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Sonia García López<br />
a decir que una señora bien de Madrid no podía entenderse ni re<strong>la</strong>cionarse<br />
amablemente con él. Porque c<strong>la</strong>ro, el<strong>la</strong> ya empieza a preguntarle,<br />
<strong>la</strong>s horas van modificando un poco el impacto y, poco a<br />
poco, va perdiendo el miedo. En esa conversación va descubriendo<br />
que él es un hombre —el<strong>la</strong>, seguramente, ya había pensado que un<br />
comunista tiene cuernos y rabo, como entonces se contaba del comunismo—.<br />
Se establece una especie de "buena re<strong>la</strong>ción", aunque<br />
no se tocaban ni una mano. No había absolutamente nada de acercamiento,<br />
nada más que de pa<strong>la</strong>bra. Pero había que cortar <strong>la</strong> escena. Y<br />
que había que cortar<strong>la</strong>. Incluso querían prohibir <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong>.<br />
¿Y cómo se resolvió <strong>la</strong> situación?<br />
No sabían cómo solucionarlo. Ahí empezó una lucha horrible y <strong>la</strong><br />
salida, dentro de que aquello fue horroroso, fue que nos darían un diálogo<br />
escrito por ellos de esas escenas finales y nosotros lo teníamos<br />
que volver a dob<strong>la</strong>r porque, como los dos protagonistas eran italianos<br />
y <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> original estaba en italiano, habíamos dob<strong>la</strong>do ya una primera<br />
vez. Por cierto, que estaba mucho mejor en italiano.<br />
En el informe de censura se lee que también os exigieron modificar<br />
los rollos 7 y 8, en los que Rafa, el protagonista, aparece caracterizado<br />
como miliciano. Pero finalmente dejaron pasar esta cuestión,<br />
lo que no deja de ser l<strong>la</strong>mativo.<br />
Lo curioso de La ciudad perdida es que a los censores les preocupaba<br />
más <strong>la</strong> pareja que <strong>la</strong> política. O al menos así lo expresaban.<br />
Qué raro, ¿no? Tú te esperas que haya una seriedad, y que te p<strong>la</strong>nteen<br />
una censura seria; y que puede ser política. Que te digan: Sí,<br />
pero es que este viene armado, ¿y a qué viene? Pero el problema<br />
era <strong>la</strong> escena del tren.<br />
Bueno, también hay una cuestión de c<strong>la</strong>se que has mencionado<br />
antes: que una señora “bien” “le diese el tú a un rojo”, para emplear<br />
<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de los censores.<br />
De c<strong>la</strong>se y de mojigatería, ¿entiendes? <strong>El</strong> argumento de <strong>la</strong> censura<br />
fue que una dama españo<strong>la</strong> no podía dar esa confianza a un<br />
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