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Tu tiempo llegó<br />
Desde su génesis, Led Zeppelin eligió el blues como factor común, sin descuidar la incorporación<br />
de sonidos laterales que definirían una nueva forma de entender el rock and roll en los 70:<br />
folk inglés, arreglos arábigos y gestos barrocos.<br />
POR SEBASTIÁN CHAVES<br />
A<br />
así como, según la renga, 2 + 2 = 3;<br />
y según Radiohead, 2 + 2 = 5, no<br />
caben dudas de que, en términos de<br />
Led Zeppelin, dos más dos siempre,<br />
pero siempre, dio cuatro. Cuatro<br />
músicos abocados cada uno a una<br />
tarea única y distinta a la de los<br />
otros; cuatro ingredientes musicales<br />
clave en su estética (el blues, el folk,<br />
la psicodelia y el soul); ocho discos<br />
de estudio claramente divisibles en<br />
dos tetralogías; y la certeza de que<br />
entre 1969 y 1980 fueron la banda<br />
más grande de un género de cuatro<br />
letras: el rock (con y sin el roll).<br />
Y Led Zeppelin, el disco debut del<br />
grupo, es la muestra de que cada<br />
uno de esos elementos ya estaban<br />
presentes y eran parte constitutiva<br />
de su sonido desde el minuto cero.<br />
“Solo hace falta escuchar los primeros<br />
dos segundos de la primera canción<br />
de su primer disco para entender<br />
perfectamente qué quería hacer<br />
Led Zeppelin –escribió Jon Dolan<br />
en una reseña retrospectiva editada<br />
en el bookazine de Rolling Stone–.<br />
O, mejor dicho, qué querían hacerte<br />
a vos”. Así de contundente y de entu-cara<br />
es el comienzo de “Good<br />
Times Bad Times”. Una célula rítmica<br />
de dos notas que impactan<br />
como una mole contra el parlante y<br />
desatan la furia pulsional de Jimmy<br />
Page y Robert Plant. Después de un<br />
cierre con un fade-out inexplicable,<br />
“Babe I’m Gonna Leave You” es el<br />
opuesto perfecto: la prefiguración<br />
de la power ballad con un arpegio<br />
dulce y un estribillo desgarrador.<br />
En más de seis minutos, el cuarteto<br />
edifica una balada tierna de arquitectura<br />
monumental.<br />
Los integrantes de Led Zeppelin<br />
apenas se conocían cuando entraron<br />
a grabar las nueve canciones<br />
que componen su álbum homónimo.<br />
Sin embargo, no les llevó más<br />
de 30 horas dar con el resultado<br />
final. Si la estructura política de un<br />
grupo de rock se construye a partir<br />
de la diversidad de sus individualidades<br />
(al contrario de, por ejemplo,<br />
la de una orquesta, donde se define<br />
por la unicidad de sus individuos),<br />
el cuarteto londinense cumplía ese<br />
precepto al pie de la letra, como<br />
solo The Who lo había hecho hasta<br />
entonces. Un cantante (Robert<br />
Plant), un guitarrista (Jimmy Page),<br />
un baterista (John Bonham) y un<br />
bajista (John Paul Jones) puestos<br />
a tocar de la manera más fuerte y<br />
expansiva que sea posible. Porque<br />
para ellos siempre fue una cuestión<br />
de volumen, en tanto cantidad de<br />
decibeles, pero también en cuanto<br />
al espacio: Led Zeppelin suena voluminoso.<br />
La virilidad del sonido es<br />
tal que el teórico Simon Firth llamó<br />
al estilo “cock-rock” (algo así como<br />
“rock fálico”) y lo definió como<br />
“una expresión magistral, explícita<br />
y cruda de sexualidad (...). La música<br />
es fuerte, rítmicamente insistente,<br />
construida alrededor de técnicas<br />
de excitación y liberación. Las letras<br />
son asertivas y arrogantes, pero las<br />
palabras son menos significativas<br />
que las formas vocales involucradas,<br />
los chillidos agudos y los gritos”.<br />
“Dazed and Confused” (que más<br />
adelante tuvo que incluir en los créditos<br />
que había sido inspirada por<br />
el cantautor Jack Holmes) con sus<br />
alaridos orgásmicos y “Communication<br />
Breakdown” con sus staccatos<br />
punzantes y el solo de guitarra<br />
lacerante son las pruebas irrefutables<br />
de la idea de Firth manifestada<br />
en Led Zeppelin.<br />
Si parte del ADN de Led Zeppelin<br />
es el blues, en su ópera prima<br />
queda bien en claro con “You Shook<br />
Me” y “I Can’t Quit You Baby”, dos<br />
composiciones de Willie Dixon.<br />
Respetando todo el ethos blusero (la<br />
rítmica en 12/8, los turn arounds,<br />
los punteos extendidos y el clima<br />
de lamento amoroso), el grupo le<br />
añade nada más (y nada menos)<br />
que toda su voracidad amplificada.<br />
“Para Led Zeppelin, la electrificación<br />
y decoloración étnica del blues<br />
siempre debe ser épica, descomunal<br />
e intimidatoria”, definió Pablo<br />
Schanton para Clarín en 2003 a<br />
propósito de la salida del triple en<br />
vivo How the West Was Won. Mucho<br />
antes de las incursiones épicas<br />
(“The Inmigrant Song”) y el ocultismo<br />
místico (“Black Dog”), Zeppelin<br />
fue una banda de ingleses blancos<br />
que veían a Muddy Waters como<br />
faro. Jimmy Page ya contaba con<br />
cierto reconocimiento por haber<br />
tocado en los Yardbirds (pudo haber<br />
contado para este proyecto con<br />
Keith Moon y Jeff Beck, pero decidió<br />
ir por sangre nueva), John Paul<br />
Jones se había establecido como<br />
músico de sesión y Bonham y Plant<br />
eran desconocidos que habían formado<br />
parte de Band of Joy, de nula<br />
trascendencia. En total control de<br />
la situación, el guitarrista definió el<br />
repertorio, produjo este y los discos<br />
siguientes, y formó la identidad del<br />
grupo a su antojo. Sus compañeros<br />
irían ganando protagonismo en la<br />
toma de decisiones con el correr de<br />
los años y a medida que Zeppelin,<br />
sus canciones y sus ambiciones se<br />
volvieran cada vez más grandes.<br />
Con un teclado de aires barrocos,<br />
“Your Time Is Gonna Come” deja<br />
entrever cómo el northern soul de<br />
la época había hecho mella en las<br />
inflexiones vocales de Plant, que<br />
en su registro medio reafirma la atmósfera<br />
de mañanas campestres del<br />
tema. Detrás, Bonham, esa bestia<br />
capaz de golpear su batería como<br />
si la estuviese pisando un luchador<br />
de sumo, prueba toda su ductilidad<br />
con una base delicada. En el<br />
final, un pequeño detalle de producción:<br />
el tema se extiende tanto<br />
que se cuela en el inicio de “Black<br />
Mountain Side”, un instrumental (el<br />
primero de una larga saga del grupo)<br />
repleto de guitarras acústicas<br />
de inspiración arábiga y ejecución<br />
folk, reversión de un tema de Bert<br />
Jansch. El disco cierra con todo el<br />
arsenal zeppeliniano al servicio de<br />
“How Many More Times”. John Paul<br />
Jones ensaya un groove protojazzero,<br />
Page entromete su guitarra<br />
como un relámpago y Plant se va<br />
cargando de tantos agudos como su<br />
garganta le permite. Y eso es más<br />
de lo que puede cualquier otra garganta.<br />
Ocho minutos de rock and<br />
roll construido por adición hasta<br />
terminar en ebullición eléctrica. En<br />
1975, William Burroughs entrevistó<br />
a Jimmy Page para la revista Crawdaddy.<br />
En la introducción, escribió<br />
que Led Zeppelin “no inventó el<br />
heavy metal, lo convirtió en una<br />
forma de arte”. Desde 1969 hasta<br />
1980, eso fue Led Zeppelin, la forma<br />
de arte más desbocada y voraz<br />
de la cultura rock. Y Led Zeppelin,<br />
el disco, la prefiguración de su grandilocuencia.<br />
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