ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA236ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA237descripción del hatero: «...su tasajo y la leche eran los elementos principalespara el mayoral, su familia y dependientes, a quienes ayudaba tambiénun pequeño conuco, donde cultivaban plátanos, yuca, boniatos».Todas estas citas serían suficientes para demostrar que una cosa era la carenciade riquezas, de dinero, de tecnología, de inversiones, de industrias yotra la alimentación, que no era la europea, sino aquella que correspondía ala realidad colonial de acuerdo a lo que ofrecía la naturaleza tropical y losproductos alimenticios extranjeros que se habían adaptado a esta.Frente a los juicios de los escritores antes citados, nos sentimos tentadosa preguntarnos cuántos pueblos del mundo, en ese siglo XVIII, contaban consemejantes posibilidades para su alimentación. De todos modos, vayamos unpoco más lejos en la argumentación. Nos bastará con hacer algunas reflexionespara comprender el aprovechamiento que durante más de dos siglos habíanhecho los habitantes de Santo Domingo de la versatilidad de los productosalimenticios que tuvieron a mano y de su capacidad creadora en materiaculinaria.Afirmar que con la abundancia de vacas, cerdos, chivos, ovejos los pobladoresde Santo Domingo se encontraban contreñidos a sólo comer carne ytasajo es, insistimos, caricaturizar de manera ligera lo que nos dice el sentidocomún. Sólo mencionar lo que ellos mismos describieron resultaría más quesuficiente para contradecir esas opiniones. ¿Acaso con la carne de estos animalesno se hacían guisos sopas, frituras, albóndigas, chicharrones, morcillas,longanizas, pipían? ¿Acaso no se comían los hígados, los sesos, las patas decerdo, de res, la lengua, el mondongo y otros platos más que de seguro hemosolvidado? ¿Esos platos no eran acompañados de plátanos o guineos o yautíaso mapuey o batatas o yuca o ñame o arroz? ¿Y las habichuelas, los guandules,las habas?, ¿El maíz no existía?, ¿Y las aves, acaso no se criaban gallinas y guineas?¿De los pajuiles, nada? ¿Qué del casabe, las arepas, el mangú? ¿No existíanlos huevos? ¿Y las legumbres? ¿Y las frutas? ¿Eran totalmente ignoradoslos peces y mariscos y crustáceos tantas veces descritos por los cronistas y porlos escritores del siglo XVIII? ¿No se comían ensaladas? ¿No existían aguaca-tes y palmitos? ¿Y los quesos y la mantequilla que desde el siglo anterior seelaboraban? ¿Y el azúcar y la raspadura y los dulces? Hemos hecho hincapiéen los productos básicos existentes en la isla, citando solamente algunas delas formas en que desde hacía más de un siglo se empleaban en la cocina.Aquella no era una sociedad de gastrónomos, pero ya hemos analizado lasrazones por las que había con qué sustentarse y cómo se produjo en ella todauna inventiva culinaria. Tampoco queremos decir que las comidas de todos losdías eran el bíblico banquete de Baltazar, pero es inaceptable la opinión deque ésta se reducía a tocino o cecina o tasajo y a algunos víveres y chocolate.Pero volvamos a los escritos de la época a fin de conocer un poco más de larealidad alimenticia de los dominicanos en el siglo XVIII. En 1764 escribía DanielLescallier un Itinerario de un viaje por la parte Española de la Isla de Santo Domingo,y al hablar de los plátanos nos ofrece un pequeño recetario: «Lugaressembrados de bananeros, plantas que tienen de veinte a treinta pies de alto ycuyas hojas, que tienen dos pies de ancho y diez o quince de largo brotan todasde la cima de su tallo. Su fruto, que crece en grandes racimos, de un espesor deuna pulgada y de seis a ocho de largo, constituye el principal alimento de loscriollos y los negros. Hay dos especies: una llamada plátano y otra guineo. Laprimera es más larga, más dura, de un color amarillo más pronunciado que laotra y de un gusto menos suculento. Estas frutas se comen de infinidad de maneras:asadas, salcochadas, cortadas en trozos menudos, con fricasé de carne,hechas dulce, maduras, crudas etc.». La observación del militar francés acercadel plátano viene a ser interesante por cuanto refuerza lo antes dichoSerá Antonio Sánchez Valverde quien nos ofrecerá más informaciónacerca de la vida en la colonia en este siglo XVIII. Dice este autor que el caféfue llevado a la colonia española por los franceses «...Y ha sido tan a propósitopara este grano, que no hay parte de la Ysla en que no se dé y produzcaprodigiosamente. Es verdad que varía algo en la qualidad y tamaño, segúnlo más alto o baxo de la tierra y otras circunstancias; pero siempre esbueno y en algunos terrenos tan excelente como el de Moca» De seguro serefería a Moka, el puerto de Yemén donde se embarcaba el café más famoso
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA239Granos de café,aferrados aún a la ramaen la que nacieron.en ese entonces. Agrega Valverde que en el Santo Domingo español sólo secosechaba el café para el consumo interno aunque los dominicanos eranmás aficionados al chocolate.Al mencionar la bija y su importancia en el siglo XVI expresa que en estesiglo XVIII su utilización era todavía frecuente «...para dar color y gusto alos manjares y guisos, sin el picor del pimentón, que se le ha sustituido, niel color de la pimienta». De más está decir que la bija tenía uso diverso, enrazón de que no sólo se utilizaba para dar color y sabor a la carne, sino tambiénal arroz, sobre todo a los moros. Debemos señalar que actualmente algunosfritangueros sazonan el pollo con naranja agria y otros condimentos,entre ellos la bija, hasta dejarlo de un color rojizo agradable a la vista.Habla este escritor de las frutas y del jengibre, y de éste considera que erauna «...excelencia para el desayuno en lugares húmedos...». Podemos agregarque hoy día no sólo en sitios con las condiciones climáticas señaladaspor Valverde se hace la infusión de jengibre sino en todo el país. En las madrugadasde nuestro invierno, en las esquinas de muchas ciudades, junto alcafé, se vende la tisana de esta cengiberácea.De las vacas y los cerdos expresa lo siguiente: «Después de los primeros25 años de nuestro siglo se salía a la caza de estas dos últimas especies y sevendían a vilísimo precio. Todavía hay casi en toda la isla, aunque no en tancrecido número». Y agrega: «En cuando al ganado Bacuno y Cerdos, es sincomparación mayor la cantidad de los Alzados o Extravagantes y por otronombre Orejanos, por falta de marca en la oreja, que la de mansos».Acerca de las aves escribe el racionero que «No será fuera de propósitodar aquí alguna noticia de su abundancia en Aves y Peces, que hacen unconsiderable ramo de la subsistencia y que rebaja otro tanto del consumoque sin este auxilio se haría de los quadrúpedos». Y al hablar de las palomassubraya: «Toda la isla está poblada de quatro especies de palomas...». Y explica:«De estas se matan millares fuera de la Ciudad, principalmente en unmanglar que está al Norte y en todas las estancias de la parte Este. Quandoel viento es un poco fuerte que pueden levantarse mucho, es diversión ordinariasubirse a las azoteas a tirarlas».De las gallinas de Guinea y de las tórtolas nos manifiesta que: «Tambiénabundan por toda aquella tierra, van en vandadas de mucho número y sirvende alimento y de regalo en las mesas. Las tórtolas son también abundantísimasy delicadas...». Al igual que las palomas las guineas y las tórtolas secocinaban guisadas, hechas en buen caldero de hierro, donde una sustanciosasolera de sazones antiguos favorecían la calidad del resultado. El agradecimientode los dominicanos de hoy por tan suculenta herencia se expresafrecuentemente en la marmita hogareña y en restaurantes.Faisanes, flamencos, cocos, gallinas, yaguazas gallaretas y otras aves vienena ser objeto de la atención de Valverde, sin dejar de hablar de «...PavosReales, que llaman Pajuiles, cuyo hermosísimo plumaje se trae a Europa,...que son mayores que un Pavo y de carne muy sabrosa». Y continúa el racio-