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sumario - Bibliotecas Públicas

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diversificada. Así, tenemos por ejemplo, las deespías de James Bond que hemos citado antes, lasúltimas películas del Oeste del maestro John Ford,las bélicas de Robert Aldrich, los péplum italianossurgidos sobre todo a raíz del éxito de Espartaco(Stanley Kubrick, 1960), etc., etc.Ya se van rodando pocas películas del tipopropiamente dicho de aventuras, como porejemplo puedan serlo: Taras Bulba (J. LeeThompson, 1962), Los invasores (Jack Cardiff,1963), Genghis Khan (Henry Levin, 1965), Elvuelo del Fénix (Robert Aldrich, 1965) o El señorde la guerra (Franklin J. Schaffner, 1965).¿Los motivos? Ya hacia el final de la década sepercibe que soplan nuevos vientos en la sociedadamericana, y esto ha de repercutir necesariamenteen su industria cinematográfica. Los alegres años60, con sus manifestaciones de alegre optimismoy vitalidad, van dejando paso a los reflexivos años70. El mundo en general, y la sociedad americanaen particular, van viendo cómo se va alejando unperiodo que se podría catalogar de optimista, quedesembocará, por ejemplo, en el mayo del 68francés o la primavera de Praga, también en el 68;y va dando paso a una época de incertidumbremarcada por las represiones de ambosmovimientos, el estancamiento de la Guerra Fría ola Guerra de Vietnam. El público ya no está paraligeras historias de buenos contra malos y en elcine se va imponiendo una generación de autoresque podríamos catalogar como “algo mássesudos”, si me permiten la expresión, y que yahabía empezado a destacar durante la décadaanterior. Es la llamada Generación de laTelevisión, de la que forman parte autores tandestacados como Sidney Lumet, JohnFrankenheimer, Robert Mulligan, Arthur Penn oMartin Ritt, entre otros, que impregnan su cine deun contenido más de denuncia social, o de críticapolítica.Pero, como termina la película de Conan: “esa esotra historia”, y ahora vayamos a la que nosocupa. Y es que, habiendo quedado el género decine de aventuras propiamente dicho un tantodenostado surgen de repente, en un par de años,tres películas que tienen además al mismoprotagonista y que suponen tal revitalización delmismo que, si no, quién sabe si se hubieraapostado posteriormente por este tipo de cine paraproducir películas como La guerra de las galaxias(George Lucas, 1977) o En busca del arcaperdida (Steven Spielberg, 1981). Y resultacurioso además que el actor que interpreta alpadre de Indiana Jones, el protagonista de Enbusca del arca perdida, sea Sean Connery, quecompone con este personaje un entrañableprofesor universitario mezcla del eruditoGuillermo de Baskerville, de El nombre de la rosaDESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 9 – JUNIO 201228(Jean Jacques Annaud, 1986) y, por qué no, delingenuo Daniel Dravot, de El hombre que pudoreinar.Y ya hemos llegado a presentar la primera de laspelículas sobre las que versa el artículo: Elhombre que pudo reinar. Film basado en un relatohomónimo de Rudyard Kipling (el mismo autorde la deliciosa novela “El libro de la selva”) JohnHuston llevaba ya bastantes años detrás de esteproyecto. Protagonizado el relato por dossimpáticos buscavidas, soldados retirados delImperio Británico en la India, Huston barajóvarias parejas de actores antes de dar con losdefinitivos Sean Connery y Michael Caine. Así,en la década de 1950 se sondeó a los actoresHumphrey Bogart y Clark Gable, y en los sesentacontactó con el tándem formado por PaulNewman y Robert Redford, que luego alcanzarongran popularidad con el western crepuscular Doshombres y un destino (George Roy Hill, 1969),pero que desecharon la idea de Huston y lehablaron de la conveniencia de contar con dosactores británicos para el papel, idea por la quefinalmente éste optó.El hombre que pudo reinar narra la historia de dossoldados retirados que, cansados de deambularpor una India burocratizada que parece cortar susansias de libertad deciden partir rumbo a lavecina, salvaje, y entonces desconocida Kafiristan(actual Afganistán) para proclamarse reyes dealguna de las que ellos intuyen salvajes tribus del

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