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70 BARNIE F. WINKELMAN
sobrepasado por nadie: a los dieciséis
años era campeón de Rusia, pero
sus extraordinarias condiciones fueron
aumentadas por medio de un
continuo e intensivo estudio. El hecho
real es que el proceso para llegar
a ser un gran maestro resulta similar
al que se necesita para llegar a ser
un gran pianista, un gran jugador de
billar, un gran escritor o un gran
médico, con el agregado de que el
campo de lucha ajed .. :ecístico se halla
abierto para todo e. :. mundo y que
en el jaquelado tabLro, ni la alcurnia
ni la riqueza tienen parte alguna
para la consecución del éxito. Son
esenciales para ello una gran habi.;.
lidad natural y una infinita capacidad
para el trabajo.
Los principios generales son valiosos
y necesarios, y podrán ser aprendidos
por el aficionado para hacer lo
capaz de llegar a jugar una partida
que pueda compararse con la de un
jugador de fuerza media. En realidad,
el conocimiento de tales principios
es más esencial hoy que nunca,
porque ellos son tan bien conocidos,
que su ignorancia no es tolerable en
ningún círculo ajedrecístico.
Sin embargo, esto no es suficiente
para ganar partidas. Debe ser complementado
con un profundo estudio
de todas las ramas del juego, de
manera que en una situación dada,
el jugador conozca no solamente las
movidas que son dictadas por los
principios generales, sino la jugada
que corresponde a la situación particular
que se presenta. Esto requiere
el estudio de miles de partidas y
un conocimiento específico, cuyo lugar
no puede ser suplantado por
unas pocas máximas.
Entre los sistemas que han sido
enunciados, uno de los más interesantes
es el que estableció Franklin
K. Y oung, en una serie de libros que
tratan de expresar la estrategia ajedrecística
en vocablos pertenecientes
a la ciencia miiitar. Para explicar
su sistema, el señor Y oung ha ideado
una esmerada y difícil nomenclatura.
Comienza con una explicación
denominada «Tácticas Menores•
donde las blancas son aconsejadas
para colocar sus piezas en cierta posición
ideal, y a las negras le son
suministrados principios defensivos.
Las posiciones resultan interesantes
y dignas de ser conocidas, o dan
al estudiante una errónea impresión
del juego. La idea de que cualquier
formación particular de piezas pueda
neutralizar todas las eventualidades,
reduce al ajedrez a una simplicidad
que no es su característica.
Durante generaciones, los maestros
han estado · desarrollando la disposición
de sus fuerzas para neutralizar
ataques y abatir defensas, y ello
constituye el verdadero estudio de
las aperturas. Pretender reducir miles
de posiciones diferentes a un
número dado de posiciones ofensivas
y defensivas, es buscar la simplicidad
donde no existe. Muchísimas de
las páginas de este sistema son dedicadas
a tuna exposición de hechos
tan sencillos que no necesitan explicación.
Páginas enteras y numerosos
diagramas se emplean para demostrar
que un alfil puede capturar a
una torre ; que un caballo domina
varias casillas y que un peón puede
atacar a dos piezas simultáneamente.
Las ideas más elementales son dadas
en cientos de páginas, y la mayoría
del sistema es sólo una pseudo científica
repetición de lo evidente.
Existe también una comparación
entre la ciencia del ajedrez y la de
la guerra, que puede ser muy lisonjera
para la generalidad de los jugadores,
pero que actualmente carece
de base. El ajedrez no tiene más
contacto con la guerra que el que
podría tener con un negocio, con la