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legislativo del Presidente en la misma proporción<br />
que la opción multipartidaria. Si el Presidente es<br />
líder incontestable de su partido, una ventaja de<br />
los gabinetes de un solo partido es que imponen<br />
muy pocas barreras o restricciones a la acción<br />
ejecutiva del Presidente. Si este no es el caso, el<br />
gabinete de un solo partido, puede imponer tantas<br />
barreras o restricciones al ejecutivo como los<br />
gobiernos de coalición multipartidaria (Amorim<br />
Neto, s. f., pág. 8).<br />
En la conformación de un gabinete no partidario,<br />
puede hacerse uso de tres opciones claves:<br />
1) que los ministros sean nominados de acuerdo<br />
a criterios como amistad, lealtad personal, etc.; 2)<br />
que se haga atendiendo al conocimiento técnico<br />
especializado del ministro del área, y, 3) que la nominación<br />
se haga teniendo en cuenta la representación<br />
directa de determinados grupos de interés<br />
(cf. Koolhaas y Rodríguez, 2006, págs. 4–5).<br />
4.1.2 Origen social de las élites políticas<br />
Una pregunta clave en los estudios de las élites<br />
políticas es determinar el origen social de las mismas.<br />
Hay un acuerdo generalizado que la élite política<br />
procede mayoritariamente de las clases medias<br />
y altas de una sociedad. Como ha indicado una<br />
estudiosa, la clase social juega un rol significativo<br />
en el reclutamiento de las élites políticas, económicas,<br />
militares, en los altos funcionarios públicos,<br />
así como en el sector judicial, científico, religioso y<br />
de opinión (Susan Keller, Beyond the Ruling Class,<br />
1963, en Uriarte, 1997, pág. 262).<br />
Los análisis sobre los orígenes sociales de las<br />
élites políticas muestran que existen significativas<br />
diferencias entre los orígenes de las élites según<br />
partidos políticos. El porcentaje de miembros de<br />
las élites con orígenes sociales de clase baja o media<br />
baja es superior entre los políticos de los partidos<br />
de izquierda. Lo opuesto es cierto para los partidos<br />
políticos conservadores en muchos países del<br />
mundo. El origen social de los miembros de las<br />
élites de los partidos de derecha es usualmente de<br />
clase alta o media. Si se mide el origen social de<br />
los políticos atendiendo la educación de los padres,<br />
se ha observado en algunos países altamente<br />
industrializados que la proporción de educación<br />
superior en el padre es mayor entre los padres de<br />
las élites conservadoras y, en menor grado, en las<br />
élites liberales y socialdemócratas (Uriarte, 1997,<br />
págs. 262–263).<br />
Los orígenes de clase de las élites políticas son<br />
comparativamente más modestos que las élites<br />
económicas, intelectuales, militares y las burocráticas.<br />
Por otro lado, la formación universitaria<br />
no es imprescindible en las élites políticas como<br />
lo es en las élites intelectuales y burocráticas. Sin<br />
embargo, los rasgos del proceso educativo de las<br />
élites revelan no sólo el creciente peso de la educación<br />
universitaria, sino que en algunos países<br />
el papel de determinados centros educativos en<br />
la formación de la élite política (Uriarte, 1997,<br />
págs. 262–263).<br />
Todos estos rasgos reiteran la relevancia de la<br />
clase social en el proceso de formación de las élites<br />
políticas. Aunque puede argumentarse que la clase<br />
social no explica totalmente el fenómeno de la<br />
formación de las élites políticas, como sugerían<br />
algunos planteamientos del marxismo ortodoxo,<br />
es indudable que explica bastantes cosas.<br />
Desde una perspectiva de género, se ha observado<br />
que la incorporación de las mujeres a la<br />
política se da más desde opciones de izquierda<br />
que de derecha. Dos rasgos deben ser relevados<br />
adicionalmente para completar el perfil de las<br />
élites políticas. En primer lugar, las élites políticas<br />
son más urbanas que rurales. En segundo lugar, se<br />
sitúan generalmente en las edades intermedias que<br />
van desde los cuarentas a los cincuentas (Uriarte,<br />
1997, págs. 264–265).<br />
Por lo general, las personas pobres y sin acceso<br />
a ninguna de las credenciales anteriores, quedan<br />
excluidas de las élites políticas. Esto es una fuente<br />
enorme de inequidad en aquellas sociedades<br />
democráticas en que no existen políticas públicas<br />
que permiten el acceso generalizado a educación<br />
media y superior a los sectores de bajos ingresos.<br />
Como ha quedado indicado, el género y la edad,<br />
también es una fuente de exclusión e inequidad<br />
política (ver recuadro 4.1).<br />
Bajo este marco, el resto del capítulo se concentra<br />
en el estudio de la formación de las élites<br />
políticas en Honduras. De esta manera, se exploran<br />
las inequidades en el acceso a los altos cargos<br />
del aparato del Estado y a la toma de decisiones,<br />
identificando las ventajas que tienen los sectores<br />
de mayores ingreso y los obstáculos de los sectores<br />
más pobres de la sociedad para acceder a los<br />
mismos.<br />
Asimismo, se identifican los medios que emplean<br />
los sectores de más altos ingresos para hacer<br />
que sus propios intereses se conviertan en los intereses<br />
por excelencia que se promueven desde los<br />
altos cargos del aparato estatal. Adicionalmente, se<br />
explora la potencialidad que tiene la participación<br />
ciudadana y la deliberación en el espacio público<br />
como mecanismos democratizadores del proceso<br />
de tomas de decisión a nivel de la comunidad.<br />
Finalmente, se identifican algunos de los impactos<br />
INEQUIDAD POLÍTICA: DE UNA POLÍTICA DE ÉLITES HACIA UNA POLÍTICA INCLUYENTE Y DELIBERATIVA<br />
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