genius loci pt. pdf.qxd - ROMANIAN LIBRARY

tos, existen sin embargo y cuando se limpien de las impurezas de
transmisión apócrifa y de corrupción, mostrarán una filosofía articulada
que guarda muco de lo que presentimos que comunicaron
los habitantes de Cucuteni y se conservó en las vías del enigma evitado.
Una sabiduría que, dependiéndose en organizaciones de eremitas
en el Monte Sagrado, se traduce en instituciones „vegetales“,
in-vertebradas en la luz de la historia pero que explica al mismo tiempo
los apólogos de Dromichetes y la fábula de Scorillo, el prestigio
de Deceneo, el monaquismo secreto de Întorsura Carpaþilor y luego
del milenio así-llamado „mudo“, haciendo el Cristianismo posible en
formas que, guardando la materia gética, serán consideradas ortodoxas
y de hecho es lo que serán el tiempo que el canto en la iglesia
y la comunicación por música sean consagradas en Dunãrea de
Jos con el obispo Niceta de Remesiana autor del himno „Te Deum
laudamus“. Cuánto y de qué modo se mantuvo lejos del contingente
destruyente el zalmoxismo gético es imposible de identificar pero
como no mucho antes de 1900 todavía se hablaba en Moldavia sobre
„los brujos“ que, contemporáneos secretos e iniciados, repetían
gestos de rito que los campesinos evocaban con timidez pero había
comunicado dos milenios y medio antes Herodoto también, la persistencia
parece fuera de cualquier duda. Estamos en un mundo
de continuidad sublunar, tal vez herética y en cualquier caso
apócrita, pero confirmada por efectos.
De este modo comienzan a verse las grandes redes casi invisibles
de tradición de sabiduría y transmisión por vía oral en lugares
que parecen ser (y a veces incluso lo son) fuera del tiempo,
perteneciendo realmente a una historia en negativo, en impalpable,
indiferente al encadenamiento de superficies racionales y fútiles.
Es el espacio donde encontramos a San Nicodim de Tismana
(en el siglo 14) a Daniil Sihastrul — el aconsejador de Esteban el Grande
antes del 1500, y a Grigorie Roºca, el arzobispo del siglo 16, a
Paisie Velicikovski en la contemporaneidad de la Enciclopedia francesa,
a Hasdeu, a Vasile Pârvan y a Nicolae Iorga, en tiempos más
cercanos a nosotros, en el momento histórico que nos precede.
Todo esto brotando de un largo ciclo homérico, de cultura hablada
y comunicada a lo mejor no solamente por palabras sino por
una especie de música pedagógica en lo que, antes de mediados
del siglo XX, Lucian Blaga había llamado „espacio miorítico“, un lugar
consagrado, donde, e in-temporal, se dejan todas las fórmulas
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