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aumenta la prevalencia del sobrepeso y la obesidad.<br />

Estudios de la población efectuados en la<br />

Región revelan que en 2002, del 50% al 60% de<br />

los adultos y de 7% a 12% de los niños menores<br />

de 5 años de edad tenían exceso de peso o eran<br />

obesos” (OPS, 2007a, pág. 69).<br />

Según los datos de la ENDESA 2005/2006, un<br />

mayor consumo de frutas y vegetales se correlaciona<br />

positivamente con el nivel socio-económico de<br />

los hogares y su nivel educativo: entre mayor es el<br />

nivel socio-económico y mayor es el nivel educativo,<br />

mayor es el consumo de frutas y vegetales,<br />

(ver gráfico 3.31).<br />

Los patrones alimenticios actualmente existentes<br />

tienen un alto costo en la salud de las personas<br />

y para la sociedad en general. Esto le plantea un<br />

desafío para la política pública hondureña que<br />

debe estar fundado en consideraciones de equidad.<br />

Se trata de un problema de salud pública que requiere<br />

acciones orientadas a elevar el nivel general<br />

de conocimientos de las personas para remover<br />

hábitos alimenticios que dañan la salud y adoptar<br />

hábitos alimenticios sanos que permiten conservar<br />

la salud. He aquí un gran desafío para la Política<br />

Nacional de Nutrición (Secretaría de Salud, s.f.), y<br />

la Estrategia Nacional de Seguridad Alimentaria y<br />

Nutricional 2010-2022 (Secretaría de la Presidencia,<br />

2010a), para las autoridades de salud pública<br />

y para el sistema educativo nacional.<br />

3.3.4 Inequidad en la afección de enfermedades<br />

Estudios sobre la afección de las enfermedades<br />

en América Latina han destacado que hay enfermedades<br />

que afectan más a los quintiles de menor<br />

ingreso (OPS, 2007b, pág. 67). Estas enfermedades<br />

son las infecciosas o parasitarias. Entre ellas se<br />

encuentran la hemiliasis, las esquistosomiasis, la<br />

filariasis linfática, leptospirosis, la leishmiasis, la<br />

cisticercosis, la enfermedad de chagas y la oncocercosis.<br />

Estas enfermedades, sostiene un informe<br />

de la Organización Panamericana de la Salud,<br />

“afectan de manera considerable a las poblaciones<br />

indígenas, a los grupos étnicos minoritarios, a los<br />

residentes de las zonas marginales y rurales, y a los<br />

trabajadores migrantes” (OPS, 2007b, pág. 67).<br />

Lo mismo ocurre en el caso hondureño. Tal<br />

como lo muestra el gráfico 3.32, las enfermedades<br />

infecciosas tienen una incidencia más alta en los<br />

sectores de más bajos ingresos y de menor nivel<br />

educativo de la población. Esto no es completamente<br />

cierto en el caso de las enfermedades<br />

crónicas.<br />

Existe una diferencia de 8.8 puntos porcentua-<br />

INFORME SOBRE DESARROLLO HUMANO HONDURAS 2011<br />

les entre el quintil 1 y el quintil 5 a favor de este<br />

último. Esto significa que los pobres adquieren<br />

más de enfermedades infecciosas (malaria, diarrea/<br />

vómito, tuberculosis, fiebre y cefalea) que los más<br />

acomodados en términos de nivel socioeconómico.<br />

Visto por nivel educativo, la diferencia es menor.<br />

Hay una diferencia de 4.6 puntos porcentuales<br />

entre las personas que no tienen ninguna escolarización<br />

y los que tienen educación superior, en<br />

beneficio de éstas últimas.<br />

¿Cómo se explica esta diferencia? Un elemento<br />

clave a considerar son las inequidades entre<br />

las condiciones sanitarias que deben enfrentar<br />

los más pobres en términos de acceso a agua de<br />

calidad, a vivienda y a saneamiento ambiental.<br />

Las brechas que existen entre los más pobres y los<br />

más acomodados en estos servicios, pueden ser<br />

reducidas mediante una política estatal que privilegie,<br />

por razones de equidad, el mejoramiento<br />

de los mismos.<br />

En el caso de las enfermedades crónicas (diabetes,<br />

hipertensión y artritis), la diferencia entre<br />

el quintil 1 y el quintil 5, es de 3.3 en beneficio<br />

del primero. Esto significa que los que tienen más<br />

ingresos están más expuestos a enfermedades que<br />

tienen que ver con patrones de nutrición basados<br />

en alimentos procesados e industrializados que<br />

los más pobres, un porcentaje significativo de los<br />

cuales viven en el área rural y aún están ligados<br />

a patrones tradicionales de nutrición. No hay<br />

diferencias significativas en el caso de las enfermedades<br />

crónicas, si les ve desde la óptica del nivel<br />

educativo. Sin embargo, otras fuentes parecen<br />

indicar justamente lo contrario, es decir, que la<br />

educación importa.<br />

Según ha señalado la OPS, “varios estudios han<br />

mostrado que las personas con poca educación<br />

formal tienen mayor riesgo de presentar enfermedades<br />

crónicas no transmisibles. La diabetes<br />

se ha relacionado con bajo nivel de escolaridad<br />

en múltiples estudios poblacionales en adultos y<br />

adultos mayores. La Encuesta Nacional de Salud<br />

de Chile (2003) mostró también que la prevalencia<br />

de hipertensión arterial, obesidad, sedentarismo y<br />

enfermedades crónicas de las vías respiratorias fue<br />

significativamente más alta entre las personas de<br />

bajo nivel educativo” (OPS, 2007b, pág. 141).<br />

Como ha indicado un estudio sobre la diabetes<br />

en Honduras que ya se ha citado, “la mayor<br />

prevalencia de diabetes mellitus e hipertensión<br />

arterial en personas con menor nivel de escolaridad<br />

y probablemente menor nivel socioeconómico,<br />

apoya los resultados encontrados en estudios en<br />

otros países, como Bolivia y Brasil. Este fenóme-

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