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El cuerpo y la voz

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<strong>El</strong> <strong>cuerpo</strong> y <strong>la</strong> <strong>voz</strong> de Margarita Alexandre<br />

96<br />

¿Y pudiste viajar sin dificultad después de salir como habías salido?<br />

En <strong>la</strong> Embajada de Cuba no me daban ya permiso para volver a<br />

<strong>la</strong> is<strong>la</strong>. Me habían puesto en <strong>la</strong> lista negra. Y en eso, Rafael Alberti<br />

y María Teresa León, que eran muy amigos, me dicen: Está aquí<br />

Enrique Líster. ¿Sabes quién es Enrique Líster?<br />

Sí.<br />

Un general español de <strong>la</strong> guerra civil, general ruso y general checoslovaco.<br />

Un tío muy, muy rudo, un campesino fuertote. Y me<br />

dicen Rafael y María Teresa: Enrique Líster está en Italia. En ese<br />

momento, se había producido, en el exilio español, <strong>la</strong> división del<br />

Partido Comunista. Líster quería un comunismo completamente cerrado,<br />

como era su carácter y su personalidad, mientras que Santiago<br />

Carrillo quería un comunismo más abierto, más europeo. Y Fidel,<br />

que estaba siempre al tanto de lo que pasaba en Europa, quería probablemente<br />

saber qué pasaba con el Partido Comunista para aprovecharlo<br />

en sus maniobras políticas. Total, que Enrique Líster iba a<br />

ir a Cuba invitado por Fidel, pero no le habían dado todavía el visado.<br />

Y me dice Rafael Alberti: Mira, Margarita, vamos a hab<strong>la</strong>r<br />

con Enrique, porque como va a ir a Cuba y le van a dar el visado...<br />

vete con él para ver si consigue que te den el tuyo. Estábamos en<br />

ese momento en Roma, y él tenía que recoger el visado en Praga,<br />

en Checoslovaquia. Entonces hablo con Enrique y me voy para<br />

Praga con él y con Carmina, su mujer, que le acompañó toda <strong>la</strong> vida.<br />

Me quedé en el hotel con el<strong>la</strong> mientras Enrique se iba a ver al embajador<br />

cubano. Mientras él tramitaba y yo esperaba, el embajador<br />

en Checoslovaquia le daba <strong>la</strong>rgas porque Fidel quería saber qué pasaba<br />

con el comunismo español. Pero él había sido un héroe republicano<br />

y seguía siendo Enrique Líster, de modo que al tercer día<br />

llega con el pasaporte que yo le había dado y con el que soñaba.<br />

Viene y me dice: Toma. Por fin te he conseguido que vayas a Cuba.<br />

Pero con una condición: que no puedes ver a tus amigos maricones.<br />

Porque hab<strong>la</strong>ba así, ya te digo que era muy bruto. Pero es que estos<br />

de Cuba no salen del lío de los maricones. Qué obsesión tienen. Y<br />

dije: Bueno, bien, dame.

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