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ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA212ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA213En informaciones y en cartas múltiples, tanto dirigidas al Rey como a otrospersonajes de la Corte, el Arzobispo es una sola queja. El propósito de ponerante los ojos del rey y de otras autoridades metropolitanas un cuadrolamentable de la situación de sus capellanes estaba motivado por la esperanzade recibir como respuesta un aumento de sus rentas. Decía el preladoCarvajal y Rivera: «Los más por no tener un real no comen pan de palo(casabe) y aún los que los usan, días ya que ni por la plata lo hallan. Lacarne en unos si no lo adquiere su lanza, no la ven, y a otros muchas vecesles falta, supliendo todos con legumbres y frutas silvestres, su defecto.Los más andan desnudos unos en los montes como salvajes y otros en lasciudades encerrados en sus casas o bojíos, que solo de noche salen a oir misay los sermones y a buscar por caridad limosna, para unos fritos que comenpara tenerse en pie». Carvajal y Rivera insistía sobre «La falta de pany la harina para hostias...». Y, por otra parte, se dolía de que «Un cuartillode vino costaba un patacón...», que era una moneda de plata que apenaspesaba una onza, tan ligera, que se confeccionaba recortando una láminade plata con tijeras.Bien haraganes debían ser los dominicanos que conoció Carvajal y Rivera,pues con tanto ganado existente no les debió faltar comida si la podíanobtener matando animales con su lanza. «Si no la adquiere su lanza, no laven», decía el prelado. Pensamos también que los habitantes a los que se referíade seguro tenían que andar por lugares equivocados, ya que eran tantoslos montes donde se sacrificaba el ganado para sólo utilizar los cueros,que de no estar perdidos hubiesen encontrado la carne.Habla Carvajal y Rivera de los fritos y debemos apuntar que en ese tiempolas frituras, tanto de carne, vísceras, plátanos, yucas, se vendían en las calles,así como el maní tostado, los dulces de coco y de otras frutas. En el siglo XVIIeste tipo de negocio se había generalizado en la ciudad de Santo Domingo. Enun relato de Carlos Esteban Deive titulado La Guinea Encima e incluido en sulibro La Mala Vida Delincuencia y Picaresca en la Colonia Española de Santo Domingo,al mencionar a uno de los personajes cuenta: «Fray José Ignacio de Hinojosa,ya jubilado, tuvo una abuela que regenteaba una fritanguería de plátanosy carne tras la cocina del convento, bajo un cañafistol»Refiriéndose a los lamentos de Carvajal y Rivera dice Pedro Mir en LosOrígenes del Hambre en la República Dominicana: «Pan y vino. Para un español,la falta de pan y vino es lo que se llama hambre. Porque la verdad esque había de todo».En 1691, apenas un año después del documento de Carvajal Rivera, elAlferez Mayor Franco de Torquemada envió al Rey una «Representación»en la que habla de los alimentos del modo siguiente: «...se asienta que enSanto Domingo por la mucha fertilidad de la tierra, se hallan en abundancia,y a precios muy moderados todos los mantenimientos necesarios para elsustento de las armacones, como son, carnes, casave, plátanos mahiz, arroz,frijoles, y otros granos y legumbres, de que abunda aquella tierra: de todo locual carece la isla de Curazao...».El Oidor Decano de la Real Audiencia Don Fernando de Araujo y Riveraen su Descripción de la Ysla Española registra la abundancia de peces enciertas lagunas y del modo como se pescaban. Acerca de las aves expresa:«...son multitud de palomas bravas, Gallinas de Guinea, de naturaleza deperdices...» En lo que toca a las hicoteas dice: «...de que se hacen sazonadasguisadas en particular en los días viernes». Lo mismo sucedía, como se ha escrito,con el manatí y con la iguana, apreciados como animales marinos y,por tanto, comestibles en los días de guardar. Lo de guisar las hicoteas, es legadoque dejó la tradición indígena, aunque en los siglos posteriores se enriquecerála forma de adobarlos, inclusive agregándole el vino que tanto lefaltaba a Carvajal y Rivera.Luego de mencionar la hierbabuena nos habla el Oidor de otras hierbas:«...muy aromáticas, causa de ser la carne de los animales que se críanpor los tales parajes de superior sazón...». Esta afirmación prueba queAraujo y Rivera anduvo por la línea noroeste, donde se ve que es antiguala creencia, tal vez con razón, de que los chivos de esos lugares se alimentande orégano salvaje, el cual le impregna a la carne un gusto tal que al

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