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CAPÍTULO XXI
JOSE R4- UL CAP.ABLANO.A
En los certámenes atléticos, es
bien conocido el peligro que entraña
la presión. En el golf, un gracioso,
cómodo y rítmico balanceo no
sólo es deseable, sino que resulta
esencial; y el golfer que trata de enviar
muy lejos la pelota con sus
golpes o sus esfuerzos para hacer un
hoyo perdido, actuará deficientemente
y obtendrá un «Score:. peor que
el usual. La gracia y el ritmo en el
billar y en el tenis se hallan sobreentendidos.
En razón de que el aj e
drez consiste principalmente en una
lucha mental, parece extraño hablar
de gracia, de reposo y de ritmo en
conexión con el mismo. Sin embargo,
esas son las verdaderas esencias
del juego maestro.
Tales cualidades indican el genio
ajedrecístico, porque demuestran
confianza en sí mismo, perfecto dominio
de la posición y maestría en
las complicaciones inherentes al juego.
Ellas contrastan poderosamente
con la tensión nerviosa del experto
que, no habiendo estudiado a fondo
la variante planteada, se encuentra
abrumado por las múltiples complejidades
existentes y carece de la
seguridad del adversario. Esos jugadores
intentan ganar rápidamente y
sus movidas son precipitadas y forzadas.
Para el maestro, una partida
es un completo drama en tres actos:
la apertura, el medio juego y el final,
y sabe que tendrá amplias oportunidades
para desplegar su superioridad.
La apertura es un campo de batalla
del conocimiento ajedrecístico.
Aquí un poco de segura información
vale tanto como sutileza. Afortunadamente,
los libros y los estudios
previos de las aperturas o de una
varían te particular, no pesan en forma
absoluta en el resultado final,
como lo ha demostrado Mir Sul tan
Khan, y un jugador de recursos puede
generalmente navegar entre las
numerosas trampas existentes en los
planteas. Pero un real conocimiento
de las aperturas constituye un elemento
de éxito y una particular ayuda.
Sin embargo, el ajedrez tiene sus
compensaciones y el «jugador de libro»,
que prepara celadas y estratagemas
y espera abrumar a su adversario
con alguna varían te mortal,
pierde mucho en fuerza ajedrecística
real y la actitud mental resultante
le impedirá llegar a ser un maestro
de primera clase. Esa categoría de
jEgadores pretende ganar en las primeras
quince movidas y revelan su
extremo mal humor al encontrar que
la victoria sólo puede ser alcanzada
en base a un verdadero trabajo, a
través de una larga partida.
Cuando ambos expertos conocen
plenamente las variantes que se juegan,
ninguno de ellos puede obtener
ventaja alguna y se entrará en el
medio juego _en iguales términos. Si