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sumario - Bibliotecas Públicas

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HISTORIAS Y COSTUMBRESDESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 9 – JUNIO 2012UNA INVESTIGACIÓN SOBRELOS ZARAMPOMPONES Y LAS ALMORTASAntonio Millán HernándezMuchas veces nos acude a la memoria, alpensamiento, o como quiera llamarse a esa partede nuestro magín que se ocupa de las cosas queson (o lo parecen) intrascendentes. Palabras, idease incluso sensaciones que nos hacen reflexionarsobre su significado u origen. Sobre todo, cuandonos sorprenden al destacar, aunque seasubjetivamente, en las páginas del libro más áridoo la prensa escrita menos “sesuda”. Viene esto acolación, porque hace unos días, buscando algopara leer en nuestra Biblioteca Municipal, meencontré con un ejemplar que captóinmediatamente mi atención; y no me refiero coneste adjetivo a Víctor, el bibliotecario, el cual porcierto es digno de atención y, sin duda, respeto.Me refiero a un libro no sé si ejemplar, en elsentido que le damos habitualmente, pero sí en elde un volumen encuadernado y, por supuesto,escrito.Hasta aquí nada raro, si consideramos que lo quese suele encontrar en una biblioteca son eso,libros. Pero lo que llamó mi atención es que eltítulo hacía mención a los “duendes popularesmanchegos”. Inmediatamente lo abrí, y comencé ahojearlo por ver si encontraba el nombre denuestro duende por excelencia. Me refiero, no al”Martinico”, el cual es más o menos conocido enotros lugares fuera de nuestro pueblo e, incluso,de nuestra comunidad, sino al duende porantonomasia de Villarrubia, al del nombre mássonoro, más recio y pavoroso. Al que asustó ageneraciones de villarrubieros en las nocheslargas y oscuras. El que infunde, todavía, respetoy más que respeto. Porque, cuando en una casavacía se oyen algunos sonidos que nos alarmanal parecernos fuera de lugar, las personas decierta edad siempre pensamos en que sólo puedeoriginarlos una entidad antigua y amedrentadora:El Zarampompón.No podéis imaginar mi decepción cuando,después de repasar varias de sus páginas y releerel índice no pude encontrar el nombre de estehuésped no invitado que nos proporcionó más deun susto en nuestra ya lejana infancia. Ya essabido que donde esté un zarampompón, yapueden quitarse todos los demás habitantes de la“Tierra del Susto”. Porque… ¿qué es unMartinico?: Una presencia más imaginada quevista en la oscuridad del camarón al ir a por unos37chorizos de la orcilla, una sombra huidiza a lavacilante luz del candil cuando se echaba elpienso a la yunta; quizás el “ente” travieso einvisible al que cargar con las culpas cuando no seencontraba el costurero en su sitio habitual o lapaletilla celosamente vigilada había mermado ensu volumen de magro… Y es que el Martinico eraalgo visual y, por lo tanto, fruto muchas veces dela debilidad producida por la gazuza endémica deaquellos años. Además, el Martinico sueleacompañar a la familia que habita la casa donde élactúa, y sus manifestaciones suelen ser mástravesuras que otra cosa; si la familia se va a vivira otro lugar, él es capaz de acompañarla, como enel conocido cuento. El Zarampompón no : elpermanece fiel a los muros viejos, a los decrépitospajares, los semiderruídos ponches, las cuevas detinajas panzudas y las bostezantes piqueras…Como si, fuera del ámbito de la casa donde semanifiesta, desapareciera su poder.. Porque eraasí, en efecto; fuera de esas viviendas antiguas, losruidos ominosos de este duende, apenas eranperceptibles. Su poder para amedrentar era lapresencia ruidosa y “non grata” de un trasgoque, al no poder ser percibido por la vista, seconvierte en algo más amenazador y “asustante”que cualquier otro de su misma especie. Por estasrazones, su querencia por las casas antañonas, lasde” toda la vida”, y su casi nula presencia en lostratados de “duendería y fantasmología”,(exceptuando la tradición popular de Villarrubia),yo proclamo desde estas páginas que elZarampompón es un duende no ya regional oprovincial: es nuestro duende paisano, casifamiliar. Es el huésped no invitado Es, en fin, el“espanto” identitario de nuestro pueblo,Villarrubia de los Ojos.La indignación contra la escritora creció en mipecho y a punto estuve de formular una queja anteel bibliotecario. Después lo pensé mejor y creíque era más pertinente escribir éste artículo comodesagravio. Porque este duende estaba presente“de verdad” cada noche cuando estabas tumbadoen la cama, incluso cuando te hallabas sólo enuna habitación libre de otros ruidos en cualquierlugar de la casa. Y lo oías; aunque no quisieras. Site tapabas la cabeza, lo oías; si te ponías lasmanos sobre los oídos, cuando los descubrías, loseguías oyendo. Porque este duende tan nuestro,

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