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Billboard Argentina Enero 2019

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Tu tiempo llegó<br />

Desde su génesis, Led Zeppelin eligió el blues como factor común, sin descuidar la incorporación<br />

de sonidos laterales que definirían una nueva forma de entender el rock and roll en los 70:<br />

folk inglés, arreglos arábigos y gestos barrocos.<br />

POR SEBASTIÁN CHAVES<br />

A<br />

así como, según la renga, 2 + 2 = 3;<br />

y según Radiohead, 2 + 2 = 5, no<br />

caben dudas de que, en términos de<br />

Led Zeppelin, dos más dos siempre,<br />

pero siempre, dio cuatro. Cuatro<br />

músicos abocados cada uno a una<br />

tarea única y distinta a la de los<br />

otros; cuatro ingredientes musicales<br />

clave en su estética (el blues, el folk,<br />

la psicodelia y el soul); ocho discos<br />

de estudio claramente divisibles en<br />

dos tetralogías; y la certeza de que<br />

entre 1969 y 1980 fueron la banda<br />

más grande de un género de cuatro<br />

letras: el rock (con y sin el roll).<br />

Y Led Zeppelin, el disco debut del<br />

grupo, es la muestra de que cada<br />

uno de esos elementos ya estaban<br />

presentes y eran parte constitutiva<br />

de su sonido desde el minuto cero.<br />

“Solo hace falta escuchar los primeros<br />

dos segundos de la primera canción<br />

de su primer disco para entender<br />

perfectamente qué quería hacer<br />

Led Zeppelin –escribió Jon Dolan<br />

en una reseña retrospectiva editada<br />

en el bookazine de Rolling Stone–.<br />

O, mejor dicho, qué querían hacerte<br />

a vos”. Así de contundente y de entu-cara<br />

es el comienzo de “Good<br />

Times Bad Times”. Una célula rítmica<br />

de dos notas que impactan<br />

como una mole contra el parlante y<br />

desatan la furia pulsional de Jimmy<br />

Page y Robert Plant. Después de un<br />

cierre con un fade-out inexplicable,<br />

“Babe I’m Gonna Leave You” es el<br />

opuesto perfecto: la prefiguración<br />

de la power ballad con un arpegio<br />

dulce y un estribillo desgarrador.<br />

En más de seis minutos, el cuarteto<br />

edifica una balada tierna de arquitectura<br />

monumental.<br />

Los integrantes de Led Zeppelin<br />

apenas se conocían cuando entraron<br />

a grabar las nueve canciones<br />

que componen su álbum homónimo.<br />

Sin embargo, no les llevó más<br />

de 30 horas dar con el resultado<br />

final. Si la estructura política de un<br />

grupo de rock se construye a partir<br />

de la diversidad de sus individualidades<br />

(al contrario de, por ejemplo,<br />

la de una orquesta, donde se define<br />

por la unicidad de sus individuos),<br />

el cuarteto londinense cumplía ese<br />

precepto al pie de la letra, como<br />

solo The Who lo había hecho hasta<br />

entonces. Un cantante (Robert<br />

Plant), un guitarrista (Jimmy Page),<br />

un baterista (John Bonham) y un<br />

bajista (John Paul Jones) puestos<br />

a tocar de la manera más fuerte y<br />

expansiva que sea posible. Porque<br />

para ellos siempre fue una cuestión<br />

de volumen, en tanto cantidad de<br />

decibeles, pero también en cuanto<br />

al espacio: Led Zeppelin suena voluminoso.<br />

La virilidad del sonido es<br />

tal que el teórico Simon Firth llamó<br />

al estilo “cock-rock” (algo así como<br />

“rock fálico”) y lo definió como<br />

“una expresión magistral, explícita<br />

y cruda de sexualidad (...). La música<br />

es fuerte, rítmicamente insistente,<br />

construida alrededor de técnicas<br />

de excitación y liberación. Las letras<br />

son asertivas y arrogantes, pero las<br />

palabras son menos significativas<br />

que las formas vocales involucradas,<br />

los chillidos agudos y los gritos”.<br />

“Dazed and Confused” (que más<br />

adelante tuvo que incluir en los créditos<br />

que había sido inspirada por<br />

el cantautor Jack Holmes) con sus<br />

alaridos orgásmicos y “Communication<br />

Breakdown” con sus staccatos<br />

punzantes y el solo de guitarra<br />

lacerante son las pruebas irrefutables<br />

de la idea de Firth manifestada<br />

en Led Zeppelin.<br />

Si parte del ADN de Led Zeppelin<br />

es el blues, en su ópera prima<br />

queda bien en claro con “You Shook<br />

Me” y “I Can’t Quit You Baby”, dos<br />

composiciones de Willie Dixon.<br />

Respetando todo el ethos blusero (la<br />

rítmica en 12/8, los turn arounds,<br />

los punteos extendidos y el clima<br />

de lamento amoroso), el grupo le<br />

añade nada más (y nada menos)<br />

que toda su voracidad amplificada.<br />

“Para Led Zeppelin, la electrificación<br />

y decoloración étnica del blues<br />

siempre debe ser épica, descomunal<br />

e intimidatoria”, definió Pablo<br />

Schanton para Clarín en 2003 a<br />

propósito de la salida del triple en<br />

vivo How the West Was Won. Mucho<br />

antes de las incursiones épicas<br />

(“The Inmigrant Song”) y el ocultismo<br />

místico (“Black Dog”), Zeppelin<br />

fue una banda de ingleses blancos<br />

que veían a Muddy Waters como<br />

faro. Jimmy Page ya contaba con<br />

cierto reconocimiento por haber<br />

tocado en los Yardbirds (pudo haber<br />

contado para este proyecto con<br />

Keith Moon y Jeff Beck, pero decidió<br />

ir por sangre nueva), John Paul<br />

Jones se había establecido como<br />

músico de sesión y Bonham y Plant<br />

eran desconocidos que habían formado<br />

parte de Band of Joy, de nula<br />

trascendencia. En total control de<br />

la situación, el guitarrista definió el<br />

repertorio, produjo este y los discos<br />

siguientes, y formó la identidad del<br />

grupo a su antojo. Sus compañeros<br />

irían ganando protagonismo en la<br />

toma de decisiones con el correr de<br />

los años y a medida que Zeppelin,<br />

sus canciones y sus ambiciones se<br />

volvieran cada vez más grandes.<br />

Con un teclado de aires barrocos,<br />

“Your Time Is Gonna Come” deja<br />

entrever cómo el northern soul de<br />

la época había hecho mella en las<br />

inflexiones vocales de Plant, que<br />

en su registro medio reafirma la atmósfera<br />

de mañanas campestres del<br />

tema. Detrás, Bonham, esa bestia<br />

capaz de golpear su batería como<br />

si la estuviese pisando un luchador<br />

de sumo, prueba toda su ductilidad<br />

con una base delicada. En el<br />

final, un pequeño detalle de producción:<br />

el tema se extiende tanto<br />

que se cuela en el inicio de “Black<br />

Mountain Side”, un instrumental (el<br />

primero de una larga saga del grupo)<br />

repleto de guitarras acústicas<br />

de inspiración arábiga y ejecución<br />

folk, reversión de un tema de Bert<br />

Jansch. El disco cierra con todo el<br />

arsenal zeppeliniano al servicio de<br />

“How Many More Times”. John Paul<br />

Jones ensaya un groove protojazzero,<br />

Page entromete su guitarra<br />

como un relámpago y Plant se va<br />

cargando de tantos agudos como su<br />

garganta le permite. Y eso es más<br />

de lo que puede cualquier otra garganta.<br />

Ocho minutos de rock and<br />

roll construido por adición hasta<br />

terminar en ebullición eléctrica. En<br />

1975, William Burroughs entrevistó<br />

a Jimmy Page para la revista Crawdaddy.<br />

En la introducción, escribió<br />

que Led Zeppelin “no inventó el<br />

heavy metal, lo convirtió en una<br />

forma de arte”. Desde 1969 hasta<br />

1980, eso fue Led Zeppelin, la forma<br />

de arte más desbocada y voraz<br />

de la cultura rock. Y Led Zeppelin,<br />

el disco, la prefiguración de su grandilocuencia.<br />

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