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sumario - Bibliotecas Públicas

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A principios de junio los rebeldes, encabezadosesta vez por uno de los históricos gueux de mar,Sonoy, ocupan por segunda vez el dique quecomunica Utrecht con Amsterdam, y también elque une ésta con Naardem, donde construyenfuertes para cortar el paso y resistir. No ya solo elcampo realista, sino la propia Amsterdam, quedaahora amenazada de hambre. Una fuerzaencabezada por Francisco de Valdés yNoircarmes, y la avanzada de mil arcabucerosespañoles llegados a toda marcha desde Italia, sonenviados inmediatamente a recuperar losestratégicos diques.Alba, sin embargo, no las tiene todas consigo y sedesfoga en su correspondencia diciendo que elcorte de estos diques “es lo que siempre he temido[…] que parece necesario aventurarlo todo porecharlos, que de ninguna manera queden”, y encuanto a él mismo “yo quedo de manera que no sécómo he podido escribir estos renglones”. Se hacenecesario distraer cuatro mil hombres en cada unode los diques para impedir que vuelvan a sercortados.Situación desesperada de Haarlem y últimosocorro.Estos fracasos dejan la ciudad en una situaciónimposible de hambruna. Uno de los mandosrealistas, apiadado, describía la situación: “haquerido Dios dar el castigo a los de Haarlem quedio a Jerusalén; porque sabemos que han comidoniños las tetas de sus madres; muerto hombres asus mujeres por que no se desesperasen de hambrey otras muertes desesperadas que ha habido, deespantar en tanta manera que me ha dado la mayorpena”. Los últimos mensajes que se envían conpalomas a Orange se escriben literalmente consangre, anunciando que no pueden resistir más elhambre. En la catedral de San Bavón se cuelgauna bandera negra en aviso de la situacióndesesperada.Los dos primeros días de julio se producencontactos entre los sitiados y los sitiadores. Lasconversaciones tratan de la rendición, pero noconcluyen en nada porque las tropas orangistaspretenden poder abandonar Haarlem con susarmas y bagajes, y con libertad de dirigirse adonde quisieran. Fadrique de Toledo y su padre,que ven por fin a su alcance la victoria después detantos sufrimientos, no piensan permitir quetropas que se han mostrado tan diestras en ladefensa de Haarlem puedan marchar a reforzarcualquier otra villa rebelde.Por sus espías, ambos conocen la situacióndramática dentro de la ciudad y la disensión quecomienza a anidar en ella acerca de la rendición, yFadrique prepara un asalto general para el día 2 dejulio de 1573. Se han cavado canales y preparadoDESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 9 – JUNIO 201254barcas con puente a la altura de las murallas quepermitirán navegar por el foso que rodea la ciudady “desembarcar” en lo alto de las murallas lastropas listas para apoderarse de la ciudad. Sinembrago, cuando llega el momento, se desata unatormenta de viento y granizo que hace imposibleel asalto. El propio ingenio con puente es abatidopor la inclemencia y 40 soldados se precipitan alfoso.Los de Haarlem resisten ahora con la solaesperanza de que llegue un gran socorroprometido reiteradamente por Orange y que, alfin, tras muchos retrasos, es enviado el 8 de julioal mando del ya varias veces infortunado barón deBattenbourg. De nuevo, su suerte es tandesdichada como la de los anteriores intentos desocorrer masivamente a la villa. El socorro locomponen algunas tropas mercenarias francesas einglesas, pero el grueso son inexpertos burgueses,principalmente de Leiden, quizá hasta cinco milhombres con alguna caballería. Los realistas, yparticularmente, las tropas españolas, dan en él ylo destrozan. Alba asegura en sus despachos al reyque quedaron sobre el campo 3.000 enemigos. Esmás ajustado rebajar esa cifra a un tercio de lamisma. Pero el efecto es el mismo: los 300 carrosde suministro que llevaban, nunca llegarán a lahambrienta Haarlem. El propio Battenbourgmuere en el enfrentamiento, los supervivientes sedispersan y alcanzan a duras penas Leiden, dondelos familiares de algunos de los expedicionariosmuertos, protestan y atacan con piedras la casa delmismísimo Orange.Rendición y castigo.La derrota del último socorro convierte eninsostenible la situación de la ciudad asediada.Las tropas que la defienden deciden en un primermomento hacer una salida armada y abrirse pasohacia Leiden, escapando a la vez del hambre y larendición. Especialmente desesperada es lasituación de los valones, franceses y británicos,que saben —unos por haber combatido ya enMons e incumplido su promesa de no volver atomar las armas contra el rey, y otros por serfuerzas extranjeras no reconocidas oficialmentepor sus gobiernos— que no pueden esperarclemencia alguna del vencedor. Los alemanes,unos 600, en cambio, pueden estarrazonablemente seguros de que, al menos, su vidaserá respetada.Las protestas de los burgueses máscomprometidos en la rebelión y de las mujeres,que temen verse sometidos al pillaje de losvencedores si la ciudad queda indefensa hacencambiar momentáneamente la intención de lossoldados. Durante unos días se piensa en haceruna salida en masa, con las tropas flanqueando a

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