genius loci pt. pdf.qxd - ROMANIAN LIBRARY

pulsátiles que articulan un espíritu que no necesita reconocimiento
extraños para existir.
La insistencia de esta capa fundamental es impresionante y
el poder de regeneración impone y el poder de regeneración impone
y muestra tal vez un secreto que todavía no ha sido aclarado.
De aquí, como de un tallo de lirio de asombrosa pureza, salió —
hacia finales del siglo XIX, en un tiempo cuando parecía que todas
las cosas se podían ordenar de modo más sistemático que había
sido posible antes — Mihai Eminescu, el mito literario epónimo y
a lo mejor, si hubiera tenido otro tiempo para morir que el que había
recibido, el héroe fundador. Y al mismo tiempo con él, la idea de
Eminescu, o sea el drama existencial, el intérprete metafísico al cual
„todos los rumanos le dijeron sus quejas“. Hay algunos que entienden
por esto sólo reacción y por lo tanto actitud de autóctono que
contesta en medidas abismales a los Imperios que se encuentran
por encima de el y producen movimientos de corteza terrestre imprevistas,
semejantes a las grandes colisiones de placas tectónicas;
pero esta conclusión, aunque verdadera, no está completa. En realidad,
la idea de Eminescu es la que desea la Gente del Lugar de
expresarse „tal como es“, o sea en la Tradición tan inherente que
le define de modo que cualquier corrección, modificación y desvío
solamente es una alteración para ellos y un „descuartizo“ salvaje
hecho por razón inútil. Éste ilustra, por mucho que no lo queramos
ver decididamente, un nivel de universalidad en reacción que se
encuentra en los Persas de Alejandro el Macedonio, de la Roma
de los Cesares y de los Cesares modernos, que fundaron imperios
tradicionales, o sea clásicos, o contractuales. Y al mismo tiempo
no tiene determinación en el espacio y en el tiempo ya que en distintas
proporciones se encuentra cada vez que el ser sedentario
se encuentra opreso por el advenedizo y decaída de su condición
libre, de dueño del lugar que su Dios le dio. De aquí, de esta conjunción
de realidades incompatibles, vienen diferencias esenciales:
las dos historias (la „historia del ocupante“, que se escribe con
mito justificativo, y la „historia del autóctono“, que mantiene,
muchas veces sin declararlo, su propio panteón); „las dos culturas“,
finalmente, „las dos representaciones sobre el mundo“. Por
muy inusual que nos parezca, el esquema se repite como escena
mítica y guarda en sí algo del drama religioso, como una especie
de maldición antropológica. En este lienzo épico misterioso aparece
muchas veces y casi en todas partes, la Reconquista, la voluntad
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