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Billboard Argentina Enero 2019

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L<br />

la palabra “piba”. si una buena<br />

canción es una brújula con su propio<br />

campo magnético, el norte de<br />

“Fuiste mía un verano” está exactamente<br />

allí: “Cada piba que pase /<br />

con un libro en la mano / me traerá<br />

su nombre / como en aquel verano”.<br />

El libro puede tener muchos títulos<br />

(Rayuela, Operación Masacre, los<br />

veinte poemas de Neruda, etc.), el<br />

verano no está fechado y la muchacha<br />

no tiene nombre, pero la voz<br />

es inconfundible: el baladista que<br />

reventó los rankings, el chico de la<br />

calle, el galán de Torre Nilsson, el<br />

anfitrión que se arrojó contra el escenario<br />

de Ezeiza con el sonido de<br />

los disparos, el director de cine que<br />

cortó los últimos cuadros en la cabina<br />

de proyección. La multitud es<br />

ilusoria. Detrás de todos los rostros<br />

está Leonardo Favio.<br />

“El primer impacto se da cuando<br />

veo el cine Crystal Palace de Junín<br />

estallado con el estreno de Nazareno<br />

Cruz y el lobo –recuerda Manuel<br />

Moretti–. Yo tenía nueve o diez<br />

años, pero me acuerdo de la cola<br />

infinita. ‘Estas son las películas de<br />

Leonardo Favio’, me dijo mi madre.<br />

Eso fue crucial, porque escucho la<br />

melodía de Nazareno y me parece<br />

tremenda. Es uno de los artistas que<br />

más representa mi argentinidad: el<br />

pueblo, la kermés, lo rural, el conflicto<br />

amoroso, la devoción, el peronismo,<br />

la gente pobre pero también<br />

la instrucción. Mucho del universo<br />

de Leonardo Favio es más fuerte<br />

que el unitarismo porteño. A mí me<br />

marcó a full. Yo me encerraba en el<br />

living de mi casa, escuchaba a los<br />

melódicos y me pegaba unos viajes<br />

alucinantes. Ahí estaba muy prendido<br />

con las canciones de Favio”.<br />

Su origen musical no es ajeno al<br />

devenir del mito. Favio aprendió los<br />

rudimentos de la guitarra con algunos<br />

trueques por trabajo y, hasta<br />

casi sus 30 años, solo se animaba a<br />

cantar en asados y reuniones. Sus<br />

gustos eran una ensalada heterodoxa<br />

que acaso solo permitían los<br />

años 60: desde Jacques Brel hasta<br />

Los Trovadores de Cuyo, pasando<br />

por los Beatles, Facundo Cabral,<br />

Carlos Gardel, Chopin y anatemas<br />

del “buen gusto” como Leo Dan.<br />

Allí, rodeado de amigos o familiares,<br />

solía definirse como “un cantor<br />

de vuelo bajito”. Sin embargo,<br />

Vico Berti, que para 1968 ya estaba<br />

encargado de componer la banda<br />

sonora de El dependiente, comenzó<br />

a meter fichas: “Vos estás para más”.<br />

Le programó una serie de ensayos<br />

con cuatro músicos y, antes de que<br />

Favio pudiera tomar alguna decisión,<br />

ya tenía armados un repertorio<br />

y una gira.<br />

Favio preparó sus primeras armas<br />

como profesional navegando entre<br />

dos mundos. Por un lado, en La<br />

Botica del Ángel, el sofisticado reducto<br />

de San Telmo regenteado por<br />

Eduardo Bergara Leumann, donde<br />

se daban cita el núcleo del Di Tella,<br />

el tango impresionista de Horacio<br />

Molina y los pioneros del café concert.<br />

Simultáneamente, se fogueó<br />

en todos esos clubes del interior<br />

profundo que son la escenografía<br />

de buena parte de sus películas. “Me<br />

acuerdo de que me subí al colectivo<br />

con los músicos y nos hundimos<br />

en la provincia –contaba Favio–. La<br />

verdad es que yo estaba muy nervioso.<br />

Para mí era como un debut<br />

en el Olympia de París, aunque la<br />

realidad era otra. Llegamos a un<br />

club de mala muerte, de luz mezquina.<br />

Todo era de tierra: la calle,<br />

el piso del club, el pelo de la gente,<br />

todo. Ahí fue mi debut”.<br />

A través de Berti, consiguieron<br />

una audición en CBS con el británico<br />

John Lear. El director artístico lo<br />

escuchó tocar la guitarra, lo invitó a<br />

cantar a capela y finalmente levantó<br />

su pulgar todopoderoso. Favio ya<br />

tenía su fecha en el calendario del<br />

sello: 20 de agosto de 1968. Aquella<br />

primera experiencia en el estudio,<br />

por cierto, dejó saldos ambivalentes.<br />

En alguno de los pasillos se<br />

topó con cuatro jóvenes de Belgrano<br />

que también estaban grabando<br />

su primer simple. Si bien comenzaba<br />

con una guitarra zumbona,<br />

una de sus dos canciones tenía un<br />

potencial dramático que Favio consideró<br />

en su sintonía: la evocación<br />

de un amigo ausente subrayada por<br />

los arreglos de Rodolfo Alchourrón.<br />

El cantor tomó nota para el futuro y<br />

se encerró a registrar “Quiero la libertad”,<br />

una composición de Martín<br />

Andrade: el periodista y actor que<br />

había puesto la voz para El romance<br />

del Aniceto… y por entonces interpretaba<br />

a uno de los personajes de<br />

El dependiente (más tarde encarnaría<br />

al mánager de Gatica e incluso<br />

grabaría el off de Perón, sinfonía del<br />

sentimiento). El single, que completaba<br />

“Me siento libre”, vendió<br />

menos de 500 copias: fue un fracaso<br />

rotundo para los estándares de CBS.<br />

“No lo compró nadie –dijo Favio–.<br />

Uno me lo llevé yo, otro se lo quedó<br />

Vico Berti y el otro se lo regalé a<br />

mi mamá. Pero Vico no se resignó,<br />

porque era muy obstinado”.<br />

Los directivos del sello estaban<br />

dispuestos a rescindir su contrato,<br />

pero un providencial hueco en la<br />

agenda propició una segunda oportunidad.<br />

Y vaya si Favio la aprovechó.<br />

Para el lado B escogió “Mi tristeza<br />

es mía y nada más”, una colaboración<br />

con Jacko Zeller de corte beat<br />

y existencialista. El lado A era aquel<br />

misil teledirigido al corazón de una<br />

generación: “Fuiste mía un verano”.<br />

Una canción escrita a cuatro manos<br />

con Berti donde, subido al arreglo<br />

de Marito Cosentino y la guitarra<br />

de Cacho Tirao, Favio evocaba un<br />

amor perdido en la costa atlántica.<br />

El simple era a todo o nada. Y<br />

fue todo. La primera semana de<br />

octubre salió a la calle, las ventas se<br />

dispararon a la estratósfera y Favio,<br />

que estaba metido en el rodaje de<br />

El dependiente, se puso a escribir<br />

con un álbum en el horizonte inmediato.<br />

Era la primavera de 1968.<br />

“Se sentaba con su guitarra y componía<br />

entre las escenas –decía Aníbal<br />

Di Salvo, director de fotografía–.<br />

Creo que las compuso todas<br />

ahí; estaba allá atrás, en el fondo…<br />

y fue un éxito increíble”.<br />

El espíritu del repertorio comenzó<br />

a girar alrededor de una mujer.<br />

La platense Carola Leyton no solo<br />

era la destinataria de “Así es Carolita”,<br />

sino que incluso colaboraba<br />

autoralmente con temas como “Alguna<br />

vez una canción (¿Qué tal?)”.<br />

“Las canciones de Fuiste mía un verano<br />

nacieron en una época mágica<br />

–cuenta Nico Favio, uno de los dos<br />

hijos de la pareja–: el momento en<br />

el que mi mamá y mi papá se conocieron,<br />

y esa misma noche se fueron<br />

a vivir juntos en un pequeño departamento.<br />

Mi abuela Laura y mi<br />

tía abuela Elcira Olivera Garcés los<br />

ayudaban con la renta; mis abuelos<br />

maternos les acercaban viandas con<br />

empanadas, pastel de papa y todo lo<br />

que necesitaban. En esa atmósfera<br />

de noches y madrugadas, de mate<br />

y amigos, nacieron estas canciones.<br />

Nacieron todos estos sueños. Mi<br />

papá se debatía entre un repertorio<br />

de tema social y las canciones<br />

de amor, pero mi mamá le insistía<br />

en que tenía que grabar primero las<br />

canciones románticas”.<br />

Carola tenía buen olfato. En diciembre<br />

de 1968, el sello puso el disco<br />

en la calle y en cuestión de semanas<br />

RCA y CBS tuvieron que unir<br />

sus fuerzas para prensar la demanda<br />

de vinilos. En la portada, un adusto<br />

Favio miraba a cámara con encuadre<br />

rosado y 31 años recién cumplidos.<br />

En la contratapa, un comentario del<br />

cantor le agradecía a los Almendra<br />

y ponía en contexto aquella canción<br />

de Luis Alberto Faintta (sic) y Edelmiro<br />

Molinari. “Este tema, como<br />

dolorosa premonición, era predilecto<br />

de un gran amigo mío: Carlos<br />

Raúl. Murió días antes de que yo<br />

terminara de grabar este LP”. El mito<br />

instalado por décadas señalaba que<br />

la versión de Favio le había ganado<br />

de mano a los Almendra. No es<br />

exactamente así. El simple llevaba<br />

casi tres meses en la calle (se editó el<br />

20 de septiembre de 1968) cuando<br />

Fuiste mía un verano salió a la venta.<br />

En todo caso, el mendocino tenía<br />

prioridad en la difusión y un alcance<br />

más transversal que aquel ignoto<br />

cuarteto de Belgrano.<br />

“Cuando versiona ‘Tema de<br />

Pototo’, Favio traza una conexión<br />

importante –explica Pablo Dacal,<br />

que desde su primer disco con la<br />

Orquesta de Salón se ocupó de<br />

recuperar su repertorio–. No solo<br />

porque la banda no era conocida,<br />

sino porque hace un juego lingüístico<br />

muy importante: rompe<br />

la rima y lo pasa al ‘vos’. Es de los<br />

primeros que empiezan a usar el<br />

‘vos’ con decisión, porque aún el<br />

primer rock & roll hablaba de ‘tú’.<br />

Favio lo porteñiza, quizás por no<br />

ser porteño. Por adoptar todo lo<br />

porteño con esa voz extranjera que<br />

puede tener un provinciano. Así<br />

como los usa en el cine, también<br />

utiliza elementos del radioteatro en<br />

la canción: el ruido de sirenas, su<br />

forma interpretativa casi expresionista.<br />

Con la despreocupación del<br />

28 BILLBOARD AR | ENERO, <strong>2019</strong>

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