos, deterioradosin remedio durante la centuria anterior. Unasveces fueron las riadas y avenidas, los desmadresde la corriente, originados por las lluvias deinvierno, los que provocaban el desmoronamientode los machones y acababan destruyendo laestructura, otras, el paso constante de tropas ycarruajes. Mucho tuvo que ver en el apoyo a losproyectos de ensanchamiento de las calzadas y laregulación de la corriente mediante el aumento delnúmero de ojos la nueva figura institucional delintendente provincial, urgido por las demandas deun campesinado que, aunque lentamente,empezaba a ser permeable a las ideas ilustradas deprogreso y mejora. Se aprovechaba el estiajeveraniego y de principios del otoño para levantarlos pilares y desviar la corriente, la denominadaagua mansa, mediante un dique de contenciónformado con dos hileras de palos separados y unrelleno de barro, carrizo y algas (1).Asimismo entre las prioridades de la política demodernización urbana de Carlos III estuvo lamejora viaria, la edificación de nuevasdependencias públicas y el acondicionamiento deotras, bien por ser inadecuadas o por llevar más deun siglo descuidadas.Precisamente para realizar obras en puentes,ayuntamiento y calles venían las autoridades deVillarrubia de los Ojos solicitando licencia alConsejo Real o de Castilla desde 1760, cuyosfiscales no estaban predispuestos en principio ainformar favorablemente estas y otras peticiones57debido a los excesivos gastos que comportaban. Elempedrado de plaza, calles y calzadas se hallabaen mal estado y el de muchos tramos, destrozado,por no haber sido objeto de arreglos durantealgunos años con la consecuencia de dificultar elpaso de personas, caballerías y carruajes y dañarla salud pública, lo que traía causa de las aguasdetenidas. A su vista el ayuntamiento acordabarealizarlos, para lo cual elevaba el 21 de marzo de1760 una representación al Consejo, que ya teníaconocimiento de esa necesidad a través de uninforme del procurador sindico general (2),Alfonso de León, que el 15 y 31 de mayo obteníarespuesta favorable a su demanda, a condición deque los expertos realizaran el reconocimiento yposterior proyecto.Actuando en consecuencia el Consejo disponía el14 de abril de 1761 la salida a subasta de losexpresados reparos y una vez celebrado el remate,que se arbitrara el importe. Pero el plan no llegabaa tener efecto debido, por una parte, al estado dedesolación en que se hallaba el vecindario a causade la plaga de langosta y, por otra, a que el 15 demayo se había considerado más perentorio invertirese dinero en otras obras: la reparación del puentedel Conde (3), sobre el río Gigüela, laconstrucción de uno nuevo en la Madre Chica,paso común de labradores hacia sus fincas y engeneral de todos los transeúntes que tomaban laentrada principal del pueblo, por donde eninvierno no podían transitar personas, caballeríasy carruajes sin atascarse y exponerse a sufrirmuchas desgracias, y el sobrante en la reforma delayuntamiento, a cuyo fin se había pedido yvolvería a pedirse permiso al Consejo el 13 dediciembre de 1760 y 19 de junio de1761.El costo del empedrado estaba regulado en 10.642rs. y el de arreglar calzadas y caminosobstaculizados por barrancos y charcospantanosos, localizados principalmente a laentrada del pueblo, en 6.385 rs., que si laContaduría General de Propios o fondos