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El cuerpo y la voz

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Sonia García López<br />

él era mucho mayor que yo, y no se había casado nunca. Era soltero,<br />

y me cayó muy bien porque era un personaje fuera de su ambiente<br />

y de su tiempo. De aquel hombre singu<strong>la</strong>r me atrajo un no-sé-qué<br />

vagamente ácrata. Era agnóstico y pacifista, indiferente a <strong>la</strong> opinión<br />

de sus cuatro hermanos, que habían combatido en <strong>la</strong>s fi<strong>la</strong>s golpistas.<br />

Al estal<strong>la</strong>r <strong>la</strong> guerra se había insta<strong>la</strong>do en Biarritz y allí, jugando al<br />

bridge, había esperado a que aquello terminase. Lo que me encantó<br />

de él es que no era el señorito de bigotes vencedor. Es un personaje<br />

mucho mayor, un hombre especial que yo quise hasta el final.<br />

Supongo que cosas como esas son <strong>la</strong>s que hacen que <strong>la</strong> diferencia<br />

de edad se convierta en algo secundario para una pareja.<br />

Era una situación extraña: no era un amigo, no era un novio, no<br />

era un amante... cuando surgió nuestro compromiso él lo l<strong>la</strong>mó “un<br />

pacto entre caballeros”. Me lo dijo así. Cosa que no te decían en<br />

aquel<strong>la</strong> época. Y, por alguna extraña razón, o porque aquel<strong>la</strong> propuesta<br />

no tenía nada que ver con aquellos tiempos, decidí embarcarme<br />

en aquel<strong>la</strong> aventura. Cuando me casé, <strong>la</strong>s miradas de toda <strong>la</strong><br />

familia estaban posadas sobre mí. Era tan raro que Margarita se casara<br />

con un hombre así. Por fortuna, el primogénito nació a los once<br />

meses y pico. De aquel modo se despejaron <strong>la</strong>s dudas.<br />

<strong>El</strong> Fuero del trabajo de 1938 establecía que, para poder trabajar<br />

durante <strong>la</strong> dictadura franquista, <strong>la</strong> mujer debía contar con el permiso<br />

del marido. ¿Cómo se tomó él que te adentraras en el oficio<br />

del cine?<br />

Él ponía <strong>la</strong> libertad por encima de todo. Cuando nos conocimos<br />

me dijo —pero me lo dijo así—: Margarita, yo no creo en el matrimonio,<br />

pero nos casamos y, si luego no funciona, cada uno por su<br />

<strong>la</strong>do. Bueno, eso tú lo puedes decir. Lo difícil es que lo cump<strong>la</strong>s. Y<br />

él lo cumplió. Cuando yo conocí a Rafa y entablé una re<strong>la</strong>ción con<br />

él, siguió siendo mi marido oficialmente, pero él lo respetó todo.<br />

Fue productor en Cristo: Juan José de Melgar. Entraba en mis pelícu<strong>la</strong>s.<br />

Saludaba a Rafa, le daba <strong>la</strong> mano... Vivíamos separados en <strong>la</strong><br />

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