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<strong>El</strong> <strong>cuerpo</strong> y <strong>la</strong> <strong>voz</strong> de Margarita Alexandre<br />
a <strong>la</strong>s distribuidoras. Eso hacía que, si creían que una pelícu<strong>la</strong> tenía<br />
posibilidades de ganar una buena calificación, ayudaran a <strong>la</strong> producción<br />
con un ade<strong>la</strong>nto, en previsión de conseguir después ingresos<br />
procedentes de los permisos de importación.<br />
Cristo integró <strong>la</strong> programación de <strong>la</strong> I Semana Cinematográfica de<br />
Val<strong>la</strong>dolid (SEMINCI), que entonces se l<strong>la</strong>maba Semana del Cine<br />
Religioso de Val<strong>la</strong>dolid. ¿Recuerdas haber ido a algún otro festival<br />
con esta pelícu<strong>la</strong>?<br />
Cristo fue escogida para representar a España en el Festival de<br />
Mar del P<strong>la</strong>ta y llegó una invitación para que Rafa o yo fuésemos al<br />
festival. A mí me daba igual, pero Rafa me cedió gentilmente <strong>la</strong> invitación.<br />
Allí nos encontramos con Perón. Él estaba viudo, hacía<br />
poco tiempo de <strong>la</strong> muerte de Evita, y este hombre, c<strong>la</strong>ramente... Qué<br />
de dinero derrochó. Fíjate, era un festival internacional: ya a <strong>la</strong> llegada<br />
al aeropuerto había una fi<strong>la</strong> de Mercedes negros esperando a<br />
los invitados. Yo recuerdo, como una cosa alucinante, que a mí, por<br />
casualidad, me pusieron con Aurora Bautista, que era un ídolo en<br />
Argentina, por aquello de Agustina de Aragón [Juan de Orduña,<br />
1950] y todas esas historias. Y a Aurora <strong>la</strong> mataban, ¿eh? La mataban.<br />
Metían <strong>la</strong> mano por <strong>la</strong>s ventanil<strong>la</strong>s, te cogían el brazo, estiraban…<br />
Mientras, el coche avanzaba despacio, siguiendo <strong>la</strong> caravana.<br />
Los gritos eran por Aurora, todo era por el<strong>la</strong>. Yo caí en ese coche<br />
porque alguien me empujó y me dijo: Usted, aquí, y yo abrí <strong>la</strong> puerta<br />
y me metieron dentro. Pero no me quedé sin brazo en aquél coche<br />
de mi<strong>la</strong>gro, porque estaban todos los argentinos como locos con Aurora.<br />
<strong>El</strong>los no sabían quién era yo, una perfecta desconocida. Pero,<br />
lo que es <strong>la</strong> ensoñación popu<strong>la</strong>r. Como tenían que encontrarme a mí<br />
algo, de repente oigo que gritan: ¡Mira, mira! ¡Es Jeannette Mac-<br />
Donald! Una actriz que había muerto no sé cuándo. <strong>El</strong><strong>la</strong> era rubia<br />
y, bueno, yo en aquel<strong>la</strong> época era también muy rubia. Me quedé estupefacta<br />
porque <strong>la</strong> tal Jeannette MacDonald era casi de poco después<br />
del mudo. Y yo, cuando voy con Cristo, era ya el cincuenta y<br />
pico ¡y <strong>la</strong> otra ya se había muerto! Había fallecido antes. Además,<br />
era igual, a mí lo que me hace gracia es <strong>la</strong> necesidad que tiene <strong>la</strong><br />
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