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ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA282«...para sus particulares propósitos...», escribió un libro al que puso como títuloSanto Domingo, su pasado y su presente. En su estancia entre los dominicanos,el periodista comprueba la pobreza existente en el país y hace estejuicio: «...todas las clases, y de aquí se sigue que las clases altas manifiestenun sentimiento de reserva frente a los extranjeros que no responden a susdeseos ni tradiciones». A Hazard le sucedía lo que a no pocos foráneos, quesin ponderar las razones históricas de las costumbres de un país y el por quéde su estilo de vida, establecen comparaciones mecánicas, tomando comoparadigmas de civilización las expresiones culturales de su patria para hacercrítica de la que no se les asemejan. Comprobar que las clases altas manifestaban«...un sentimiento de reservas frente a los extranjeros...» era no tomaren cuenta o ignorar la situación del país, de sus ciudadanos, en aquel 1871en el que el gobierno de Buenaventura Báez estaba al borde de obsequiarlotodo entero a los Estados Unidos de Norteamérica. Y él, Hazard, era norteamericanoy favorecedor de esa escandalosa gratuidad.En su primera experiencia culinaria Hazard habla de un desayuno conplátano asado y luego, a mitad de mañana, en Cotuí, en casa de un alcalde«...unos huevos fritos con ajo y cebolla servido con casabe mojado en aguatibia, y otro de arroz».Una vez más menciona el cultivo del trigo entre Moca y Santiago. Observaque en los conucos, el plátano era la mayor siembra, aunque no deja de advertirla existencia en él de naranjas, guisantes, (se supone que guandulesH.T.D.) frijoles, tomates, maíz, calabazas (auyamas) «...y numerosos frutos delpaís». De la iguana, «...un delicado manjar...» y de las hicoteas deja el cronistaconstancia al tiempo que dice de los cerdos cimarrones: «Los montes estánllenos de estos curiosos animales, generalmente grandes y nervados, y de naturalezamuy salvaje...». Y luego habla del plátano con «...cerdo frito».En las cercanías de Guayubín, en casa de gente pobre, Hazard es recibidode la manera siguiente: «...el hecho de sernos ofrecidos unos ponches calienteshechos con huevos, ron, leche y nuez moscada, no solamente nos pacificaba(se refiere al apetito H.T.D.) sino que además nos satisfacía...».Carnitas de cerdo fritas,crujientes y jugosas.Hazard no era en verdad ni un entusiasta de la gastronomía dominicanani un exigente paladar, más bien podría ser definido como un quisquillosoen sus apetitos, definitivamente condicionado por los hábitos alimenticiosmás rutinarios de su país. Amigo incondicional y creyente de las bondadesde la cocina norteamericana, que para él era de indiscutible calidad, en laIsabela, en su periplo por el norte, rechazando la comida criolla, decide cocinarsu propia pitanza, la cual, como dato curioso y por la alusión a un platocriollo que hace en este relato, damos la receta a continuación: «Creoque mis lectores se habrían asombrado del modo en que mis provisiones fueronconvertidas en un cocido dominicano, pues metí juntos en la marmitaarroz, sardinas, salmón en escabeche, tomates enlatados, pan duro, judías,vino clarete, fideos, sal y pimienta y otros condimentos cuyo resultado dejoa su imaginación...».

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