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carruaje, y, apiñados en su negra carcasa –los dependientes<br />
en el pescante del cochero, entre los fardos o bien en los<br />
estribos–, abandonábamos la ciudad para enfilar la ruta de<br />
“montaña”. Entrábamos en un paisaje sinuoso. La solitaria<br />
calesa ascendía con lentitud entre los ondulados c a m p o s<br />
dejando la marca de su rodada en el polvo cálido y dorado del<br />
camino.<br />
La grupa de los caballos –curvada en arco– se tensaba, las lustrosas<br />
ancas se balanceaban laboriosamente bajo los amortiguados<br />
golpes de las colas. Las ruedas giraban blandamente<br />
sobre los ejes quejumbrosos. La calesa se desplazaba a lo largo<br />
de pastos llanos cubiertos de topineras entre las que yacían,<br />
aquí y allá, vacas cornudas, y otras –grandes y deformes sacos–<br />
mostrando las protuberancias de sus huesos y nudos.<br />
Descansaban semejantes a túmulos monumentales y en su<br />
apacible mirada bogaban lejanos horizontes.<br />
Nos detuvimos finalmente en la cumbre de la “montaña”,<br />
delante del vasto albergue de piedra. Se levantaba aislado<br />
sobre la divisoria hidrográfica, en la alta frontera entre dos<br />
vertientes; su tejado en voladizo se recortaba contra el fondo<br />
del cielo. Los caballos, habiendo alcanzado penosamente la<br />
cima, se detenían como ante una barrera que separase dos<br />
mundos. Más allá se abría un extenso paisaje, surcado de caminos,<br />
descolorido e irisado, pálido tapiz bajo un aire inmenso,<br />
azuloso y vacío. Un soplo proveniente de esa gran llanura<br />
sinuosa agitaba las crines de los caballos y después volaba<br />
hacia el cielo alto y puro.<br />
Nos quedábamos allí a pasar la noche o bien, a una indicación<br />
de mi padre, bajábamos a esa tierra desplegada como un mapa.<br />
A lo largo de los sinuosos caminos avanzaban, apenas visibles,<br />
los carruajes que nos habían adelantado. El paraje, arbolado de<br />
cerezos, conducía a un balneario, todavía pequeño en la época,<br />
oculto en un estrecho valle boscoso, pleno del borboteo de las<br />
fuentes y de susurro de hojas.<br />
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