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Billboard Argentina Enero 2019

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Emergentes<br />

Hiperespacio<br />

Desde Almafuerte, provincia de Córdoba, el grupo<br />

electropop irrumpe con un disco de canciones<br />

acaloradas y estimulantes, perfectas para el costado<br />

más sensual de la pista de baile. Entre Daft Punk y<br />

la escena emergente cordobesa, un proyecto con<br />

ambición desde el minuto cero.<br />

ahí está la chica rubia de rulos y piel morena, voz “pechadora” y<br />

carisma arrollador. Se llama Anastasia Amarante y, además de nombre de<br />

estrella de la bossa nova, cuenta con un reluciente paso por el programa<br />

televisivo La Voz <strong>Argentina</strong>. Sin embargo, para hablar de Hiperespacio,<br />

ese es apenas un hecho anecdótico. Un detalle que imprime color a un<br />

currículum que recién empieza a completarse (2018 fue el año del debut<br />

para el quinteto). Y que felizmente queda de lado frente al impacto generado<br />

por Almafuerte. En el álbum debut del grupo, Amarante es una pieza<br />

fundamental para el espíritu y la empatía que transmiten las canciones,<br />

pero sus cuatro compañeros no son simples piezas de decorado: completan<br />

una delantera digna de ser recitada de memoria, en un trabajo de ensamble<br />

delicado y esbelto.<br />

Esa química grupal es la base del proyecto nacido casi al centro de la<br />

provincia de Córdoba, entre el Valle de Calamuchita y la llanura pampeana.<br />

Allí, los hermanos Emiliano y Gastón Federici (ambos guitarristas)<br />

empezaron a dialogar musicalmente junto al bajista Tomás Montanaro, en<br />

paralelo a su formación como técnicos de sonido. Por esa vía llegó Cruz<br />

Ataide, DJ cordobés que impulsó una redefinición estética y la incorporación<br />

definitiva de una cantante, que terminaría siendo Amarante. Sin<br />

embargo, el pueblo a orillas del dique Piedras Moras siguió funcionando<br />

como base de operaciones artístico-emocional. “Los momentos en los<br />

que más conectamos, entre nosotros y con la música, se dan ahí”, ilustra<br />

Ataide sobre el lugar que nombra al disco, una suerte de refugio creativo<br />

donde se cocinó a fuego lento el envión inicial de la banda.<br />

Trabajado en una escuela-estudio que tienen los Federici allí, Almafuerte<br />

es producto de un nivel importante de perfeccionismo. Eso transmite<br />

el proyecto en otras facetas (por ejemplo, sus videoclips), pero es en la<br />

música donde cobra más relevancia. “Entretiempo” (con Zoe Gotusso),<br />

“En el fuego” (con Nahuel Barbero, de Hipnótica, también coach vocal del<br />

disco) o “Nada es real” dibujan beats amables (de menos de 120 bpm) que<br />

se deslizan como seda en el continuo temporal. Ahí también está la huella<br />

del dúo Valdes, y la etiqueta de “house cordobés” (repetida por el cantante<br />

en sus shows en vivo) parece cobrar aún más sentido, mientras un halo de<br />

Random Access Memories sobrevuela el ambiente. Hacia el final, “Explotar”<br />

y el remix de “Closer”, de Antrim, exponen el costado más clubber del proyecto<br />

y el álbum termina en un punto de conexión con un futuro incierto,<br />

pero auspicioso. Esos ocho minutos de música son, además, la respuesta<br />

perfecta a la pregunta obligatoria: “¿Por qué se llama así la banda?”.<br />

Aziz Asse<br />

Como en una especie de radio que atraviesa<br />

distintos paisajes musicales, Dial es un disco que<br />

apela a la diversidad como matriz. El segundo trabajo<br />

de Aziz Asse recorre una paleta amplia y llena de<br />

excentricidad, y funciona como un quiebre en su<br />

evolución como artista sonoro.<br />

“está todo el día haciendo música ese chabón”, dice franco<br />

Sorgio en un parate en la costanera cordobesa. El DJ marplatense, mánager<br />

de Guli y productor emergente en la ciudad de las diagonales, conoce<br />

bien a ese pibe que no para de crear. Primero como baterista de Bautista<br />

Viajando, luego como parte de proyectos como AntuAntu y Violeta Castillo,<br />

hoy también como quinto músico de Un Planeta. Y, en paralelo, con<br />

un proyecto inclasificable que tiene como referencia principal su nombre<br />

propio y cuenta con dos discos en su haber. En esa línea temporal, Dial<br />

–segundo álbum publicado a fines de 2018– es un quiebre definitivo con<br />

su obra anterior en materia de audio. Un perfeccionamiento evidente de<br />

esa alquimia entre creación musical y producción artística.<br />

“Barazu”, la primera canción, comienza como un track promedio de<br />

LCD Soundsystem. Va ganando cuerpo y expresión de a poco, coquetea<br />

con el sonido de Morbo y Mambo, pero no termina de explotar. “Zumo”,<br />

en cambio, propone de entrada un entramado de líneas de teclados y<br />

guitarras que distienden la atmósfera y estimulan la imaginación. Para<br />

“Suave”, todo está listo para que la música empiece a derretirse y sea<br />

capaz de crear una realidad virtual de sonido hecho forma, materia en<br />

movimiento. El solo de guitarra española sirve para refrescar la atención<br />

y entrega uno de los momentos más bellos del álbum. Por lo menos,<br />

hasta la llegada de “Fake”, una pieza atravesada por el imaginario Radiohead,<br />

que despliega un concierto de programaciones y arreglos finamente<br />

orquestados. “Dedos en dos”, “Toto” y “Vivero mood” amplían<br />

aún más el horizonte creativo. Da la sensación de que cualquier cosa<br />

que suene se va a sentir bien en el cuerpo.<br />

Ese es, en definitiva, el efecto que tiene la música instrumental del<br />

artista platense. Sin una voz que protagonice y capitanee la estructura<br />

de las composiciones, las melodías cantables se multiplican, pero<br />

solo hacen su entrada cuando es momento de dar un volantazo. Cada<br />

canción está diseñada al detalle, con una economía de recursos a la<br />

altura de la vanguardia internacional del pop. Se trata de una especie<br />

de laboratorio de sensaciones musicalizadas, al punto de que las bases<br />

transmiten una calidez que se aprecia como cercana, casi tangible.<br />

Dial es un disco surgido en pequeños espacios, donde la claustrofobia<br />

parece acechar desde las sombras. Sin embargo, el corazón y la aventura<br />

presentes en la obra convierten la atmósfera global en un pequeño<br />

parque de diversiones sonoro, ideal para salir a caminar con auriculares<br />

y entregarse al momento.<br />

GENTILEZAS HIPERESPACIO Y AZIZ ASSE<br />

68 BILLBOARD AR | ENERO, <strong>2019</strong>

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