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CAPÍTULO X
PRINCIPIOS GENERALES CONTRA INS'11RUCCION
ESPECIFICA
Adquirir un conocimiento general
del juego de ajedrez suficiente como
para apreciar el trabajo de los maestros,
resulta relativamente simple.
El término medio de los aficionados
puede conseguirlo en un año, con su
propia instrucción y guía. Llegar a
ser un experto es una cosa diferente.
En ajedrez, como en otros juegos,
iniciarse en los primeros años de la
vida significa una verdadera ventaja.
pues resulta muy difícil para cualquiera
llegar a obtener calidad magistral
a menos que ella se consiga
antes de los quince o dieciséis años
de edad. Todos los maestros han adquirido
loencial del juego cuando
eran aún muchachos y han demostrado
sus aptitudes desde entonces.
Esto, complementado con incesantes
estudios y muchísima práctica, da
como resultado_ un juego sin esfuerzos
ni errores, una instintiva elección
de las líneas estratégicas más correctas
y un fácil dominio de las complejidades
de una posición.
Todos· los expertos saben que bajo
la presión del reloj las combinaciones
no pueden ser «trabajadas» perfectamente.
Las piezas se mueven
simplemente ante los ojos de los
maestros para cumplir sus diferentes
misiones y cuando es requerido un
esfuerzo para tal propósito, el maestro
«Siente» que se encuentra ante
un problema a resolver. Un experto
lo ha dicho: «Yo no muevo las piezas;
ellas se mueven solas». Este dominio
del tablero sólo se obtiene
con varios años de práctica.
Ocasionalmente son defendidos
simples «sistemas» que pretenden
habilitar al estudioso para obtener
el tri un fo contra toda oposición.
Cualquiera de tales sistemas resulta
a la postre una desilusión y un engaño.
No existe camino fácil para
llegar a jugar magistralmente al
ajedrez. Lo mismo puede decirse
con respecto a los consejos que se
dan a los principiantes: jugar con
cuidado, desarrollar las piezas y enrocar
pronto. Todos ellos sólo tienen
el valor de las máximas generales
para la mayoría de los asuntos de la
vida. La creencia común de que se
puede llegar a ser un campeón en
tal forma, ha sido fomentada por la
actitud de algunos de los grandes
expertos. Capablanca lo ha dicho al
referirse a su inmediata maestría
del juego a una tierna edad, y en su
libro rechaza el haber tenido un
temprano conocimiento de la literatura
ajedrecística. También ha querido
demostrar su desdén por el
conocimiento de los libros. Todo ello,
con el debido respeto a su genio,
resulta simple pose. Otros expertos
norteamericanos repudian también
el estudio serio, pero, sin embargo,
se pasan jugando todos los días de
su vida. Alekhine no tenía tal pretensión.
Su genio natural no ha sido