16VIRGINIDAD Y CELIBATO, HOYmada a la «comunión» y a la «transfiguración», mientras que a todoslos creyentes se les pide rendir cuentas de la esperanza y delsentido de la sexualidad en el mandamiento del amor que el Señorha dejado para todos. Una explícita profesión de fe, en el subtítulodel libro del padre Cencini, pone bien alto el listón, y a algunospodrá parecerles un tanto atrevida: Por una sexualidad pascual.Comunicación de fe, el libro, instrumento precioso para la formación(inicial y permanente), escrito con el estilo de la comunicacióninmediata, fácil, rápida, fresca, llena de ejemplos, de referenciassugerentes, con un punto de ironía desmitificadora, revelauna marcada originalidad ya en la elección de la estructura de todoslos capítulos: al comienzo, la palabra de Dios da el tono generalde cada capítulo; después, una reflexión progresiva acercadel sentido de la virginidad, sobre cuya base se propone luego unaverificación a partir de la experiencia, es decir, considerando losdesafíos, los fracasos y las superaciones de que está llena la historiade cada persona; por último, hay un estímulo particularmenteimportante, en la conclusión de cada capítulo, en forma de citascualificadas y ofrecidas como propuestas de lectura que abordande forma iluminadora el tema tratado en el capítulo. Podríamosdecir que, de este modo, cada capítulo concluye con una paradapara mirar atrás el camino ya recorrido y transmitido por los padresde la Iglesia de Oriente y de Occidente; una parada para miraralrededor en el panorama de los testimonios de la literatura espiritualo teológica; y, finalmente, una parada para dejar que el corazóncante su herida o su admiración en el lenguaje de la poesía,la cómplice más frecuente de la mística. La originalidad de este librosobre la virginidad es su perfume de testimonio y la alegríaque sugiere el estilo y la economía del texto. Un leitmotiv particularmentevalorado: lo importante no es la pureza del virgen, sinola bienaventuranza del virgen en su pureza (cap. 5), porque, en negativo,éste es el drama de tantos célibes infecundos en su elección:su infelicidad. Hay en esta afirmación un desplazamientosignificativo: del ámbito moral al ámbito ontológico, del ámbitoapologético al ámbito estético.Esto nos recuerda lo que escribe Pavel Florenskij a propósitode la «castidad» (semejante a «virginidad», en el vocabulario de lavida monástica), que en ruso se dice tselomudrje, palabra com-
PRÓLOGO 17puesta de dos términos, tselo (integral) y mudrje (sabiduría). Estareferencia ayuda a comprender que la castidad cristiana concierneal ámbito de la persona, no desde el punto de vista de su sexualidad,sino en la perspectiva de la integridad de la sabiduría a la quees llamada. Tselomudrje viene a significar la unificación de la personaen torno a un conocimiento de sí y de los otros, de la vida engeneral, y de Dios, experiencia madurada como una bienaventuranza:la bienaventuranza de los puros de corazón. Por el contrario,el pecado es agnosia (no conocimiento) y ruptura (no unidad)que nos lleva a vivir dispersos, desorientados, de modo esquizofrénicocon varios centros e identidades, pero sin «un» corazón, elórgano que indica el punto más íntimo y sólido de la persona unificadaen el amor. La castidad, afirma Florenskij, es, por consiguiente,una manifestación de la sabiduría del corazón y de la bellezaespiritual, «belleza cegadora de la persona luminosa». Nohay nada más hermoso que una persona que sigue a Cristo en elcamino de la santidad, «nada más hermoso que una persona que,en la oscuridad misteriosa de la actividad interior, ha llegado a detenerel torrente fangoso de las preocupaciones pecaminosas y, repletade luz, revela en sí la imagen de Dios, resplandeciente comouna piedra preciosa. [...] Así pues, la finalidad de la vida ascéticaes percibir todo lo creado en su victoriosa belleza originaria. ElEspíritu Santo se revela a sí mismo en la capacidad de ver la bellezade la criatura» 3 . Lo afirma el padre Amedeo al final del libro:el virgen, por el hecho de que se ha dejado formar por la bellezadel Espíritu, es artífice de belleza (cap. 12).He aquí otra novedad en el enfoque: al hablar de la virginidad,no se indican los vacíos, sino las plenitudes. La virginidad procedede un amor acogido y manifestado (no sólo de una «renunciaa»). Manifiesta la presencia eficaz de Dios en el corazón mientraslo colma de vida divina y lo vacía de muerte. La virginidad es relacionalpor naturaleza (cap. 11) y, como tal, implica un estilo devida (no es sólo renuncia a la familia). Diremos con el padreCencini que la virginidad es creadora de una cierta cultura de las3. P. FLORENSKIJ, Colonna e fondamento della veritá, Milano 1974,pp. 140-141, 279, 370.
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