ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA344rurales en labores agrícolas. De esa fecha en adelante la inmigración fue aumentandopaulatinamente. En Santo Domingo y en casi todas las ciudadesdel país establecieron restaurantes.Actualmente se calculan en unos 15.000 los inmigrantes de esa nacionalidad.Sus descendientes de primera, segunda y tercera generaciones sumandecenas de miles, innumerables los que han alcanzado prestigio, tal vez, porhaber seguido fielmente el consejo de Confucio: «No temas avanzar lentamente,teme sólo detenerte».En China, en aquella tierra vasta y populosa, la gastronomía tiene unaimportante raíz común y, al mismo tiempo, grandes definiciones regionales,cada una de ellas con su propia historia social, su clima, y sus costumbresparticulares. La imaginación del pueblo chino hace comparaciones entreunas y otras cocinas regionales encontrándole parecidos a seres humanoscon especiales atributos: los platos de una región se asemejan a una lindadoncella del sur, otros a un hombre fuerte del norte, los de otras regiones seidentifican con un señorito elegante, un académico, un literato y así cadazona geográfica acude a un personaje sobresaliente para exaltar aun más lavalía que atribuye a su particular gastronomía.En la República Dominicana el mayor número de inmigrantes son originariosde Guandong, provincia donde se crea la comida cantonesa, una delas más famosas del Oriente asiático.Habiendo encontrado en los dominicanos una impenitente afición porlos vegetales, la carne de res, de aves, el pescado, los mariscos, los crustáceos,emparentados con productos de la alimentación oriental, no les fue difícil alos cocineros chinos hacer de sus restaurantes y fondas buen cobijo para lasatisfacción del paladar criollo. Esta compatibilidad encontró en esos establecimientosotros atractivos: el arroz y la baratura de la pitanza.Una prueba de hasta donde ha calado la valía de la cocina china en la cocinacriolla lo es el chicharrón de pollo. «Men el chino», que así se le llamabaamigablemente, aplicó su arte de freir a esa ave inventando una innovadorareceta en la que el ron forma parte de los ingredientes principales. El re-Carambolas, frutaestrellada en su forma,comienza a abrirsecamino entre losdominicanos.sultado de ella fue la creación de uno de los platos más degustados por los dominicanos.El restaurant del que era propietario se mantuvo durante más decincuenta años como el non plus ultra de la cocina china en nuestro país.Eggs rolls, sopas chinas, won ton, chop suey, chofán, arroz frito, costillitasde cerdo dulces, platos hechos a la parrilla, carne de res, de cerdo, deaves y camarones, objetos de fórmulas variadas, son los más conocidos porla generalidad de los dominicanos. La mención de esos platos no limita elgusto de los dominicanos por esta cocina, puesto que en nuestro país existegente bien enterada de esta gastronomía y, además, nunca falta algúncurioso o un esperanzado gourmet que enfrentados a un copioso menúsean capaces de aventurarse de manera incondicional en la escogencia dealgo desconocido. Con la comida china el riesgo siempre satisface el paladarde los osados.
CONCLUSIÓNPáginas de abandono y soledad las que escribe la historia del Santo Domingocolonial. Casi verdad para esta isla aquel refrán que quiere ser excusa justificadoray que reza: «Culpas del tiempo son y no de España». Ingrato fue eltiempo con sus habitantes, porque ninguna otra posesión española, francesa,inglesa u holandesa del Caribe vivió tan olvidada y tan a la intemperie comola que ostenta el blasón, para bien y para mal, de Primada de América.Entrecogida por el capitalismo francés, inglés y holandés y por la tardanzadel desarrollo español, Santo Domingo fue víctima de ambos. Mutiladasu integridad territorial a comienzos del siglo XVII, se recreció el desinterésde la metrópoli hasta prolongarse por mucho más de dos siglosLas naciones extranjeras que se acercaron a la isla no lo hicieron para darsino para quitar, para desposeer, para desvincular a sus pobladores de la aficiónal terruño y despersonalizarlos de lo que habían ganado en identidad.Con uñas y dientes tuvieron los criollos que defenderse, y lo hicieron conuna voluntad que sobrepasaba la pretendida fidelidad a amores de Madre Patria,porque era pasión por lo propio, nutrido en la pertenencia a una novedosaconstrucción histórica vocacionada a abrir caminos al ser nacional.El desasimiento tuvo sus compensaciones, porque la creación cultural deaquella comunidad solitaria tenía ese contenido de autonomía y porque la