20José M. García Montes, Marino Pérez Alvarez, Rubén Fernán<strong>de</strong>z Garcíano baste un bocadillo, sino que haya queecharle dos... En esta situación algo no funciona,algo va mal. ¿No es así?En esta fase no se <strong>de</strong>bería dar ninguna respuestadirecta a ninguna pregunta <strong>de</strong>l paciente.Se recomienda utilizar expresiones<strong>de</strong>l tipo “tal vez...”, “pudiera ser...”, llegandoincluso a generar dudas sobre la propia competencia<strong>de</strong>l terapueta (p.ej., “me he confundidomuchas veces y tal vez también me estéconfundiendo ahora”). Ante cualquier intento<strong>de</strong>l paciente por tratar <strong>de</strong> encontrar algunasolución a su problema, <strong>de</strong>bería contestárselecon otra pregunta (p.ej., “¿y eso te ha dadoresultado, ha funcionado?”). Se entien<strong>de</strong> queesta fase ha sido parcialmente cubiertacuando el paciente muestra expresiones <strong>de</strong>confusión (a lo que se <strong>de</strong>bería respon<strong>de</strong>rsiempre <strong>de</strong> forma positiva, p. ej., “ya veo queestás entendiéndolo todo”) y, al mismotiempo, cuando el terapeuta muestra algúnsigno <strong>de</strong> inquietud (dudas sobre si el pacienteabandonará el tratamiento, si no le habráhundido más, etc.) La <strong>de</strong>sesperanza creadorano pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rse lograda en unas pocassesiones, sino que <strong>de</strong>berá trabajarse siempreque el paciente muestre, directa o indirectamente,una posible solución para po<strong>de</strong>rllegar a controlar su sintomatología.Trabajo en valoresLos valores son el corazón <strong>de</strong> ACT. Laaceptación <strong>de</strong> los estados psicológicos molestosno tiene ningún sentido si no se haceen el marco <strong>de</strong> los valores <strong>de</strong>l cliente. Ahorabien, valorar es una acción y no un sentimientoo una emoción (11) . Con ello sequiere <strong>de</strong>cir que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ACT, los valores <strong>de</strong>las personas se muestran en su comportamiento.A su vez, también es relevante que no seconfunda la valoración con las razones queuno da para actuar. Cuando uno se comportaen una dirección valiosa lo hace con razones,pero no por razones. Dicho en otros términos,las razones (por po<strong>de</strong>rosas que sean) nojustifican nuestro comportamiento. Un ejercicioque preten<strong>de</strong> ilustrar esto es el llamado“ejercicio <strong>de</strong> elecciones”. El terapeuta tomados objetos cualesquiera <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho y pi<strong>de</strong>al cliente que elija uno u otro. Tras haber realizadola elección, solicitamos a nuestrocliente que nos diga las razones por las queha elegido uno <strong>de</strong> los objetos y no el otro. Elterapeuta ha <strong>de</strong> reconocer que esas razonesque el cliente ofrece son ciertas, válidas yconvincentes pero que, siendo así (teniendoesas buenas razones), podría haber elegido elotro objeto. El ejercicio se repite hasta llegara un punto en que el cliente, cansado <strong>de</strong> realizarloinfinitas veces, dice que ha elegido unobjeto y no el otro “porque sí” o “porque leha dado la gana” o alguna otra respuesta similar.Se trata, entonces, <strong>de</strong> hacerle ver queese era justamente el punto al que queríamosllegar: En el último extremo uno eligeporque sí, no por unas u otras razones. Esconveniente traer a colación este ejerciciosiempre que el cliente justifique su conductapor ciertas razones (“no lo hice porque enesta situación no hubiera sido <strong>de</strong> buena educación...”,“me hubiera sentido peor...”, etc).Para clarificar los valores <strong>de</strong> los pacientesexisten una serie <strong>de</strong> cuestionarios y formularios(9) que pue<strong>de</strong>n ser <strong>de</strong> ayuda tanto al terapeutacomo al cliente. Es importante, encualquier caso, que no se entienda la clarificación<strong>de</strong> valores con una rigi<strong>de</strong>z que <strong>de</strong>svirtuaríasu propósito. Se trata <strong>de</strong> saber quées lo realmente importante para la personaque acu<strong>de</strong> a consulta. Hay muchas formas <strong>de</strong>averiguar esto y es opción <strong>de</strong>l terapeuta inclinarsepor una más formal u otras menosestructuradas.En todo caso, una vez que setocan los valores <strong>de</strong>l cliente sería importanteque la primera pregunta que se le hace
Refundar la terapia <strong>de</strong> conducta: una propuesta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la terapia <strong>de</strong> aceptación y compromiso 21cuando entra en sesión no sea “¿cómo te encuentras?”o “¿cómo va la ansiedad?”, etc.;sino cuestiones <strong>de</strong>l tipo “¿qué has hecho estasemana en dirección a tus valores?” “¿quécosas importantes para ti has hecho estosdías?”, etc. Es <strong>de</strong>cir, ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarse bien claro,tanto <strong>de</strong> forma directa como indirecta, que loimportante no es la sintomatología <strong>de</strong>l cliente;sino sus acciones en dirección a valores.Son varios los problemas que pue<strong>de</strong>nsurgir en esta fase. Des<strong>de</strong> luego, uno <strong>de</strong> losmás comunes es que el paciente reconozcasólo ciertos valores socialmente aceptados;mientras que oculte otros más problemáticos(dinero, fama, diversión, sexo, etc.) El terapeuta(y, por supuesto, también el cliente)<strong>de</strong>be tener presentes todos los valores (tantolos “buenos” como los “malos”). Será difícilque el cliente progrese si se trabajan sólociertos valores y se <strong>de</strong>scuidan otros tan omás importantes que los que el contextosocial permite reconocer públicamente.Otro problema muy común en esta fase esque el cliente ponga sus dificulta<strong>de</strong>s psicológicas(la ansiedad, la tristeza, las obsesiones,las ganas <strong>de</strong> consumir, etc.) como impedimentospara conseguir ciertos valores (“loharía si no me pusiera tan nervioso”, “intentaríalograrlo si pudiera sentirme un pocomejor”, etc.) En or<strong>de</strong>n a trabajar estas “barreraspsicológicas” se recomienda utilizar la“metáfora <strong>de</strong>l autobús”. Se propone al clienteque la situación en la que se halla podría sersimilar a otra en la que él fuera un conductor<strong>de</strong> un autobús. En <strong>de</strong>terminada parada <strong>de</strong>l recorridose suben en el autobús unos pasajeroscon “malas pintas” (mal vestidos, con aspectoagresivo, etc.). Estos pasajeros permanecenen su asiento sin hacer <strong>de</strong>masiado ruido nimolestar <strong>de</strong>masiado, pero en cuanto el conductor<strong>de</strong>l autobús <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> tomar una cierta dirección(por ejemplo, dirigirse hacia la <strong>de</strong>recha)los pasajeros se le acercan y le empiezana molestar e intimidar <strong>de</strong> muy variadas maneras.Para no tenerlos encima incordiando, elconductor <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> tomar el camino que sehabía propuesto, con lo que consigue que lospasajeros molestos se calmen y regresen a susasientos. Ahora bien, la próxima vez que elconductor pretenda tomar el camino <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha,los pasajeros volverán a saltar y hacerruido hasta que el autobús vuelva a la direcciónque los pasajeros molestos quieren.Como pue<strong>de</strong> verse, aunque el conductor esquien tiene realmente las manos en el volante,el autobús viene guiado por los pasajeros molestos.¿Qué se podría hacer en esta situación?Es bueno que el cliente nos dé contestacionesa esta pregunta dado que, seguramente, reflejarána los intentos <strong>de</strong> solución que él hayaadoptado. Por ejemplo, nos pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que loque hay que hacer es “echar a los pasajeros<strong>de</strong>l autobús”. Si nos da una respuesta comoésta po<strong>de</strong>mos enlazar la metáfora con su situaciónactual y preguntarle si él ha conseguidoechar <strong>de</strong> su autobús a la “ansiedad” o a la“tristeza” o a las “obsesiones”, etc. Parece, enefecto, que los pasajeros no se <strong>de</strong>jan bajar confacilidad y que muchas veces el coste <strong>de</strong> intentarbajarlos ha sido tener <strong>de</strong>tenido el autobúsdurante bastante tiempo. Las posibles solucionespasarían, entonces, por tomar ladirección que uno quiere asumiendo (aceptando)que los pasajeros van a molestar, van aamenazar, van a intimidar, van a hacer ruido,etc. Tal vez, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> varias veces en quesus intentos <strong>de</strong> chantaje no funcionen, terminencallándose (o tal vez, no). Lo importante,en cualquier caso, es que ahora quien <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>la dirección <strong>de</strong>l autobús es el cliente y no lospasajeros.La solución como problemaDado que se está sosteniendo que el problemano es la ansiedad, o los nervios, o latristeza, etc., cabría preguntar ¿cuál es, entonces,el problema? Pues bien, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el
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