CATE Q U E TICA - Editorial Sal Terrae

332tan este presentismo: la publicidadsiempre es actual, dinámica, inmediata.Si además, en la familia se viven tambiénestos valores: ¿qué otra salida,arma, puede tener el adolescente ante elbombardeo al que está sometido?Este presentismo nos conduce, entreotras cosas a la pérdida de la memoriahistórica, del sentido histórico, de la tradición;tampoco se entienden los proyectosa largo plazo. Con estas dos dificultades,¿cómo van a entender nuestraspropuestas?En otro orden de cosas, cabe destacarque el joven se ríe de sí mismo, no setoma en serio y desea vivir su adolescenciahasta el máximo (de tiempo):después del estrés, el síndrome de PeterPan (Friends, Ally McBeal son series detelevisión con gran éxito, protagonizadapor treintañeros con problemas –derelación, la mayoría- de adolescentes; elbotellón con 30) es el número uno denuestros síntomas. Además, y en estemismo sentido, el joven se vive en continuacrisis, desenfocado o con pérdidasde identidad (como canta Melon dieselen su canción El hombre ante el espejo).Por último, hacer referencia al cultivode lo prepolítico: los grupos de iguales,con mismos intereses, están en alza. Perosiguen siendo grupos cálidos, estructurasde plausibilidad, con los mismos gustos,que busca más el reconocimiento que laacción, etc. Le mueven lo ecológico(Prestige), lo político (Irak), la paz, etc.Pero todo en un tono muy light, muy alestilo de Lady Di: por la mañana hagoacto de presencia en una manifestaciónpor el Prestige, pero después soy incapazde trabajar un año en una ONG de suciudad. Lo ecológico es muy fuerte, peroestá cosificado. La naturaleza es un objetode ocio (turismo rural, deportes denaturalez –outdoor), o un emblema,icono de moda. Sus intereses sociales yecológicos, en cierta manera, son unreflejo de los valores que en esta sociedadimperan: intereses a corto plazo,muchas veces movidos por la moda.3. DESENCUENTROS:3. DIALÉCTICAS DE DOS MUNDOSEntendemos como desencuentroesos vacíos comunicacionales que bastantea menudo se dan entre nosotros ynuestros jóvenes. También lo podríamosllamar encontronazos en más de unaocasión. Son algo más que malentendidos:son, en todo su sentido fuerte,incomprensiones: nosotros no comprendemos(no aceptamos, no admitimos)ciertas características de su mundoy ellos, por su parte, hacen lo propiocon el nuestro. Conviene insistir en quees un hecho mutuo, que más que vivirsecomo ruptura dolorosa, se lleva conla más absoluta indiferencia. Acabamoshablando del sacrificio, la entrega y lacruz mientras ellos escuchan educadamentesin saber qué profundidad tienenesas palabras (algunos de nosotros, tampoco).Y viceversa: ellos vienen a contarnossus inquietudes, sus miedos, susilusiones, sus aficiones y nosotros escuchamos,también educadamente, perosin comprender cómo, para un niño de17 años, puede ser tan fundamental ir aun concierto de Operación Triunfo.De los desencuentros que ellos tienencon nosotros hablaremos en los últimosCATEQ U ET I C A