Revista 25 aniversario - eoi de salamanca - Junta de Castilla y León

ocasiones de una forma instintiva, apoyándonos en los
conocimientos previos, en las similitudes de las
lenguas y en la capacidad de relacionarlas.
Y lo que es más importante que tanto el concepto
como sus aplicaciones didácticas pueden servir no sólo
en Europa sino en el mundo para el aprendizaje de
cualquier lengua ya sea con un enfoque singular o
bien con uno plural.
Además, los enfoques plurales contribuyen al
desarrollo del interés por las lenguas y las culturas, de
la curiosidad hacia ellas, de la confianza del alumno
en sus propias capacidades de aprendizaje, de las
competencias de observación y análisis de cualquier
lengua, de la capacidad de apoyarse sobre la
comprensión de un fenómeno relevante de una lengua
o cultura para comprender mejor (por similitud o
contraste) un fenómeno de otra lengua o cultura.
Y todas estas actitudes positivas con respecto a las
lenguas y su diversidad nos llevarán, afortunadamente,
a desarrollar actitudes positivas hacia las personas que
hablan esas lenguas y hacia sus culturas.
*para los que queráis más información durante el
curso 2008-9 el grupo ILTE impartirá un curso en el
CFIE
Vega Llorente Pinto, profesora de Español para
Extranjeros
Hagamos un poco de historia: las lenguas y
Europa
Hace miles y miles de años en lo que luego sería
Europa se hablaban gran variedad de lenguas. Un buen
día migraciones de distinta procedencia y en distintas
oleadas, trajeron nuevas lenguas de una misma familia
(la indoeuropea), madres de casi todas las lenguas
europeas actuales.
Y por influencia de la incomunicación, las
distancias, el substrato de lenguas anteriores se fueron
esbozando las lenguas que dieron origen a nuestras
lenguas actuales: el griego, el eslavo, el germánico, el
balto,el itálico(latín), el ilírico(albanés), el celta.
Los romanos ya desde el s.III antes de Cristo
llevaron el latín por toda Europa y, exitosamente, a lo
que hoy llamamos Portugal, España, Francia, Bélgica,
Suiza, Italia y Rumanía. En esta época el latín era la
lengua de la comunicación, del comercio y de la
cultura, como antes lo había sido el griego (que seguía
siéndolo en el Mediterráneo oriental). Sin embargo,
con la caída del Imperio también el latín se fue
fragmentando y llegó un momento( siglos IX y X) en
que la gente dejó de entenderse en latín aunque éste
fue conservado por los clérigos en los conventos y
también en la lengua escrita. Se fueron definiendo
entonces las lenguas nacionales.
Para comunicarse con la corte de Viena en 1566, la
reina Isabel de Inglaterra utilizaba el latín. Para
dirigirse al emperador Maximiliano, un año después,
utilizó el italiano. Casi ninguna comunicación que
partiera de las islas al continente se hacía en inglés. En
esa época era un idioma recóndito. Felipe II, casado
con María Tudor, vivió en Londres, pero no aprendió
inglés. Ningún noble español de su séquito lo hablaba.
A los españoles se les reconocía por su gusto por los
caballos, por vestir de negro y por no hablar más
idiomas que el propio. Carlos I había llegado a España
hablando flamenco y algo de francés, su lengua
cortesana. Aparte del latín aquellas lenguas eran las
que hablaban toda la capilla gubernamental que se
trajo de Europa. Pero los nobles alemanes no tuvieron
más remedio que acatar su autoridad dirigiéndose a él
en español por complacerle. En 1536 cuando desafió al
rey Francisco I de Francia ya lo hizo en Español ante
el asombro de la plana mayor de la diplomacia europea
(el Papa incluido) que esperaban un discurso en latín
y que se mostraron ofendidos al no entender nada.
Entonces el rey pronunció las famosas palabras que
fueron la proclamación oficiosa del español como
lengua internacional de curso en Europa: "señor obispo
(el obispo MaÇon) entiéndame si quiere y no espere
de mi otras palabras que las de mi lengua española la
cual es tan noble que merece ser sabida y entendida de
toda la gente cristiana".
En la mente de Carlos I bullía ya una idea que se
parece a la que tenemos los europeos de hoy: crear una
comunidad política y económica y en ese momento
España influía mucho más de lo que lo hace hoy.
Como su lengua la aprendían los demás, los
españoles que salían por el mundo y sobre todo los
castellanos no tenían ganas de aprender idiomas. Los
estudiantes que iban a Lovaina raro era que
aprendieran flamenco o francés. Por eso los conocían.
Los nobles no atendían a nada que no fuera español.
Salvo los que disfrutaban de la vida en Italia que sí
aprendían con soltura italiano, el resto de los
aristócratas era poco políglota. Los soldados de los
tercios italianos también aprendían algo . Ya hemos
hablado de los nobles en Inglaterra: de inglés ni
palabra. Los que iban a Centroeuropa tenían que ser
elegidos entre los de Cataluña o Valencia que habían
estado menos aislados idiomáticamente que los
castellanos o que se habían preparado en latín (menos
practicada de lo que se esperaría en la corte española).
El propio Felipe II que les recomendaba a sus hijos
aprender el latín, el portugués y el francés sólo
dominaba el español. Para la Corte española la
administración pluruilingüe de tanto reino era un
quebradero de cabeza. Y nótese que aprender idiomas
era cosa de la nobleza en esta época. En cierto sentido
les ocurría lo mismo a los españoles que a los
anglohablantes de ahora: no aprendían idiomas porque