ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA233Hombre sin melindres, el francés fue igual de lejos que los indios en lo delcomer los más variados productos de la naturaleza. Habiendo degustado elmaquey escribe: «Lo que se llama soldado es, como los cangrejos, una especiede langosta cuyo nombre científico es «cancellus marinus». Se encuentrapor todas partes, en las orillas del mar y es comestible de buen sabor».De palomas, tórtolas, gansos y patos salvajes hace mención y subraya:«Lo que se ve más ordinariamente en los corrales, son las gallinas pintadasque han sido llamadas de guinea; los pajuiles que se encuentran en grannúmero a lo largo de río Neiba, y los faisanes». En lo que toca a los faisanes,señalados a menudo por los historiadores y viajeros, su crianza, a menosque no fuera de manera excepcional, no fue costumbre en nuestro paísdespués de este siglo XVIII. Ya en los últimos años del siglo XX, el CentralRomana, para fines deportivos y para goce gastronómico de algunos mora-Azúcar crema,más sustanciosa que lablanca refinada.dores de la región y otros sibaritas, tuvo una crianza relativamente importantede estas aves.Menciona el padre Charlevoix a los flamencos y luego de ponderar su bellezaexpresa un juicio que por de sí lo define gastrónomo: «Las plumas delflamenco son de bellísimo encarnado, mezclado de blanco y negro. Es del tamañode una gallina ordinaria de India, pero su carne no es comestible, exceptuando,la lengua, que es un bocado exquisito». Como esto de la lenguadel flamenco, no todo lo mencionado por Charlevoix era comida de los habitantesde Santo Domingo, pero la mayor parte de las cosas por él nombradassí lo fueron y, por consiguiente, sobrepasaban la limitada dieta de la carney el chocolate.Es bien sabido que Santo Domingo no producía para poder atraer compradoresdel mercado internacional, pero recordemos que el monopolio queEspaña mantenía frente a sus colonias era más que suficiente para desalentarcualquier iniciativa en el negocio de productos de exportación.En esta primera mitad del siglo XVIII, la vida seguía siendo bastante elementalen no pocos aspectos, pero los zigzagueos de la historia habían hechodel comercio con la colonia francesa lo que antes significó el contrabando,con el aliciente de que a estas alturas de la historia ya no eran posiblesmás despoblaciones. Los franceses se habían encargado, a fines del sigloXVII, de hacer la última, despojando a los españoles de la parte occidentalde la isla e instalándose en ella. Por otra parte, la política internacional habíacambiado y las relaciones entre las coronas de España y Francia estabanentrelazadas por vínculos familiares.El desarrollo de la colonia vecina basado en grandes factorías de azúcar,café, cacao, índigo, tabaco, algodón, era tal que los colonos franceses desistieronde la crianza de ganado para carne y de animales de trabajo por considerarque no les resultaba beneficioso ocupar grandes extensiones de tierrapara esos fines. El Santo Domingo español tenía suficiente ganado para satisfaceresas necesidades. Esto contribuyó a que el negocio entre las dos coloniasse acrecentara, basado en el trueque de animales por ciertos produc-
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA234tos alimenticios europeos que no llegaban desde España, entre ellos los pescadossalados, la harina y el vino, aunque la preferencia la tenían las telas yalgunos instrumentos de labranza.Sin embargo, el comercio con la colonia francesa no podía de buenas a primeraspromover el desarrollo de la española, pero la mejoría era notoria enlos hateros y negociantes de ganado. Pero esto no influyó para que buena partede los historiadores y narradores de la época cesaran en su empeño de hacerde Santo Domingo una pintura tenebrista. El descrédito no sólo respondíaal interés personal de esos escritores, pues los pertenecientes a la coloniaespañola pretendían con ello mover las voluntades de la metrópoli a favor deldesarrollo de esa parte de la isla. Por ejemplo Antonio Sánchez Valverde,criollo, jurista, racionero de la catedral, escribía con esa intención. No otroimpulso le llevaba a poner la alimentación del hatero como ejemplo de la pobrezaexistente en la colonia: «Desayunase el más acomodado con una xicara(jícara) de chocolate y un poco de pan, que cuenta tantos días de cocidocomo el amo de viaje. La comida consiste en arroz y cecina con batatas, plátanos,llame (ñame) y otras raíces, a cuya masticación acompaña el cazave envez de pan. Los más delicados llevan pólvora y munición para matar algunaave, o tienen crianza de ellas cuyos huevos y algún pollo es el sumo regalo».A Valverde le siguió Moreau de Saint Méry, quien en su obra Descripciónde la parte Española de Santo Domingo describe la comida del hatero de la siguienteforma: «El desayuno consiste en una taza de chocolate o de café, ode infusión de genjibre y un plátano asado. En la comida y en la cena, hayarroz, raíces y frutas del país, tales como papas, ñames, casabe, plátanos ycarne a veces fresca, pero lo más generalmente salada o ahumada, pues loshuevos y la aves son verdaderas golosinas». Esta explicación del funcionariofrancés acerca de la dieta del hatero nos lleva a pensar que acomodó susjuicios copiando la obra de Valverde, tanto más cuanto que a todo lo largode su trabajo cita repetidamente al escritor dominicano.Un poco más tarde, en el primer cuarto del siglo XIX, el dominicano Antoniodel Monte y Tejada, en su Historia de Santo Domingo hace a su vez unaHuevos de las gallinasdescendientes deaquellas que llegaronen 1493 en el segundoviaje del Almirante.