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señores, pero y este monumento de
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al viejito envuelto en una batica d
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cúlpame, fue un error. Traté de a
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nasio Cubierto y luego caminaba com
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traban el cadáver de Asura en la s
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unas conchas secas de cangrejo y Ne
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«Hijo, hijo, sólo Dios dispone, s
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Técnica quirúrgica Me contaron, c
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estudiado en estas mismas aulas y h
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grafía que estaba enamorada de él
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écil de verdad—. Mesié estaba l
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Todo idioma sagrado es secreto. Oct
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ni una palabra, me soltaba una pata
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se va a reír y se lo van a contar
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Máximo que no siente el cañón de
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gra, palabras entrecordatas ¿gemid
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no gritaba tanto: gemía suavemente
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pre. En la pared blanca de la morgu
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su presa desde la alcantarilla. Un
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que se llame así? Tegucigalpa. Deb
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tras escuchaba los jadeos de su jef
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que al final les quedó. Elisa que
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de cangrejos que le apuntaban con s
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Guardia, un comando tuyo le voló u
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das» recordó las palabras de Prot
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tro parecían hormigas cansadas. Sm
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traslado alguno. De huellas dactila
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presión que producían sus cientoc
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ta años o más, vestida como ama d
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el domingo pasado en el Guaire. Era
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la caída del sol y amanece reparti
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Decidió ver pasar las horas sentad
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—Coño, me haces daño —decía
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—Cuéntame de los Carvallo, Pénd
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La última guardia como alguien que
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Supuse techos altos, un escaparate
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dos al hígado con un bate, del ros
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Historia de una alfombra Cuando llu
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—¿Le di? —No. Luego el golpe s
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Vida moderna Tal como está dicho,
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el llanto del niño. Afuera, las ot
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la habitación de los niños, aquí
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compró también una botella de ron
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Zamuros Me verás caer como una fle
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en la Univeridad de Stanford (se es
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del trauma psíquico de modo convin
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de allí, como envuelto en una burb
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con la tenacidad de un alpinista. I
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Índice
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La piel del lagarto, de Jorge Rodr