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Ajedrez Moderno – Barnie F. Winkelman (ryj)

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CAPÍTULO XX

LA COORDINACION DE LAS PIEZAS

Después que el e; tudiante ha adquirido

cierta períc a en el juego y

pone a prueba sus conocimientos

contra adversarios de real fuerza, la

profundidad de las posibles maniobras

en el tablero se le harán más

claras. Entre maestros de alto rango,

tiene lugar una lucha de carácter

peculiar antes de que uno u otro adquiera

alguna ventaja material. Esto

sólo puede ser definido como una

contienda para obtener la máxima

coordinación de las fuerzas, y a causa

de que constituye una de las

partes más difíciles del juego, ha

sido tratado, hasta ahora, muy ligeramente

por parte de los comentaristas,

y con gran misterio por el

experto.

El aficionado talen toso y el maestro,

tienen desarrollado un fino sentido

de la posición y predilección

por ciertas aperturas y determinados

agrupamientos de sus fuerzas. Pero

las razones por las cuales, con equilibrio

de fuerzas sin que exista una

ventaja particular en tiempo o espacio,

uno de los bandos se encuentra

en dificultades para hacer progresos

o llevar a cabo un plan definitivo,

mientras que el otro las puede conducir

fácilmente a una acción fructífera,

se hallan muy lej os de haber

sido analizadas.

Los fundamentos, naturalmente,

son bien conocidos: las piezas no

deben trabarse las unas a las otras ;

las columnas abiertas para las torres;

las diagonales importantes para los

alfiles; las casillas centrales para

los caballos; las piezas agrupadas y

no esparcidas por el tablero; no dejar

líneas abiertas que permitan la

entrada de las fuerzas adversarias.

Todo novicio aprende eso rápidamente.

Con un examen más profundo, las

columnas abiertas para las torres

pueden significar una de varias cosas.

Contra un rey enemigo, una

pieza suelta o alguna palpable debilidad,

la posesión de la columna

abierta constituye de por sí solo, un

fin. Confiere una apreciable ventaja

que puede producir directamente la

victoria. Esto es lo que sucede con

menos frecuencia por la inicial adquisición

de tal columna. En muchos

casos, la columna abierta es sólo un

medio para la consecución de un

fin; es un camino abierto; una línea

de comunicación, y su valor depende

de su longitud y calidad . Si el final

de la columna es un muro de piedra,

tiene poco valor. Lo mismo resulta

cierto para la diagonal de un alfil.

Contra el «fianchetto» del rey, esta

pieza situada en 3 D vale poco, ya

que el objetivo se halla fuertemente

defendido. En tal caso, el alfil se

hallará mejor ubicado en 2 R o 2 C R,

lo primero, particularmente, si existe

la posibilidad de avanzar el peón

torre rey.

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