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Ajedrez Moderno – Barnie F. Winkelman (ryj)

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25 C5Ajaque

26 D X PC

AJEDREZ MODERNO 125

R 1 T

Abandonan.

El poder y la precisión de las movidas

de las blancas es realmente

notable.

5. Se infiere de la partida preceden

te, que no existe un agrupamiento

ideal de nuestras piezas que

pueda neutralizar todas las posibles

eventualidades. Pero es cierto · que

las posiciones en las que cada una

de las piezas se encuentra bien colocada,

resultarán probablemente

efectivas.

Después de ofrecer las siguientes

jugadas en el Gambito Escocés,

1 P4R

2 C3AR

3 P4D

4 CXP

5 cxc

6 C3AD

7 PXP

8 A3D

9 0-0

10 .A5CR

11 TlR

DIAGRAMA 81

Negras

Blancas

P4R

C3AD

PXP

C3AR

PCXC

P4D

PXP

A3D

0-0

P3AD

TlC·D

Posición después de la. jugada 11 . . . , T I C D

las piezas negras cooperarán admirablemente.

La formación de peones

resulta una cubierta protectora

para los alfiles, que poseen un radio

de acción que se extiende hacia ambos

flancos del tablero y la columna

abierta de caballo otorga efectiva

acción a la torre. Por todos conceptos

el juego de las negras es excelente.

No obstante, debe tenerse presente

que una jugada es fuerte o

débil en relación con la posición adversaria.

Una movida que obliga a

una acción de parte del oponente,

resultará tan fuerte tanto como nos

permita llevar adelante nuestros planes

para impedir que tengan buen

término los del contrario. Por otra

parte, nuestra movida, no importa

su naturaleza, si deja libertad al

adversario, no tendrá mayor valor.

De esto se desprende que una posic10n

debe ser siempre juzgada en

relación con las fuerzas hostiles.

6. Cuando ninguno de los bandos

en pugna tiene un objetivo definido,

el final resulta la meta de ambas

partes. De hecho, esta fase de la

partida constituye una amenaza directa

sobre los dos contendientes. Su

sombra se extiende por encima del

tablero desde el comienzo hasta la

terminación. La perspectiva de la

completa liquidación de las fuerzas

entra en nuestros cálculos en todo

momento. El final es parte de toda

combinación y de todo plan, y hasta

donde dicte las movidas de ambos

bandos, constituye una parte integral

de lo intangible que tenemos

en discusión: la coordinación de las

piezas.

7. Cuando faltan objetivos definidos

en ambas partes, las fuerzas

dejan de existir como ejércitos y se

convierten en simples unidades esparcidas.

Estas unidades, por ser

matemáticamente iguales, dan como

resultado el empate. Tal es el final

de muchas partidas maestras.

En 1924 se jugó en Nueva York la

siguiente famosa partida.

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