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Billboard Argentina Enero 2019

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El bautismo<br />

de Bob Dylan<br />

El 17 de noviembre de 1978, durante un concierto en San Diego, un fan arrojó una<br />

cruz de plata al escenario. Dylan la recogió y sintió un escalofrío.<br />

Ese evento abrió una represa: era el inesperado comienzo de su “trilogía cristiana”.<br />

POR MARTÍN E. GRAZIANO<br />

L<br />

leonard cohen caminaba en<br />

círculos por su casa y se retorcía<br />

las manos. La música que salía de<br />

su tocadiscos llenaba el aire de<br />

preguntas. “¡No lo entiendo! –gritaba–.<br />

Es que no puedo entenderlo.<br />

¿Por qué buscar a Jesús a estas<br />

alturas?”. El canadiense escuchaba<br />

que Bob Dylan, su reflejo en el<br />

hondo lago de los trovadores, cantaba<br />

los primeros versos de “Gotta<br />

Serve Somebody”. La canción,<br />

paradójicamente, estaba más cerca<br />

que nunca de su propia música:<br />

una producción cromada, coros<br />

femeninos y el aliento de un Dios<br />

poderoso y cambiante esparcido<br />

sobre todas las cosas. Eventualmente,<br />

Leonard Cohen se postró<br />

ante Slow Train Coming: “Pensaba<br />

que aquellas eran unas de las canciones<br />

góspel más hermosas que<br />

jamás se habían oído”.<br />

Otra paradoja. Las epifanías<br />

son trascendentales, pero también<br />

intransferibles. El 17 de noviembre<br />

de 1978, mientras ofrecía un<br />

concierto en San Diego, un asistente<br />

del público lanzó una pequeña<br />

cruz de plata al escenario.<br />

Bob Dylan se inclinó a agarrarla y<br />

sintió un escalofrío. La escena llegó<br />

a su clímax unos días después,<br />

cuando se encerró en la habitación<br />

de un hotel de Tucson. “Jesús se<br />

apareció ante mí como rey de reyes<br />

y señor de señores –dijo–. Había<br />

una presencia en la habitación que<br />

no podía ser nadie salvo Jesús...<br />

Puso su mano sobre mí. Fue algo<br />

físico. Lo sentí. Sentí todo mi cuerpo<br />

temblar. La gloria del Señor me<br />

tiró al suelo y me recogió”.<br />

Desestabilizado por su divorcio<br />

y el terremoto del punk, el estreno<br />

de Renaldo and Clara (la película<br />

surrealista que dirigió y protagonizó)<br />

y las críticas sobre Street<br />

Legal, Dylan venía caminando<br />

sobre aguas tempestuosas. La cruz<br />

parecía una pista. La punta de un<br />

ovillo. En enero de 1979, la actriz<br />

negra Mary Alice Artes, que además<br />

de vecina era su nueva novia,<br />

se acercó a la iglesia evangélica y<br />

neopentecostal Vineyard Fellowship.<br />

No era la primera artista que<br />

tocaba la puerta. Por esos encuentros,<br />

celebrados en las casas de los<br />

pastores o locales alquilados, ya<br />

habían pasado algunos Eagles e<br />

incluso tres miembros de la propia<br />

banda de Bob. Artes se paró ante<br />

Ken Gulliksen, el pastor luterano<br />

que había fundado la iglesia, y fue<br />

directo al grano. Quería consagrar<br />

su vida a Jesús. Su novio, agregó,<br />

atravesaba una crisis espiritual.<br />

Poco después, los pastores Larry<br />

Myers y Paul Esmond visitaron a<br />

Dylan, quien, ese mismo día, “rezó<br />

y recibió al Señor”.<br />

Dylan, descubrieron en la iglesia,<br />

no se tomaba nada a la ligera.<br />

Durante los siguientes tres meses,<br />

asistió cinco veces por semana a<br />

los cursos de lectura bíblica y coronó<br />

la transformación con su bautismo.<br />

Luego miró a los ojos de su<br />

novia y escribió unos versos. “Ángel<br />

preciado bajo el sol, / ¿cómo<br />

iba a saber que tú serías / quien revelaría<br />

mi ceguera y mi perdición,<br />

/ cuán frágiles eran los cimientos<br />

que me sostenían? / Ahora hay<br />

una guerra espiritual, / la carne y<br />

la sangre se pudren, / o tienes fe<br />

o no la tienes, / y no hay terreno<br />

neutral”. No era extraño. Para Bob<br />

Dylan todo era una canción. Incluso<br />

el Apocalipsis.<br />

Claro que no era la primera vez<br />

que utilizaba la Biblia como combustible<br />

(revisar, por ejemplo, el<br />

material de John Wesley Harding),<br />

pero sí era la primera vez que escribía<br />

con un propósito devocional.<br />

Aun cuando el objeto de su<br />

devoción fuera un ánfora donde<br />

cabía el Dios de los cristianos o<br />

una chica. A medio camino entre<br />

la imaginería de la generación beat<br />

y las Tablas de la Ley, la imagen<br />

de ese Tren Lento encabezaba una<br />

tanda de canciones que –como no<br />

definían ese sujeto– oscilaban entre<br />

el soul o el mero góspel. Dylan,<br />

que no daba puntada sin hilo, se<br />

metió en el Muscle Schoals Studio<br />

con un productor célebre por su<br />

trabajo con artistas como Aretha<br />

Franklin o Ray Charles. Jerry<br />

Wexler, a su vez, trajo de la mano a<br />

Mark Knopfler. Las cartas estaban<br />

sobre la mesa.<br />

El disco se publicó el 18 de agosto<br />

de 1979 y, contra todos los pronósticos,<br />

fue una suerte de hit. Trepó<br />

al puesto N° 2 en los charts de Inglaterra,<br />

alcanzó ventas de platino<br />

en los Estados Unidos y le valió a<br />

Dylan su primer Grammy como<br />

cantante masculino. Durante la gira<br />

de presentación, sin embargo, se<br />

comportó menos como una estrella<br />

del pop que como un pastor. “Jesús<br />

me dio unos golpes en el hombro y<br />

me dijo: ‘Bob, ¿por qué te resistes<br />

a mí?’ –soltó durante un concierto<br />

en Syracuse–. Yo dije: ‘No me estoy<br />

resistiendo’. Entonces me preguntó:<br />

‘¿Vas a seguirme?’. Yo respondí<br />

‘Bueno, no lo había pensado’”.<br />

Para febrero del año siguiente,<br />

Dylan tenía una nueva tanda<br />

de composiciones donde, según el<br />

dylanólogo Paul Williams, aquel<br />

“Dios de la justicia vengadora” giraba<br />

hacia “un Dios de la restitución<br />

y el amor”. Reunió al mismo<br />

62 BILLBOARD AR | ENERO, <strong>2019</strong>

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