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<strong>El</strong> <strong>cuerpo</strong> y <strong>la</strong> <strong>voz</strong> de Margarita Alexandre<br />
entrevistas de gente que me había conocido. Bueno, pues me recibieron<br />
en el ICAIC. Después de haberme echado de allí. Yo estaba<br />
en este viaje de juerga con Ramón de Flores, todo el mundo alborotado,<br />
y me decía: ¡Maldita sangre! Es un país loco. Estaba realmente<br />
maravil<strong>la</strong>da con toda esta juerga. Pero, mira por donde, Ta<strong>la</strong>drid se<br />
entera de que estoy en La Habana y se le ocurre l<strong>la</strong>marme antes de<br />
que yo le l<strong>la</strong>me: Oye, Margarita, que sé que estás en La Habana. Y<br />
yo le digo: Ay, mira Raúl, qué bien. Yo te quería ver... ¿Te puedo<br />
ver? —Sí. —Pues nos vemos mañana en tu casa. Me dice: Pues<br />
vivo... era el barrio más elegante de La Habana, en un sitio cerca del<br />
mar. Y me voy con Fermín, con Fredy, con el sonido, <strong>la</strong> cámara, con<br />
todo. <strong>El</strong> burócrata, c<strong>la</strong>ro, en un piso con muebles fantásticos, todo<br />
muy bien: un cubano bien insta<strong>la</strong>do. Y llego: Ho<strong>la</strong>, ¿qué tal? Y lo<br />
primero que le suelto es: Oye, Raúl, ¿tú te acuerdas de cuando me<br />
echaste del ICAIC porque era persona que no podía hab<strong>la</strong>r en <strong>la</strong>s<br />
asambleas? Y se queda así él y su mujercita que estaba al <strong>la</strong>do, una<br />
especie de brujil<strong>la</strong> que también era secretaria de Alfredo. Y empieza:<br />
Bueno, pero eso es otra historia… Y me miraba. Yo le decía: Te<br />
acordarás, Raúl, que me l<strong>la</strong>maste y me dijiste que yo no podía hab<strong>la</strong>r<br />
en <strong>la</strong>s asambleas. Y lo filmé. Y me dio un gustazo tremendo.<br />
Porque han venido cantidad de periodistas diciendo: ¿Pero por qué<br />
te fuiste de Cuba? ¿Qué te pasó en Cuba? Y todo quedó en una nebulosa.<br />
Pues mira, ya lo he ac<strong>la</strong>rado. Lo tenía escrito, pero ahora lo<br />
he filmado en La Habana. Y me ha dado un gustazo tremendo.<br />
Volviendo a tu etapa como directora del Teatro Musical de La Habana,<br />
¿cómo recuerdas aquel<strong>la</strong> experiencia?<br />
<strong>El</strong> Teatro me aportó bastante porque los directores eran muy buenos<br />
compañeros. Y era un poco menos angustioso que el ICAIC porque<br />
no se hacía nada más que en Cuba, de modo que eran un poco<br />
más permisivos que con <strong>la</strong>s pelícu<strong>la</strong>s, que podían ir fuera. Era un<br />
grupo de directores muy agradables, muy simpáticos. Uno de ellos,<br />
Armando Suárez del Vil<strong>la</strong>r ―a quien no he podido ver en el pasado<br />
viaje porque acababa de morir―, había estado un año preso en <strong>la</strong><br />
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